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Mostrando entradas de noviembre, 2020

Día internacional de la palabra

«Las palabras son como la capa superficial de las aguas profundas» (Wittgenstein)   « Si he perdido la vida, el tiempo, todo  lo que tiré, como un anillo, al agua,  si he perdido la voz en la maleza,   me queda la palabra »  (Blas de Otero). La china en el estanque : del mismo modo que cuando se tira una china a un estanque se producen ondas y distintos efectos a su alrededor, «la palabra lanzada a la mente por azar produce ondas de superficie y de profundidad» (Gianni Rodari).  RETO: Descomponer la palabra «china» y escribir una frase con cada una de sus letras. C ogí el rimo de girar una mano y luego la otra mientras la abuela devanaba.  H ilaba ovillos como si hilase pensamientos para sacarnos del empantanado negro. I maginaba su mente desenredando recuerdos que perdurasen en el tiempo. N unca se perdía en devaneos. A unque alguna vez la sorprendí con la mirada extraviada en un punto incierto.  Acróstico C antar una vez más porque sientes mariposas en el alma H ilos recién pintad

Invisibles por la absenta

La absenta de Degas      Hace tiempo que han dejado de quererse y esto es una verdad como un templo. Ella prefiere sentarse esquinada para evitar rozarse con él. No lo soporta. Apesta a alcohol y tabaco. Le culpa de tirar su futuro de actriz por la borda y no se lo va a pasar por alto. Lo mismo ocurre en la cama cuando muerta de frío se acurruca en el borde dándole la espalda, mientras él, un tipo del carajo, duerme a pata ancha.     Se conocieron en ese café donde, una noche sin fin, se comieron a besos de forma salvaje bajo los efluvios de la absenta. Allí regresan cada tarde, siempre sentados en la misma mesa. Ella se siente vacía como la botella que tiene al lado. Con los brazos caídos y las piernas abiertas, puesto que ya nadie la mira, deja volar su mente en un caos de pensamientos arrastrada por el Diablo Verde. Él, en cambio, un hombre tan anodino como la ropa que lleva puesta, en cuanto siente que la borrachera sube por su interior como una ola, la sujeta con fuerza apoy

Monólogo interior

     ¡No quiero y no quiero! Me niego a oír más noticias. Se acabó. No me hacen falta. Con lo que tengo alrededor me sobra. Prefiero seguir quitando el polvo de la casa, que ya sé que es una tontería porque nadie la mancha, me da igual. Y luego la vecina de enfrente, metiéndose donde nadie la llama. «¿Qué tal tu niña?» Si pudiera estamparle la puerta en la cara, pero claro, una se aguanta las ganas y tira de educación. «Está estupenda y le va fenomenal». A ella le voy a decir la tristeza que me embarga por la ausencia de mi hija, vamos hombre, que una tiene su orgullo.            El maldito covid nos está arruinando la vida. Ilusa de mí que creí que entre todos lo hacíamos desaparecer en un pis-pas. Me enferma este no saber, no pido certezas absolutas, un inicio, algo que nos vaya llevando, pero nada. Y ya hace nueve meses que ella se fue. Con qué entusiasmo me dio aquel abrazo tan impulsivo para darme la noticia. «Mamá, imagínate ingeniera de calidad en Hamburgo» Era el sueño de su