29 noviembre 2011

El peregrino: Sueños de niñez

El peregrino de lo blogosfera hoy ha parado en este blog y al marcharse me ha dejado el regalo de este precioso vídeo y el texto que lo complementa para reflexionar.  ¡Que sí! ¡Que sí! que es verdad. Al principio yo tampoco  me lo creía, de ahí mi grata sorpresa al entrar hoy en mi casa y encontrarme con él. ¡Qué genial idea! Gracias, por este regalo que yo ya sé que  es  un granito de arena en tu incansable peregrinar por la blogosfera. Pero este granito de arena es un eslabón más de la inmensa cadena a la que se va uniendo tanta y tanta gente gracias a tu actividad. 
El Peregrino de la Blogosfera llega a un lugar muy especial ya que la curiosidad por este largo viaje ha conseguido abrir sus puertas.
Hoy voy a contarles los sueños de niñez, aquellos días en los que los libros nos transportaban a islas misteriosas con tesoros escondidos, días en que la Luna hacía que el espacio fuera más accesible y soñáramos con llegar a las estrellas.
La fantasía estaba siempre en nuestra cabeza y lo mismo eramos exploradores de un mundo aún desconocido como nos adentrábamos en un viaje por el océano construyendo la ciudad de nuestros sueños después de saber que hay vida en el interior de la tierra.
Estos sueños de niñez eran producto de nuestras fantasías que nos llegaban con las lecturas y la poca televisión que podíamos ver.
Hoy mis hijos también tienen sueños de niñez, sus sueños son tan maravillosos como los que yo tenía, pero creo que son con gran diferencia más espectaculares, por lo que muchas veces gracias a sus sueños consigo entenderles mejor y con ellos me adentro en sus aventuras.
De siempre en nuestra historia el mundo ha ido muy rápido, recordando historias de los abuelos que por primera vez conocían la radio, de nuestros padres que descubrían la televisión y de nosotros mismos que veíamos nacer internet, esto va muy rápido, ¿Sabrían ustedes adivinar cual de los sueños de niñez de nuestros hijos se van a cumplir?
©Jose Senovilla (Peregrino de la blogosfera)

17 noviembre 2011

El otoño metáfora de la vida

Llega el otoño se quiebra la neblina y el sol inicia su poniente. Los rayos de sol reflejan su iris en las gotas de agua de las hojas y los charcos del suelo espejean todo su esplendor. La gama de verdes, dominante en otra época, se torna en una explosión de color y fuerza que da lugar a un abanico multicolor, es el álbum de la vida. Los castaños de indias motean sus hojas de almagre y los tilos del parque del Prado coronan ya de amarillo dorado, alternando con las pinceladas rojizas de los arces y el verde tardío de los fresnos. El suelo húmedo, salpicado con el ocre recién estrenado, va mostrando las huellas que se dejan al andar. La naturaleza se presenta con sus mejores galas otoñales con tantas historias que contar, que apetece sentarse en alguno de los troncos musgosos caídos y dejar que pasen las horas agudizando los sentidos a impresiones y sentimientos totalmente desconocidos en nuestra vida de urbanitas estresados.
© María Pilar

08 noviembre 2011

En el quirófano

Frío, frío es lo que notaba y dos enormes ojos bisojos, de neón, que se me acercaban y se alejaban desacompasados. Mi estado de ansiedad contrastaba con los comentarios jocosos y el ambiente de risas que pululaba entre el equipo de enfermeras en torno al cirujano cuya bata verde dejaba entrever su corpulencia. Este, sin piedad, ya me estaba clavando una enorme aguja directamente en el nervio de la mano derecha. “Tenía que inmovilizarla” decía, para poder operar. “Salvaje” “Salvaje”, pensé. La mayor de las enfermeras con una sonrisa burlona que se ensanchaba me preguntó:
—¿A que tú estás con nosotras?
—No, no; yo estoy con el doctor, en estos momentos no puedo decir otra cosa —le respondí modosita, más que nada por no contrariar al cirujano cuyos brutales instintos intuía.
La voz socarrona del doctor sonó como un eco deformado de mis palabras: “En estos momentos no puedo decir otra cosa”
Una vaga sombra empezó a aparecer por encima de la manta que me cubría. Fue creciendo y proyectándose por todo mi cuerpo hasta llegar a taparme completamente. Era la del doctor que quitándose la mascarilla, se inclinó ante mí con una mueca salvaje mostrando el trofeo:¡Un dedo sanguinolento que aún lucía mi anillo!
© María Pilar

