Ir al contenido principal

Las cartas a los Reyes Magos de Arturo y Marina

El reto está repleto de cartas y todas ellas cargadas de maravillosos, originales y divertidos deseos. ¡Qué difícil se hace la elección!
Elijo la carta del blog: Pensamientos y opiniones de Arturo por lo breve, concisa y sobre todo desconcertante. Tanto me sorprendió, que en una primera lectura me dije: si no ha escrito lo que pide y por qué firma D. Carlos si él es Arturo.  Al leerla de nuevo me fui fijando en las pistas y al llegar a “otros 365 días”, ¡zás! por fin vi la luz. Me quedé reflexionando en lo importante que es contar con esos 365 días que son la base principal para que se cumpla todo lo demás. Este juego con el lector me pareció tan sublime y a la vez tan difícil de conseguir que tengo que decir: Arturo, ¡chapó!

Queridos Reyes Magos:
Como sucede todos los años, llegados estos días me pongo a redactar esta carta, donde les solicito mi regalo.
Ya saben de sobra lo que quiero, pues no soy muy original, ni materialista; aunque debo reconocer que soy bastante egoísta.
Aprovecho para agradecerles mucho por haberme concedido mi último pedido, aun dispongo de suficiente para la semana próxima, si Dios quiere.
Nunca me fallaron, pese a lo insólito de mi requerimiento.
Con gran esperanza, aguardo su regalo, que espero dure otros trescientos sesenta y cinco días.
Los quiere mucho.
Don Carlos


Elijo la carta del blog de Marina …EN EL UMBRAL DE LA NOCHE por la simpatía, la insolencia y el tono tan divertido que nos contagia. Siempre es bueno contar con una dosis de humor para afrontar los retos de la vida. Me he reído leyéndola y solo espero que Montoro no pase por aquí y nos cobre los impuestos de la risa. Marina: ¡Brindo por ti!

Hola Reyes o Señores Importantes, o lo que quiera que sean vuestras mercedes.
Tengo una larga lista de cosas que me gustarían. Cuando iba a enumerarlas y a intentar convenceros para que, al menos me dejariais alguna de ellas, me he acordado de aquella vez cuando yo tenía 9 años.
Mi hermana y yo escribimos la carta de rigor, bueno, la escribió ella porque a mi esas cosas me daban, ya entonces, la risa. Ambas pedimos una muñeca y recuerdo muy bien que mi hermana describió exactamente la muñeca que queríamos. ¡Qué sorpresa! Por la noche cuando mi padre nos despertó había dos muñecas, la de mi hermana, justo como ella la pidió y la mía… la mía…¡¡Mucho más pequeña!!
¡Qué asquerosos! ¡Mira que dejarme a mí una muñeca más pequeña! Pues esta carta es para deciros que mi hermana me cambió la muñeca y yo me quedé con la grande y que le puse el nombre de Mirinda y que vosotros hacéis estupideces, pero que los niños que son más listos y más nobles que vosotros, las cambian y las arreglan.
Evidentemente ya no os pido nada, porque después del mosqueo que tendréis conmigo sois capaces de dejarme una muñeca de pin y pon.
Jejejejeje, aquella vez gané yo y ésta también porque nada quiero.
Adiós señores Reyes, que tengan ustedes un buen viaje de vuelta.
Marina. (Ahora ya os acordáis verdad?).

Comentarios

Más vistas

El calamar rojo gigante

Leer más relatos aquí Las luces de emergencia iluminaban lo suficiente como para saber dónde estaba. También el lío en el que Carla se había metido. Tanta grandiosidad la empequeñecía. Se encendieron las alarmas en su cabeza. Se había quedado encerrada en la torre más lujosa de la Quinta Avenida.  Su grupo escolar, con la monitora, habían subido al mirador Top of the Rock en el último ascensor de la tarde. Cuando llegó el momento de bajar, al salir del ascensor, Carla se entretuvo curioseando el retrato del primer Rockefeller que estaba en la pared de enfrente. Una cabeza afilada rodeada de una pelambrera lobezna; las aletas de la nariz dilatadas, como olfateando algo, le daban cierto aire de animal al acecho. «¡Qué hombre tan horrible!», pensó. No pasó mucho tiempo, el suficiente para quedarse sola. ¡Se habían cerrado todas las puertas! ¿A dónde se habían ido todos? ¿Y los vigilantes? Aquello no le podía estar pasando. El silencio era total.  Hecha un ovillo, se sentó en uno de lo...

