Ir al contenido principal

El Parque Nacional de Aigüestortes i Sant Maurici (1)

National Geographic
El sol que desde el amanecer ha asomado por los picos más altos ahora inunda el valle y una atmósfera limpia flota por doquier. El frío del alba ha ido cediendo el paso a una temperatura fresca, pero agradable.
¡Qué generosa ha sido la Naturaleza con esta parte del mundo! La ha situado en un entorno tan singular y bello que allá donde dirijas la mirada te encuentras con magníficos paisajes para disfrutar e intentar retenerlos en la memoria de vuelta a casa.
Nos cuentan en el lugar que Franco vino a inaugurar un pantano y se quedó tan prendado del entorno natural que, mediante decreto, lo declaró Parque Nacional de Aigüestortes i Sant Maurici el 21 de octubre de 1955. Los terrenos eran privados por la parte de Boí y comunales por la de Espot, pero él era el Generalísimo.
Pueblos con encanto de trazado montañés en los valles de acceso y rutas encantadoras las que recorren el parque. Vamos dejando nuestras huellas junto a las del jabalí que nos ha precedido, siguiendo el curso del río Sant Nicolau que serpentea juguetón escondiéndose a veces entre pinares para aparecer con nuevo ímpetu y fuerza en espectaculares cascadas como la de Sant Espirit. Antes nos habíamos deleitado con las transparentes aguas del estany LLebreta que nos devolvía el reflejo de los montes que en él se contemplan. Delicadas flores de vivos colores nos anuncian que la primavera ya ha llegado. ¡Cómo embellecen el paisaje en contraste con las altas cumbres!
El camino se va elevando envuelto en el rumor del río al que se unen alegres trinos de las aves que habitan el bosque. Dos rebecos pastan tranquilamente a gran altura, un astuto zorro al sentirse observado se oculta en una zona rocosa y una ardilla negra se columpia en una rama. La marmota nos cruza ¿no tenía que estar durmiendo? El quebrantahuesos nos sobrevuela y el pito negro ha dejado un gran trabajo de carpintería en los árboles muertos. No, con ella no nos encontramos: la víbora, el reptil más representativo del parque, dicen que es muy tímida.
Al llegar al llano de Aigüestortes la impresión te sobrecoge, los característicos meandros de alta montaña más parecen pequeños lagos entre pinos y praderas, el silencio apacible me lleva a pensar en el origen de la vida. La vista al valle es espectacular rodeado por las altas montañas nevadas cuyo perfil se dibuja perfectamente sobre un cielo azul.
Más adelante el estany Llong al pie del Portarró de Espot cargado de nieve nos indica el fin de nuestro recorrido.

Comentarios

Más vistas

Hagamos un trato

Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific

Amanecer deslumbrante

Salimos de casa con aspecto somnoliento. Al subir al remolque, ayudados por los dos hermanos mayores, percibimos el viento gélido de la madrugada. No era normal que nos llevaran con ellos; pero ese día, así padre lo había decidido. La calle en la que vivíamos aparecía oculta en la penumbra, se nos hacía extraña. Dejamos el pueblo solitario y silencioso envuelto en la neblina matinal. En el remolque nos encogimos como pudimos para evitar el frío que nos hacía castañetear los dientes y nos provocaba pequeñas chimeneas de vaho que se fundían con la niebla; esfuerzo inútil, pues el traqueteo descomponía nuestras figuras y nos lanzaba a la una contra la otra. No así los hermanos mayores que, apoyados en las cartolas, se dejaban acunar por el movimiento y se hacían los dormidos. El tractor reptaba ruidoso por la subida del Carramonte. Al llegar al alto del páramo por la zona de Valdesalce, amanecía. Nos apeamos de un salto. Impresionaba el mundo que se abría ante nosotros. Miré a mi a

Cuando uno dice blanco, el otro... blaugrana

Va a ser un día complicado, se dijo Aurora al despertar pensando en que se jugaba el Clásico. Su preocupación eran sus hijos Raúl y David. Cuando nacieron todo fue caos en su entorno y nadie, excepto ella, se fijó en los ojos tan abiertos con los que se observaban sin pestañear. Aunque le decían que los recién nacidos no ven, esa mirada gélida de un gris opaco fue el presagio que acabó con sus sueños de madre.  La crueldad sistemática entre los hermanos confirmó sus sospechas. Parecían dos gatos en continua pelea. Si uno necesitaba luz, el otro oscuridad; si uno quería dormir, el otro berreaba y si uno decía blanco el otro… blaugrana. Era un sinvivir que a ella le tenía agotaba. —Os vamos a machacar —decía Raúl con la camiseta blanca. —¡Qué dices, idiota! Hoy comeréis el barro bajo nuestras botas. —De idiota nada, mamón.  — ¡Pum! Arrojó un derechazo al ojo de su hermano. —Te arrancaré la nariz, imbécil. —Y el zurdazo lo dejó sangrando. —¡Ay!, me ha mordido. —¡Basta! —gritó Aur

El vaivén de la vida

En la vida de Clara había aparentemente de todo menos paz y sosiego. Era de esas personas que cuando te pasan, su estela tira de ti y te hace girar la cabeza deseando alargar tu mano entre la brisa que ondea los rizos de su melena. Esa noche Clara se separó de la fiesta, se quitó los zapatos de tacón de vértigo, la máscara de top-model y se abandonó en el columpio de sus pensamientos. Cualquier observador habría olido la tristeza que embargaba tanta belleza. Sabía que Rubén no se creía que ella se dormía en cuanto se acostaba, pero callaba. Rubén sabía que esa tarde ella había llorado, pero dijo: ̶ Cariño, ¿estás ya preparada? La rutina había llegado a sus vidas como un intruso para definitivamente quedarse. Su ambición profesional, el estatus social y ese ajetreo diario de fiestas y relaciones sociales para alzar una muralla sobre la que asentar su seguridad, había resultado una telaraña en la que se habían perdido y ahora… ahora todo ello solo servía para acallar el incómodo

La musa de la escritura

Hoy hace un año que te fuiste… Digo a gritos que no te necesito, que ojalá no vuelvas. Miente mi orgullo para cubrir el dolor de mi impotencia. Ya sabes que mi cabeza es un cóctel de ideas encontradas, letras sueltas y sensaciones indefinidas. Qué diferencia con las composiciones escritas a golpe de vértigo, las notas de recuerdos con ilusión vividos, la actividad nerviosa, el febril pensamiento desbocado, todo un mundo que se diluía en la página en blanco. Mi imaginación no se resigna a esta inactividad actual y sigue alimentándome: me trae el choque de olas acunando a otros muchos en sus aguas, el espectáculo de un gnomo sibilino junto a una princesa destronada, un bello alfiler ensangrentado en el escenario de una explosión en Yakarta, hasta me tienta con el aroma de la riquísima sopa de la abuela. Miro tu hermética bola de cristal donde encierras la energía en un tiempo y un espacio diferente al que reclama el reloj para sí mismo. Te miro y tu fulgor me deslumbra y pienso