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Mostrando entradas de enero, 2014

Inmune al desaliento

—¿Habéis visto al señor de los tulipanes? Hace tiempo que no lo veo sentado en el banco de la gran explanada de la Plaza Mayor. Siempre llevaba la misma ropa, pero su aspecto era limpio y cuidado. Me llamaban la atención sus finas manos de excelente científico español hasta que la crisis puso el mundo al revés y se quedó sin fondos la universidad en la que trabajaba. El tiempo se quedó atrapado en la neblina y lloró lágrimas amargas. Él esperaba que esa bruma grisácea, que pintaba un cielo oscuro y huidizo, se rasgara y saliera de nuevo la luz por algún lado. Mientras, no sabía qué hacer con los tulipanes para regresar a casa con unas monedas. No los ofrecía a los que pasaban; le faltaba labia, poder de convicción. No, no era experto para eso. Lo suyo era el estudio que asocia las bacterias a la metástasis. Su mente seguía cavilando y más allá del negro horizonte, su firme mirada veía fórmulas y resolvía problemas que... ¡Cuántas vidas podría haber salvado! —Yo sé donde está porque n

Aparece el chico perdido

Lorenzo volvía decidido a su pueblo como si la larga noche le hubiera dado alas. Cuando un relámpago rasgó los cielos y el estruendo descargó la tromba de agua que empezó a inundar el chozo en el que se había refugiado, pensó que iba a morir. Calado hasta los huesos con su blusón de rayas sin cuello y pantalón a media pierna, se cubrió los hombros con la talega vacía y se hizo un ovillo sobre el poyo de piedra. Con el fragor continuado y violento de los truenos interpretó que el fin del mundo estaba al llegar. El ulular del viento se metía entre los muros de piedra y le traía rumores del más allá. Las ráfagas serpenteantes de luz lo cegaban y lo envolvían en un miedo que le hacía castañetear. Después, vino el silencio, y agotado se durmió. Se despertó con el sol de la mañana entrando a raudales. Salió del páramo tupido de encinas y en el camino no se encontró con nadie, ni ladridos de perros ni ruidos de carros ni hombres faenando, y tampoco los rebaños de ovejas estaban pastand

¿Crees que el nombre condiciona?

La parturienta, mi madre, estaba encogida por los dolores del parto cuando oyó a su suegra: —Pánfilo de Cesarea y no se hable más. Está hoy en el calendario y esas cosas son sagradas. —Pero… ¿Pánfilo?, madre —le dijo el hijo con la sumisión que le caracterizaba. —Pánfilo de Cesarea, sí, en la iglesia, en el registro civil y para toda su vida. El niño, o sea yo, hermoso, por cierto, y ahí estuvieron de acuerdo todos, gritaba proclamando al mundo su vitalidad o tal vez su protesta ante semejante carga de por vida. Su primera y última pataleta ante la sargento de su abuela. En cuanto lo cogió en brazos supo lo dura e insensible que era. En casa era la dueña de los caudales y la que daba las órdenes. Muy pronto, me vi relegado al lugar de los que obedecían, junto a mis padres. Enseguida fui consciente de las risitas que ocasionaba mi nombre en todos aquellos que lo escuchaban, ya me llamara mi madre, débil y enfermiza: ¡Mipanfi!; mi padre con su potente voz y débil carácter: ¡Pánfi

Las cartas a los Reyes Magos de Arturo y Marina

El reto está repleto de cartas y todas ellas cargadas de maravillosos, originales y divertidos deseos. ¡Qué difícil se hace la elección! Elijo la carta del blog: Pensamientos y opiniones de Arturo por lo breve, concisa y sobre todo desconcertante. Tanto me sorprendió, que en una primera lectura me dije: si no ha escrito lo que pide y por qué firma D. Carlos si él es Arturo.  Al leerla de nuevo me fui fijando en las pistas y al llegar a “otros 365 días”, ¡zás! por fin vi la luz. Me quedé reflexionando en lo importante que es contar con esos 365 días que son la base principal para que se cumpla todo lo demás. Este juego con el lector me pareció tan sublime y a la vez tan difícil de conseguir que tengo que decir: Arturo, ¡chapó! Queridos Reyes Magos: Como sucede todos los años, llegados estos días me pongo a redactar esta carta, donde les solicito mi regalo. Ya saben de sobra lo que quiero, pues no soy muy original, ni materialista; aunque debo reconocer que soy bastante egoísta.

Carta a los Reyes Magos

A SS. MM. los Reyes Magos de Oriente: Años ha que no os escribo una carta. Ya sabéis lo atareada que he estado estos últimos años haciendo de reina mediadora, poniéndome regalo hasta a mí misma para cubriros las espaldas, que con la ilusión de los niños no se juega. A estas alturas no voy a entrar en disquisiciones existenciales, pero os podíais haber repartido un poco y no ir siempre los tres juntos. Así, ¿cómo vais a llegar a todas las casas? Por lo que año tras año habéis acrecentado el abismo entre las ilusiones cumplidas de algunos y el desencanto de tantos. ¡Ah! y os teníais que haber modernizado, porque mira que seguir viajando en camello con lo poderosos que sois, que ya son ganas de haceros esperar para nunca llegar. ¿No os parece que ya toca democratizaros? Teníais que haber ido incorporando a vuestro séquito a tanto personaje que estos días pulula haciéndoos la competencia. ¿Pensábais que un carbonero tiznado llamado Olentzero no era digno de la fastuosidad de vuestra