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El monstruo

de Almoharín "No tuve más remedio que meterme en la cama. Y me acosté. Pero tomé la precaución de dejar abiertos los postigos, porque no hay nada más hermoso que ver una estrella sorprendida y fija dentro de un marco. Una. Las demás hay que olvidarlas." (García Lorca) Cuando leía este texto en la enciclopedia de primaria, admiraba a Lorca; lo admiraba y lo envidiaba. Él tenía su estrella. Yo también sabía que en mi cachito de cielo había muchas estrellas y una brillaba más que las otras y titilaba como si me hablase, pero agachaba la cabeza porque no me atrevía a contemplarla. Me parecía que la noche nunca dormía y siempre había algo que se movía en su oscuridad: ojos que me observaban o manos que se alargaban para atraparme El mayor monstruo para mí era la enorme luna de octubre. Y me acuerdo que era octubre por coincidir con mi cumpleaños. La luna carirredonda clareaba la higuera que estaba enfrente de mi casa, se colaba por la ventana de mi habitación y proyectaba