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No es más que un breve adiós

El sol tímido y vergonzoso, por fin, se deja ver por estas tierras del norte y con su suave caricia nos anuncia que el verano está al llegar. Un verano seguramente corto, no los tres meses que marcan los cánones para cada estación, pero me apetece romper la rutina diaria y hacer esas cosas que por falta de tiempo he ido aparcando. Volar sin ataduras ni rígidos horarios de trabajo, viajar, leer, escribir, ver otros mundos que pueden estar lejos o al lado de mi casa y que con las prisas de la vida he pasado por alto. Porque estáis ahí, porque he tenido la suerte de encontraros, no puedo marcharme sin despedirme, os habéis hecho especiales y ya ocupáis un lugar allí donde crecen los sentimientos. Gracias a todos los que me habéis leído y en particular a los que entrada tras entrada habéis dejado vuestros animados comentarios. Me gusta despedirme de vosotros como si se tratase de amigos que durante un tiempo no voy a ver. Me habéis dado mucho: risas, compañía, retazos de vida e historia