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Tiempo de nostalgia

Fuimos un tándem perfecto, la pareja ideal, la suavidad de su trato, la caricia de sus manos y su dulce atractivo sacaron lo mejor de mí.  Lo nuestro era un baile acompasado, ningún ritmo se nos resistía; nuestras vueltas, piruetas, saltos y vainica doble causaban furor y eso que siempre andaba muy ocupada, pero la noche, la noche cuando todos los demás dormían, esa era nuestra. Solo había que ver las miradas que me echaba, el mimo con el que me trataba, los susurros que yo le entendía perfectamente con el simple movimiento de sus labios. Sentir sus manos y verla recostada sobre mí me ponía a cien por hora. ¿Cómo resistir su belleza mediterránea y su sonrisa cautivadora? Era delicioso ver su cara tersa y esa sonrisa de satisfacción cada vez que entrelazados terminábamos lo que con tanta pasión empezábamos.  Tenía una capacidad extraordinaria para hacer conmigo mil virguerías sin sacar nunca una nota discordante, su ingenio y creatividad hicieron que lo nuestro nunca cayera en la rut