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La ventana indiscreta

— Me pide que le cuente lo que vi, Sr. juez.  Pues verá, para mí no era más que otra noche de insomnio. Sentada ante la ventana de mi habitación, veía el rótulo luminoso del Hotel Bates que tenía enfrente. Ese motel de aspecto decadente, regentado por un joven tímido, de mirada triste. Sentía pena por él, ¿sabe? Cuidaba a su madre anciana, lo tenía atrapado y no podía librarse de ella. Estaba loca.  Esa noche, la ventana del baño, con la luz encendida, mostraba a una joven encantadora, duchándose. El chorro de agua caliente que salía del cabezal de la ducha le daba de lleno en la cara, parecía muy feliz. Me emocionaba ver cómo se acariciaba el cuerpo desnudo mientras se dejaba empapar por el agua que la envolvía con el vaho. Pero algo rompió aquella magia de manera inesperada. Una sombra apareció tras las cortinas. Las abrió de golpe y un cuchillo se abalanzó sobre la víctima. Un grito aterrador rompió el silencio de la noche. A través del vapor que empañaba la ducha, pude ver la figur