Querida madre:
Espero que al recibo de esta esté bien, yo mu bien.
El viaje en tren para llegar hasta aquí fue mu largo, todo el día y la noche completa, pero como estaba cansado, porque la verda madre, la noche anterior no pude pegar ojo, la mayor parte del tiempo lo pasé durmiendo y así se me izo más corto.
Al llegar nos esperaba un autobús para llevarnos a la empresa y acernos el reconocimiento médico. Nos tuvimos que desvestir enteros y me acordé de uste madre, de los buenos consejos que me dio, como el de que fuera a bañarme al canal para quitarme la roña que se me pegaba trabajando con las ovejas.
Ya e encontrado pensión, una señora mayor que vive en una casa mu grande con jardín. ¡Imagínese! Estoy solo en una habitación con cuarto de baño y una gran ventana que si te asomas ves los montes altos y nevados de este país, porque aquí no hay mesetas.
El trabajo se me da de cine y gano diez francos al día, me han dicho que son casi quinientas pesetas al cambio. Fíjese, madre, toda una fortuna. Todavía no he comprado las telas para que les haga vestidos a mis hermanas ni el paño para el abrigo de usté. Me han aconsejado los compañeros comprar en Zurich que es una gran ciudad con tiendas muy bonitas y para eso tengo que esperar a tener un día libre.
De vez en cuando veo a Carlos, el del pueblo, también está trabajando, pero como lo acemos a distintos turnos no nos vemos tanto como nos gustaría.
Sin más, la quiere mucho, su hijo.
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—Oye, Carlos, ¿puedes prestarme cincuenta céntimos?
—¿Otra vez? Mira que tengo apuntado todo lo que te voy dejando.
—Sabes que te lo devolveré, y con intereses. Es para algo mu serio, tío. Tengo que enviar una carta.
—Si el encargado se entera de que te ocultas en mi barracón, nos pone a los dos de patitas en la frontera.
Menuda en la que está metido ;)
ResponderEliminarAbrazos.
Sí, mala salida tiene.
EliminarAbrazos, Alfred.
Hay amiga las cartas,cuanta añoranza,abrazo,placer pasar por aquí.
ResponderEliminarLa ilusión de recibir una carta de un ser querido, el nerviosismo al abrirla, la emoción al leerla... Añoranza, sí porque pertenece al pasado.
EliminarBesos, Fiaris.
Uy buen relato la carta te inspira nostalgia. Te mando un beso
ResponderEliminarGracias por leerme siempre, Citu.
EliminarUn beso, preciosa.
Hola Pilar. Desde que ya no escribo cartas. Antes de tener internet escribía mucho a mi hermano cuando estaba haciendo la mili y a mi novio cuando lo era. Deseando de recibir correspondencia porque te sentías dichosa al ver que se acordaban de ti y con una ilusión tremenda.
EliminarEl relato es sensacional a pesar que se aprecian malos tiempos. Estar en un barracón y compartir con otra persona que no podía pagarse una pensión ha de ser muy duro. Parece que esto pasaba hace años, pero actualmente los migrantes viven así acinados y en malas condiciones.
Muy bueno el relato.
Abrazos
Gracias, Isa, por tu lectura tan atenta. La historia se repite y creíamos que eran hechos del pasado.
EliminarUn abrazo con todo mi cariño.
Puso a andar toda la fantasía para no apenarla. Es muy duro emigrar sin medios.
ResponderEliminarBesos.
Así es, Sara, pintaban sus sueños que nada tenían que ver con la dura realidad.
EliminarBesos.
Menuda coletilla a la carta.
ResponderEliminarUn abrazo, María Pilar.
Gracias por leerme siempre, Chema.
ResponderEliminarUn abrazo con todo mi cariño.
Jo, la realidad soñada y la real. Un contraste tan grande entre la carta y el diálogo que estremece. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David, con este relato lo único que pretendía era que el lector sacara sus conclusiones y ,claro, a ti no se te escapa una. ¡Qué bien lo has resumido!
EliminarGracias por pasarte por aquí.
Un abrazo!