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Rumbo a peor

Giorgi piensa que si algo puede salir mal, saldrá mal, mientras se esfuerza por abrir los ojos. No puede hacerlo. Su rostro está incrustado en el barro. Una sensación de náusea lo ahoga, se traga el vómito del horror que lo golpea. Infinitas agujas le aguijonean el cráneo. Está empapado en sudor, a pesar de saberse expuesto al frío de la intemperie. La oscuridad de la noche, como una boca de lobo, amenaza con engullirlo.   Los prisioneros caminaban con las manos atadas a la espalda, arrastrando los pies embarrados. Vigilados por soldados armados, seguían al sargento que comandaba el pelotón de fusilamiento. En el interior del bosque, al borde de una fosa excavada recientemente, el sargento señaló el lugar del terror.    Giorgi es plenamente consciente de que él no está enterrado en la fosa. La noche, las prisas… ¡¿Qué ocurrió?! Le invade un miedo espantoso que le hace tiritar ante tanto padecimiento. Extraviado oye voces que cree son de su gente. Aguantará hasta que lleguen. Pero la v