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Una Navidad diferente

Es la mañana del 1 de enero de 2022 y luce el sol. Da alegría ver cómo los rayos se cuelan por las ventanas y sientes algo así como un subidón de moral. A pesar de que el invierno viene muy crudo. Estamos a temperaturas bajo cero y los del tiempo anuncian borrascas de nieve continuadas con el cierre de carreteras. Ya lo están algunos puertos.  Tras los cristales del mirador, la plaza ofrece una estampa navideña. La nieve caída por la noche la cubre con su capa uniforme, aunque puedo distinguir pinceladas oscuras dispersas. Son las hojas acharoladas de los magnolios que se han sacudido el peso que las tapaba. Todo brilla con tanta luz que te obliga a entre cerrar los ojos. ¡Bien hecho 2022! Empezamos a congeniar. El gris y negro en el que nos tenía metidos tu hermano mayor nos bajaba los ánimos a los pies.  Ya la noche fue un regalo al poder cenar juntos y, a la vez, separados. Éramos las dos caras del dios brifonte Janus: la del hombre viejo y la del joven. Las mesas estaban repleta