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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Ray Bradbury

  Este año se cumple el centenario del nacimiento de este gran escritor del género fantástico y ciencia ficción. Uno de mis autores preferidos. En la lista de mi blog sobre los mejores autores de relatos, lo tengo a él, claro, no podía faltar.  Estaba pensando escribir algo para conmemorar esta fecha cuando me he quedado pegada a la radio con la voz del periodista Jacinto Antón. Da gusto escucharlo. No solo tiene un profundo conocimiento del autor y su obra, lo vive, y te lo transmite a través de las ondas.  Ray Bradbury era un hombre con una gran capacidad de ternura, ingenuo, pero también tenía un lado muy sombrío, y esa mezcla de lo oscuro y lo inocente es lo que da valor a toda su obra. Para él era importante la belleza de la vida, pero también ese elemento perturbador de que todo se acaba. No nos predice el futuro, nos previene sobre él: nos alerta de la subordinación del ser humano a la hegemonía tecnológica, la pérdida de libertad individual, la destrucción del medioambiente, l

Soledad y silencio

Siento que el mundo no es el mismo. Deseo verte de nuevo para contártelo, lo deseo con todas mis fuerzas. Llegar al pueblo, bajar del coche, correr hacia ti y abrazarte. Que todo vuelva a ser como entonces. Oír la calidez de tu voz, ver cómo tu sonrisa lo ilumina todo, acariciar la suavidad de tu piel y hasta escuchar tus silencios sabiendo que tú estás ahí. Durante esos momentos, ¡qué felices éramos!, sin ser conscientes de ello. Tu presencia me empujaba a sacar los mejor de mí misma y, contigo cerca, mi vida estaba en equilibrio. Tú hacías que yo brillara como una estrella. Te contaría que ha aparecido un virus, se ha extendido por todas partes. Está sembrando miedo, dolor y muerte. El mundo se ha ido vaciando de besos, abrazos y cariños; se ha quedado gris y desolado y yo intento acoplarme a él. Ya no soy tan sonriente y radiante como antes.  Vuelvo a mirar por la ventana por enésima vez. Las nubes grises se desploman sobre la ciudad y el día está tristón como yo. Me da por pensar

Diario de un confinamiento

Vaya por delante que es la primera vez que escribo un microrrelato a partir de un disparador creativo. Ni sabía que existían tales artilugios. Alucino en colores. Es una propuesta de David para el Tintero de oro :   Copia el argumento que te salga al hacer clic en el botón Generar nuevo argumento.  Escribe un microrrelato de hasta 250 palabras como máximo basándote en todos o alguno de los elementos que os aparezca en el argumento generado.  Publica el microrrelato en tu blog junto al argumento en el que te basaste.  Explícanos qué elementos de ese argumento escogiste para escribir tu micro.  Deja un enlace a tu micro en los comentarios de esta entrada para que pueda añadirlo a la lista y que todos puedan leerlo.  Tienes de plazo hasta el 30 de septiembre.   Al leer el argumentó que me salió, lo que más me llamó la atención fue esa mujer extraña, mantenedora del equilibrio natural. Sobre ella centré mi relato en una situación de confinamiento, la naturaleza es su confidente, muestr

Carta de un emigrante

                                                                           Heerbrug - Suiza, 15 de noviembre de 1965    Querida madre:  Espero que al recibo de esta esté bien, yo mu bien.  El viaje en tren para llegar hasta aquí fue mu largo, todo el día y la noche completa, pero como estaba cansado, porque la verda madre, la noche anterior no pude pegar ojo, la mayor parte del tiempo lo pasé durmiendo y así se me izo más corto.  Al llegar nos esperaba un autobús para llevarnos a la empresa y acernos el reconocimiento médico. Nos tuvimos que desvestir enteros y me acordé de uste madre, de los buenos consejos que me dio, como el de que fuera a bañarme al canal para quitarme la roña que se me pegaba trabajando con las ovejas.  Ya e encontrado pensión, una señora mayor que vive en una casa mu grande con jardín. ¡Imagínese! Estoy solo en una habitación con cuarto de baño y una gran ventana que si te asomas ves los montes altos y nevados de este país, porque aquí no hay mesetas

María, la hija de María

En las familias hay secretos que no se cuentan a viva voz, pero que son traídos y llevados entre cuchicheos por la gente del pueblo. Así, en voz baja, previo juramento de que no se lo diría a nadie, me llegó el gran secreto de mi familia por una compañera del colegio: Tu madre no es hija de tu abuelo. La llamé mentirosa y le di tal empujón que se cayó de culo. Sin embargo, me dejó preocupada y empecé a mirar a los míos de manera diferente. Investigué, pregunté.   La guerra había terminado, según dicen los libros, 10 meses antes de la llegada de mi abuelo al pueblo. Había caído herido y permaneció todo ese tiempo en un hospital. Regresó renqueante portando un simple capazo bajo el brazo. Mi abuela lo esperaba con un campo árido, cuarteado por la sequía, y dos vacas flacas que ni leche daban.   Esa noche, los vecinos escucharon el llanto de un bebé tras los muros de la casa. Las malas lenguas dijeron que María había tenido una relación extramarital en ausencia de su marido. Y Manuel, qu