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Garayo, el destripador

«Duérmete niña, que viene el coco y se come a los niños que duermen poco.»  A los críos hay que cortarles las alas cuando son meones y que aprendan a estar calladitos.  Lo dice esta nana, seguro que la conoces.  Una nana que precipitó mi historia. Te la cuento porque no sé leer ni escribir. Llevo unos meses en esta cárcel de Vitoria y aquí paso los días sentado en la silla, junto a la mesa, con grilletes en manos y pies y una cadena que me une a la pared. Ya has oído los cerrojos al abrir la puerta. Fíjate en el ventanuco; ni alcanzo a ver lo que hay al otro lado, pero no importa porque todo sigue aquí, en mi cabeza.   Ya le he explicado al juez instructor cómo se desarrollaron los hechos, y me he dado cuenta por sus gestos que no lo he convencido a mi favor. ¡Joder! A ver si contigo tengo más suerte.  Tú eres galeno, un hombre de estudios, lo podrás explicar mejor que yo.  Muchos son los curiosos que me visitan para que les cuente los asesinatos a cambio de unas monedas. Hasta