A la deriva - Cuento de Horacio Quiroga

Ficha Técnica     Título: Cuentos de amor, de locura y de muerte    Autor: Horacio Quiroga    Género: Cuento    Editorial: Sociedad Cooperativa Editorial Limitada    Año de edición: 1917    País: Uruguay    Resumen      El protagonista del cuento, Paulino, pisa una serpiente venenosa que le muerde en el pie. A causa de este incidente, inicia un viaje por el río Paraná hacia un pueblo vecino donde espera que le salven la vida.       Valoración personal        Horacio Quiroga mantiene en este cuento las tres constantes que le caracterizan como el gran cuentista que es: brevedad, intensidad y tensión constante.     Lo que más impresiona es la lucha por sobrevivir del protagonista al que, a veces, lo llama por su nombre y otras no dice nada más que “el hombre”. Como si a cualquiera de nosotros nos pudiera ocurrir lo mismo. Una lucha desesperada, por ganarle la batalla a la muerte, por no rendirse, aunque ...

El álbum de los recuerdos

Tal vez la humedad sea el único visitante entrando por las goteras, tal vez los vetustos interruptores no enciendan más las bombillas de luz amarilla, pero la casa permanecerá intacta en el álbum de la vida con mis recuerdos.  Teníamos once años cuando las cinco amigas nos vimos reflejadas en los cristales de las ventanas del baile del pueblo. Ataviadas con amplios vestidos largos que íbamos arrastrando, nos sentíamos el centro del mundo. Habíamos revuelto en los baúles de la abuela, sin contar con su permiso, y estábamos encantadas con nuestro disfraz. Como no podíamos entrar en el baile por ser menores de edad, nos contorsionábamos siguiendo el ritmo de la música de los setenta que se oía fuera, para llamar la atención de los que se encontraban en el interior. Divertidas, provocadoras, felices de sacar a la exhibicionista que llevábamos dentro mientras,  con los pisotones de los zapatos de tacón , desgarrábamos las telas de raso y tules que nos cubrían. Mi vestido  era...

La habitación de las llaves antiguas

La habitación de las llaves antiguas (fragmento)  de Elena Mikhalkova  Mi abuela una vez me dio este consejo:  Cuando los tiempos sean difíciles, avanza en pequeños pasos.  Haz lo que tengas que hacer, pero hazlo lentamente.  No pienses en el futuro ni en lo que pueda pasar mañana.  Limpia los platos.  Limpia el polvo.  Escribe una carta.  Cocina sopa.  ¿Ves eso?  Sigue adelante, paso a paso.  Da un paso y luego haz una pausa. Toma un descanso.  Valórate a ti mismo.  Da el siguiente paso.   Luego otro.   Apenas lo notarás, pero tus pasos se harán más largos.  Hasta que llegue el momento en que puedas volver a pensar en el futuro sin llorar. (Elena Mikhalkova, escritora Rusa, nació el 1 de abril de 1974).

La casa de los miradores blancos

La atmósfera es lo más importante. Lovecraft.   Pisos en pleno centro de Vitoria.  ¡El precio del alquiler es una ganga!   Así se anunciaba la casa acogedora y luminosa a la que nos fuimos a vivir.  ¡Qué contentas estábamos mi madre y yo cuando la recorrimos entera con las llaves en la mano! Un edificio moderno con dos alturas más ático y los miradores blancos contemplando la plaza de la Virgen Blanca, en el centro peatonal de la ciudad. La oportunidad parecía demasiado buena para dejarla pasar.  Desde el primer día que empezamos a vivir en ella, la atmósfera de misterio que emanaba despertó mi curiosidad. Comencé a leer sobre su historia y fue cuando tuve la extraña sensación de que una misteriosa presencia me vigilaba, lo que me obligaba a girar la cabeza para descubrir que estaba sola. ¡Qué desasosiego me entraba! Y por la noche. ¡Uf!, por la noche, parecía que compartíamos vivienda con «Los otros». La casa estaba llena de secretos que permanecían solapado...