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El robo de bicicletas preocupa en Vitoria

Era un día como otro cualquiera de aquellas felices vacaciones cuando entró en casa. No se acercó a darme un beso, no me susurró:me enamoras cada día más ni vi en su mirada un atisbo de deseo ni escuché su corazón desbocado. Su cara estaba descompuesta, miraba como ido, algo muy grave le había pasado para presentarse así. Apesadumbrado, cayó derrotado en un sillón y se cubrió la cara con las manos. —No me lo puedo creer, me la han robado. Un minuto, solo un minuto y me la han levantado. Fuimos a poner la denuncia correspondiente. El policía nos dijo que pintaba mal, que en la ciudad se denuncian cuatro robos de bicis diarios y casi ninguno se llega a resolver. Creí que esto no le ayudaría en absoluto y para consolarlo le prometí una bici nueva para su próximo cumpleaños. —No, no y no. Ninguna otra podrá sustituir a la mía. Que el ciclismo le gustaba no era ninguna novedad, la novedad era descubrir que lo que de verdad le quitaba el sueño era el robo de su bici y esto, a una pers