Raúl, el coadjutor de la parroquia de San Vicente, era un joven sacerdote envuelto en un halo de tristeza. Algo que las feligresas admiraban porque lo consideraban un rasgo de su gran espiritualidad. En realidad, acarreaba una derrota personal que hacía que sus noches fueran negras, tan negras como la tinta de los chipirones que le preparaba su madre protectora.
Un impulso apremiante lo llevaba a vestirse de mujer y transformado en travesti esperaba al anochecer para salir de casa. Con pasos cortos, iba bamboleándose con torpeza sobre unos altos tacones, dejando a su paso la fragancia de una colonia varonil. Era espigado y había aprendido a sonreír de soslayo. Harto de prometerse cambiar y no conseguirlo, se apoltronaba en un tugurio de la calle Pintorería para beber lo que no está escrito.
Al amanecer, corría sofocado con los zapatos en la mano. A hurtadillas, entraba en la casa parroquial. Con la respiración agitada y lágrimas en los ojos juraba que jamás volvería a salir. Un compromiso que siempre fracasaba porque lo que brotaba de sus entrañas era más fuerte. Se quitaba la peluca, el vestido de segunda mano y los restos del maquillaje, y se presentaba en la iglesia, con puntualidad, a la misa de ocho. La voz armoniosa del coadjutor llegaba a la gente tremendamente expresiva. Él sabía de secretos que nunca se confesaban por lo indigno que se ve uno a sí mismo si los verbaliza. Prefería vivir de vidas ajenas. El Raúl auténtico existía como una ausencia.
© María Pilar
(250 palabras)
La fobofobia o la fobia al propio miedo.
Si existe un elemento de la realidad o incluso un fenómeno imaginable por el ser humano, probablemente en algún momento alguien habrá llegado a desarrollar una fobia a eso. La realidad que más temía Raúl era afrontar ser él mismo y eso lo marginó de su vida.
Ahora vive en alerta, siente un trastorno de ansiedad extraño, un temor a vivir situaciones que le generen miedo o angustia.
Quien sufre fobofobia puede llegar a vivir con normalidad durante la mayor parte del tiempo, pero ocasionalmente notará que le pasan varias cosas: intentará evitar lugares y contextos, temas en las conversaciones en los que cree que le pueden dar ataques de miedo, y, por otro lado, padecerá dichos ataques de miedo extremo, o mejor dicho, de ansiedad.
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