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Mi esperanza

Quién me iba a decir a mí que con mis manos encallecidas de tanto limpiar casas escribiría en el ordenador. Fue cosa de mi hija Esperanza, me matriculó en Educación de Adultos para que hiciera un curso de informática. Ir yo a estudiar con la vergüenza que me daba, si apenas fui a la escuela. Me convenció porque así podríamos hablar por el Skype. ¡Cielo santo qué palabra! Fue cuando se iba a ir a Alemania a hacer el máster en Ciencias Medioambientales con una beca por sus buenas notas universitarias. No es porque sea mi hija pero es listísima, aunque muy callada, en esto sale a su padre. Su padre y yo fuimos a verla a Gotinga, nunca habíamos salido al extranjero y estábamos nerviosos, pero teníais que ver cómo se desenvolvía en alemán, se nos caía la baba. Con la crisis en España tuve que buscar más casas porque me bajaron la hora el 50% y su padre metió horas extras de carga y descarga en un supermercado antes de ir a la calderería donde trabajaba. Orgullosos lo hacíamos para pagarle