Proyecto Bradbury:
«Durante un año escribe un cuento corto cada semana. No es posible escribir 52 cuentos malos consecutivos». (5)
Para mis amigos blogueros:
Nací en un lugar de España que hoy ya no existe, no al menos como yo lo recuerdo. Pero es en ese recuerdo donde nace mi fuente de inspiración para escribir.
Puedo decir que en mi infancia me acunaron con cuentos. Crecí escuchando historias relatadas con el tono justo, un susurro de voz cuando el tema lo requería, el énfasis en la palabra adecuada.
Era la voz de mi padre con sus narraciones viajeras, reales o fantásticas. Sucesos dramáticos almibarados de ingenio y siempre con final feliz. Me fascinaban esas aventuras en las que él, normalmente, era el protagonista y salía airoso. Pronto empecé a inventar mis propias historias. Se las contaba a otros niños y me escuchaban fascinados.
Mi madre me compró el primer cuento. La portada era brillante y muy colorida: un bosque luminoso y un cervatillo tumbado. Me encantó. Tenía cuatro años. La magia de saber leer el título me sumergió en el viaje por su interior. Desde entonces, la lectura me ha abierto puertas al mundo del conocimiento y ha alargado las alas de mi imaginación. Me ha llevado por universos fantásticos de los que tanto disfruto. Me gusta acariciar el libro, el olor del papel, evadirme de lo que me rodea para colarme en su aventura poniendo cara a los personajes y recreando las situaciones.
Si la voz de mi padre me llevó a los cuentos orales, la lectura fue la causante de que empezara a escribirlos. De siempre me recuerdo con un cuaderno en el bolso. Escribo porque siento la necesidad imperiosa de juntar palabras con las que liberar las historias que bullen en mi cabeza. Son las ganas de llenar un vacío, la magia de rescatar del olvido elementos deshilachados que pululan por los entresijos de la memoria y darles la forma de relato. Es la satisfacción de lograrlo.
Un día abrí este blog. Tan solo quería mandar a una persona un cuento que había escrito. Lo publiqué y le envié la dirección por email. Para mi sorpresa, apareció un comentario y luego otro. Pasó que Retazos de vida empezó a crecer. Y juntos comenzamos a navegar por la blogosfera. Nos encontramos con una troupe maravillosa. Me gustaría citar uno a uno todos sus nombres. ¡Sois tantos!
Por eso os digo, amigos blogueros, a los de ahora y a los que se quedaron atrás, a los que conozco bien y a los que conozco menos, a los que estáis siempre y a los que estáis a veces, a todos sin excepción: ¡¡GRACIAS!!