Ir al contenido principal

Entradas

Parejas desparejadas

Qué solo me he quedado. Acostumbrado a hacerlo todo en pareja, qué va a ser de mí. Aquí, en este rincón, olvidado, me cuesta recordar el olor a tierra y a vida. Mi respiración agitada ya no lo percibe. Paso los días amodorrados entre estas cuatro paredes con las que choco de vez en cuando. Los otros, al verme compungido, creen que soy tonto o se mueren de la risa. Vivo atormentado con el temor de que algo malo me suceda y nadie se dé cuenta.   Hace unos días, lo vi. Un sentimiento de alivio profundo se apoderó de mí. De cuando en cuando, me miraba para asegurarse de que yo seguía allí, y sonreía levemente. Tenía necesidad de él. Lo raro era que él también tenía necesidad de mí; pero ninguno de los dos nos atrevíamos a dar el paso. Y el tiempo pasaba. A veces me acompañaba una cierta tristeza porque si nos dispersábamos no nos volveríamos a ver. Fue cuando escuché una sonrisita a mi lado.   —¿Quieres ser mi pareja? —Me susurró un tanto tímido. Y sus nubes azules acariciaron, con in