05 noviembre 2011

Conflicto en la Educación Pública en la Comunidad de Madrid

Estos días han circulado por internet multitud de cartas abiertas de profesores tratando de explicar que no son dos horas, que no son ellos los más perjudicados. (https://goo.gl/Vdrvm2)
Que somos nosotros.
Me indigna ver cómo todo su esfuerzo no sirve para nada en cuanto algún político deja caer frente a los medios que son unos vagos y que sus protestas se deben a esas dos horas que no dejan de mencionar. Nos manipulan como quieren, sus medias verdades aparecen en las primeras planas de sus periódicos mientras los hechos, las cifras objetivas, quedan sepultadas bajo sus artimañas electorales.
Así que me gustaría compartir mi versión como alumna de secundaria de la escuela pública. No creo en partidos políticos ni me importa a quién le bajen el sueldo o le suban dos horas, me importa mi futuro y el de mi generación.
Hace una semana que comencé 1º de Bachillerato en un instituto de Getafe. No es una mala zona, no hay mucha pobreza y sé que debo considerarme afortunada. No puedo imaginar cómo está la situación en otros institutos de zonas más pobres aquí mismo, en Getafe. No sé si creerme las cosas que me cuentan sobre más de 40 alumnos hacinados en aulas sin material, con profesores más preocupados por salir vivos del aula que por conseguir un buen nivel.
En el mío somos 30, 37 y 33 alumnos de 1º de Bachillerato en las 3 clases. Pensábamos que habría 4 clases, porque hay cuatro opciones de Bachillerato, pero las letras puras (Griego y Latín) han sido desterradas. La profesora de Latín nos decía que estaban protegidas por ley, así que no entiendo cómo ella, junto con mis compañeros que querían estudiarlas, se han tenido que marchar del instituto. Esta semana no hemos dado prácticamente clases útiles, mi instituto está sumido en el caos. Hemos cambiado de tutor un par de veces por los desajustes en los horarios. Al no haber clase de tutoría no hemos podido elegir delegado, el que se encarga de cerrar el aula con llave durante los recreos, por lo que debemos llevar siempre encima la mochila para evitar los robos. No hay profesores de guardia para vigilar a los alumnos que están solos cuando algún profesor falta, ni siquiera a los más pequeños, recién llegados a secundaria. Los horarios son provisionales, cualquier nuevo cambio ordenado desde la Administración trastoca las clases de todos y exige rehacer toda la organización.
Tengo tres profesores, de lengua, mates e inglés, que en realidad son "medios" profesores. Trabajarán media jornada en mi instituto y la otra media en otro, aunque el descontrol es tal que todavía no han mandado ninguno desde la Administración.
Mientras tanto estamos parados durante estas tres horas, o a veces nos juntan en el aula grande a los tres bachilleratos (los 100 alumnos) con un solo profesor para que no perdamos el tiempo. Ni siquiera sabemos en qué grupo de matemáticas estaremos porque los profesores no pueden ponerse de acuerdo en qué sistema usar para dividir los grupos hasta que llegue el que falta. ¿Que tenemos peor nivel que la privada? ¿Acaso creen que en la privada se pierden tantas horas de clase por temas así, que tienen el mismo material, la misma treintena de alumnos por clase?
Los 'desdobles' de las únicas dos optativas que el instituto ha podido ofertar tienen, de nuevo, 30 alumnos por desdoble, incluida Ampliación de inglés oral. ¿Qué tal creen ustedes que funciona una clase de inglés oral con 30 alumnos? Tenemos oportunidad de hablar 1 minuto y medio cada alumno.
Me indignan las mentiras descaradas de Aguirre. Sí que ha habido recortes, lo notamos todos los alumnos, la precariedad y el descontrol generado por la falta de profesores. Todos están dando más de lo que pueden y aun así no es suficiente, no dan abasto con tanto por hacer en pleno inicio de curso escolar y tan pocos recursos.
Mis profesores no trabajan 20 horas. Nos dan 20 horas de clase y luego nos vigilan en el recreo, dan clases de apoyo, se encargan de cubrir las faltas de otros profesores, preparan las clases siguientes. Responden las dudas después de la hora de salida, se quedan ayudando a los alumnos que van peor en sus horas libres. Nos llevan a excursiones, a campeonatos de matemáticas, a concursos de poesía. Llegan los lunes a primera hora con ojeras de haberse quedado de madrugada corrigiendo. Les he visto en la manifestación hoy mismo, junto a sus alumnos, luchando por nuestro futuro. A pesar de todo el caos, las horas perdidas, la falta de material, ellos siguen siempre al pie del cañón, con su pizarra vieja y sus tizas (no todos tenemos la suerte de tener las pizarras digitales de la privada).
Estoy orgullosa de mi instituto y de mis profesores, que me han enseñado a no rendirme y a luchar por mi futuro. Gracias a la escuela pública este año pude optar al Bachillerato de Excelencia en el San Mateo (quedé entre los 50 mejores del examen para el premio extraordinario de la ESO, aunque por supuesto no gané: nadie de la zona sur ganó), pero he decidido seguir en mi instituto público sin presupuesto, que es el que ha hecho que quedase entre esos 50 mejores.
Así que no me voy a callar mientras nos arrebatan la educación pública y nos condenan a una sociedad de clases sin posibilidad de ascender. Si los ricos son los únicos con acceso a educación, los pobres siempre seguirán siendo pobres, eso aprendemos en clase de historia. Tal vez unos cuantos políticos deberían dejarse de propaganda y trapicheos y volver a la escuela a estudiar el Antiguo Régimen, las revoluciones y el movimiento obrero, antes de repetir los mismos errores del pasado.
M. L. G. Una alumna del IES José Hierro

02 noviembre 2011

Condición de mujer

Caras Ionut
Quiero compartir la alegría de la sorpresa
Queda y callada me acerco con ilusión

La voz del dolor ahoga mis emociones
Las sombras se encogen con desidia
Momento culpable de una tristeza infinita
El volcán escupe sus oleadas de fuego
Las heridas tardarán en cicatrizar

Quiero pintar una sonrisa en mi alma
Quiero regalarme una brizna de felicidad

Necesito tiempo para ensamblar el barco
Un encuentro con mi soledad
Olvidar los fantasmas que me acosan
Salir airosa de este vendaval

Quiero pintar una sonrisa en mi cara
Quiero mostrar alegría ante la dificultad.
© María Pilar