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La luna herida

Con una mirada el embeleso Con el embeleso un romántico beso Con el beso llega el amor Con el amor se enredan los celos Con los celos sangran los corazones Con los corazones asolados, el dolor Con el dolor se eclipsa la luna herida Con la luna herida los sueños rotos Con los sueños rotos la decepción  Con la decepción estalla la furia Con la furia deseo de venganza Con la venganza la absurda agresión  Con la agresión se alzan murallas Con las murallas el distanciamiento  Con el distanciamiento el rencor © María Pilar

Menos banqueros y más poetas

En la hora de la luz Sobre el regazo de la palabra Un verso libre llamado Verdú Sin ataduras ni componendas Se niega a los renglones torcidos Entre tejemanejes y corruptelas. En un país de mangantes Y tarjetas back en tinieblas La luz que alienta las palabras Del poeta enciende la hoguera Los más emponzoñan la vida Él con bellos versos sueña. Entre ataduras y componendas Desnuda y libre la poesía rueda Con diamantes engarzados Librará la voz de sus cadenas Porque muy alto ha de gritar Menos banqueros y más poetas © María Pilar

La niña del tren

La adolescencia de María es un tren con el traqueteo de los del pasado. Un tren que con sus silbidos envueltos en hollín deja atrás los ondulados campos de cereal mecidos por el viento y serpentea montañas inabarcables que le descubren las grandes dimensiones del mundo ante las que ella, como una papanatas, abre la boca admirada. De mañana, su padre la lleva a la estación, le coloca la maleta de remaches en el portaequipajes y, mirando el billete, le indica el sitio donde tiene que acomodarse; junto a la ventana y frente a un señor mayor con la cabeza caída sobre el pecho, parece dormido. Con lo que le gusta a ella ver pasar trenes, ahora que, por fin, está dentro de uno siente una punzada en el estómago. La gente se arremolina en el andén para despedir a los que se van; raudos cargan bultos y maletas, los últimos abrazos y besos, otros dicen adiós con la mano. El tren en marcha va empequeñeciendo la figura del padre hasta reducirlo a un punto inexistente y a ella le invade una sensa

Las mujeres guerreras

Cuenta la leyenda que las amazonas yacían con hombres extranjeros para engendrar. Si eran varones, los debían matar en el momento de su nacimiento. El pequeño Tanais con sus rizos negros y ojos azules como el mar debía abandonar el lugar refugiándose en la noche.  « Ha llegado el momento, mi niño, el tatuaje de tu hombro te protegerá como un talismán », le había dicho su madre.  Encontraría el camino bordeando el bosque según las indicaciones que le dio, pero antes, quería verla por última vez. Solapándose en la oscuridad, se introdujo en la cripta prohibida. Nueve guerreras dirigidas por la gran reina Hipólita formaban el consejo en torno a la piedra sagrada iluminada por la vasija del fuego. Sus siluetas se agrandaban a la luz de las antorchas con un aspecto salvaje que le infundían temor al ver cómo acorralaban a su madre. Sus ojos expectantes se emocionaron al descubrir en Aella el gesto valiente de la gran amazona a pesar de haber sido despojada de sus emblemas como la mejor l

Hagamos un trato

Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific