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Mostrando las entradas etiquetadas como #Microrrelatos

El color de la esperanza

Desde El tintero de oro nos proponen escribir un microrrelato sobre un color. Al atardecer, cuando el sol enrojecía los cielos antes de sumergirse en el mar, me gustaba bajar a la playa. Siempre me cubría la cabeza con un pañuelo color turquesa. «Para protegerme del sol», decía. La explosión de colores naranjas y violetas me hacía creer en mundos de ensueño donde lo que anhelamos puede realizarse.  Y allí estaba ella, la mujer solitaria, con la mirada puesta en el horizonte, esperanzada. Parecía una sirena varada en aquella roca donde peinaba arrugas y lucía canas, mientras, el oleaje rompía en los acantilados y liberaba su olor a sal. Después, el mar calmado se le acercaba y con su espuma burbujeante le acariciaba los pies. Quizás, entonces, le preguntase el porqué de tan larga espera, pero el mar no sabe de respuestas.  Los susurros del viento revelaban un amor que emigró a Argentina con la promesa de volver a buscarla. Un día encontré la roca vacía, había desaparecido y nadie su

La runa y la flor de orquídea

Escribir jugando -Enero 2024- en el blog de Lidia   1.Crea un microrrelato o poesía (máx. 100 palabras) inspirándote en la carta.  2.En tu creación debe aparecer la runa: Mannaz.  Opcional: Que aparezca en la historia algo relacionado con esta flor de orquídea: Angel of protection. Las mujeres de aquel pueblo nórdico se reunieron en la cueva de la maga Eldar para escuchar sus sabias palabras. Mientras lo hacían, una orquídea surgió del suelo y, delicada, se abrió derramando su esencia protectora. Eldar les mostró que simbolizaba la fortaleza que reside en lo más profundo de lo femenino. También les enseñó el poder de la runa Mannaz para liberarse de ansiedades y dejarse fluir. Desde entonces, las mujeres pusieron en sus casas la flor de la orquídea e incorporaron la runa en sus vidas, y así se lo transmitieron a sus hijas de generación en generación.  (100 palabras) https://bloguers.net/votar/Maria_Pila r

Dónde está el narrador

El Tintero de Oro , por iniciativa de Pepe , nos propone escribir un micro de no más de 250 palabras, con una característica especial: sin narrador.   Oye, Pepe, mándame un pack de 12 cervezas, ya sabes, la Clásica; servilletas de papel, hilo dental y no me metas maquinillas de afeitar, que no uso.     Leonardo.   Hola, Leonardo, ¿o prefieres que te llame «El barbas»? De lo que pides en tu email, aquí, nada. Somos una empresa de sanidad privada, con muy buena atención al cliente. Pero mira, has aportado un punto a mi rutinaria existencia. ¿Hilo dental? Me encanta. La magia de una sonrisa de dientes perfectos hace sentirse unidos a dos seres por muy distantes que estén.   Carmen (Atención al cliente).    ¡Menudo despiste el mío, Sra. Carmen! ¿O prefiere «Encantadora de serpientes»? Sepa que no pienso desperdiciar ni un solo minuto en comprender su mundo, no me interesa. Ahora el mando de mi vida lo tengo yo y soy el protagonista. Se acabó el estar contando la de los demás.   Leonardo  

La última carta

Reto: Escribir un texto que incluya:  1. trece palabras con dos «d».  2. Incluir un objeto futurista.  En el blog: La trastienda del pecado   Querido Javier:  Si estás leyendo esta carta es porque yo ya me he ido. Quiero compartir contigo un secreto que me ha mantenido en vilo los últimos años de mi vida. Odradek existe, yo lo he visto. La primera vez, adosado en el techo de la cabaña del jardín. Un puñado apelmazado de hilos de colores. Fui a cogerlo con la mano para tirarlo a la basura, cuando sacó unas patas como dardos y dio un salto hasta la pared. La recorrió a una velocidad de vértigo y desapareció. Solo dejó un rastro hidratado , humedecido . Como si fuera capaz de generar H2O con su movimiento. Estuve dilucidando demasiado tiempo sobre este hecho para llegar a la conclusión más simple. No me cabe duda de que es un artilugio extraterrestre que no está abandonado a su suerte. Algún administrador lo dirige.   Allá donde te lo puedas encontrar, no te asustes. No hace da

La casa habitada

Mi participación en el reto de Lidia Castro , «Escribir Jugando», del mes de Julio. Consiste en hacer un relato de no más de cien palabras inspirado en la carta, que incluya el mineral «hematita» . Opcional, que aparezca en la historia algo relacionado con la  flor de cactus: Shadow cactus. Vuelve a hacerse real el aroma de las flores de cactus machacadas para un ritual. Se ha incrustado en las conciencias de la gente desde tiempos inmemoriales. Fulminado por la mirada terrible del chamán, un espectro siniestro se doblega hasta introducirse en la copa de hueso. Él la tapa con la piedra hematita y se la lleva. Su ritmo se confunde con el lento atardecer. Lo siguen los ojos admirados de la mujer que había ido en busca de ayuda sobre la presencia que habitaba su casa. En el ambiente había algo inquietante. Ahora toda la casa respira tranquila. (99 palabras)   https://bloguers.net/votar/Maria_Pilar

Microrrelatos al por mayor.

Aunque no soy muy dada a participar en otros blogs, alguna que otra vez me decido por alguno impulsada por el interés que despiertan sus propuestas. Esta vez, me he estrenado en Microrrelatos al por mayor (de Luisa Hurtado), con tres micros inspirados en dos fotografías de José Luis Rafael. Me ha parecido una interesante experiencia.¡Espero que os gusten! LA DEMOCRACIA Primera mirada:  La democracia con corazón ya no se lleva. La diosa de la economía bancaria es la que manda y ha dividido el cuerpo en 27 partes, aquella que no respire al ritmo que ella marque, será condenada al ostracismo más absoluto. Segunda mirada: Estábamos ciegos y nos creíamos felices viviendo en libertad, la realidad nos abrió los ojos y nos sacó los colores. METAMORFOSIS  Se negaba a mirar la silueta de su sombra siempre pegada a ella recordándole su pasado de oruga. Ella era una preciosa mariposa, sus maravillosas alas así lo confirmaban y sus colores con aquel brillo de polvo dorado, le aportaban u

Primavera de Microrrelatos Indignados

Cuando la cosecha acaba se va el sudor, pero se instala un dolor en el alma que corta el aliento. Él sabe muy bien que las cuentas no cuadran y que ni la semilla fiada se va a poder pagar. Empeñar ¿qué? Si viste botas agujereadas, pantalones raídos de pana, camisa sin relevo y boina castellana; todo ello uniformado con el color de su piel, color de la tierra agrietada. En la ciudad, tumbos dio el abuelo trabajando en todo lo que encontraba. Con mucho sacrificio logró que sus hijos fueran a la universidad para que tuvieran mejor vida que la suya. Hoy el nieto emprende el mismo viaje que él hizo hace tantos años, pero a la inversa. Ha estudiado Ciencias Ambientales, pero la ciudad, con la crisis, le ha cerrado las puertas. En el pueblo la vida es más barata y tal vez pueda labrarse un futuro cultivando un huerto ecológico en el pequeño terreno del abuelo. Con el rostro ensombrecido, el abuelo lo mira con perplejidad infinita porque no entiende nada. Por fin se atreve a preguntar: — ¿

El traje nuevo de Francisco Camps

Dicen que el hombre es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y el caso de los trajes de Francisco Camps viene a confirmarlo. ¿Quién no recuerda la historia del rey vanidoso que se dejó comprar por unos trajes a cambio de una suma de dinero y una condición inconfesable? Dejar que te hagan trajes de esa manera siempre es una apuesta arriesgada; pero era todo tan perfecto, fluía de una manera tan natural que… ¿Por qué no? Si su ego crecía con las expresiones de admiración y los elogios "forever". Trajes y más trajes que seguramente todos hemos visto moviéndose con elegancia a través de las pantallas del televisor, quedaban tan bien ajustados a la medida del que los llevaba que nos impedían ver el defecto.  Solamente un entendido en los entresijos de la confección pudo señalar con el dedo que el valor de los trajes se encontraba precisamente en lo que ocultaban y al presentar la prueba del delito, el defecto se hizo visible a los ojos de la mayoría.  Impli

Vacaciones de verano

Me conmueven los apasionantes compases de tango entre las encrespadas olas y los vertiginosos acantilados. Siento los besos de espuma que se lanzan y me dejo envolver por su vaporosa cola perlada. Me pregunto si tales asaltos de romanticismo afloran por influencia del verano en esta bellísima zona turística o más bien porque añoro ser yo la protagonista de tales encuentros. Cierro los ojos para imaginar largas piruetas de baile descalza sobre esas aguas cuando escucho: ̶ ¿Me concede este baile, Mademoiselle? En sus brazos mi velero suelta amarras y se desliza como el viento. © María Pilar

Grecia o las barbas de tu vecino

Gritos en las calles en contra de esta pseudo democracia y a favor de la auténtica, la que inventaron los griegos donde la Asamblea era el lugar de debate de todos los asuntos comunes. Voces en la asamblea que reúne a los líderes democráticos europeos para tratar el tema Grecia. Le marcan la agenda “sine qua non”, si lo quieres lo tomas y si no, también. La democracia con corazón no se lleva, la diosa de la economía bancaria es la que manda y divide el cuerpo en 27 partes, aquella que no respire al unísono será amputada, condenada al ostracismo, (ironía del destino, con Grecia topamos una vez más). Las deudas se pagan, ¿sin crecimiento? “or kompon”, compóntelas como puedas. Salvar a los bancos es el objetivo apremiante y si para ello tienen que pagar justos por pecadores pues adelante, estrangular las economías de los que trabajan con más impuestos, más paro…, el individuo anónimo no interesa. © María Pilar

Microrrelatos

Medusa inmortal Sólo sintió su viscosidad cuando se le quedó adherida al pie. La punzada de sus tentáculos le produjo un dolor insoportable. Quedó inoculado con el gen de la inmortalidad de su agresora. La gente enloquecida se lanzó a comer medusas. El gobierno buscó la fórmula para suspender las pensiones. © María Pilar La vida de los libros En cuanto cogía un libro para cumplir con su tarea de ordenar la biblioteca, se le quedaba pegado a las manos y descubría otros mundos más atractivos con los que llenaba la rutina de su vida. Cuando fue despedido, los protagonistas se identificaron con él y abandonaron su habitat en los libros, lo siguieron. © María Pilar Ser o no ser No era consciente de su figura doblegada para poder soportar la carga. El día que logró ver la sombra de su caparazón soplándole en la nuca, comprendió que no merecía la pena seguir con ese lastre. Su cuerpo crujió al cambiar de postura para empezar a ser. © María Pilar Tragedia Ahora, unos pocos l

Días grises amenazantes

Día gris amenazante. Se siente la presencia del Sr. Clima Invernal que hoy se ha despertado tras un periodo primaveral y deambula por el entorno. Desde el amanecer, está preparando sus brochas para pintar la ciudad. Hoy ha elegido su color favorito, el gris; la neblina se pega a los cristales y parece querer inundarnos la casa. El mal tiempo exterior acompañado de un gran silencio en esta destemplada mañana, nos invita a permanecer en casa. Afortunadamente es sábado y podemos quedarnos. De niña no recuerdo días grises.  Allá donde vivía juraría que no había. Frío sí y mucho, pero siempre teníamos ganas de salir a la calle, sobre todo cuando el cielo se desplomaba y lo uniformaba todo cubriéndolo de nieve. Los caminos los hacía la gente a base de pisadas. Fuera de estas veredas las huellas de algún gorrión sobre la nieve quedaban borradas por la silueta de un niño que divertido se tumbaba en la nieve.  Aquí y allá se oía el rasgar de las palas con las que los vecinos limpiaban las

Los años se le escapaban por la sonrisa

Caras Inut —Te estás sonriendo. —¡Ah! eres tú. No te había visto. —Claro, estabas tan atenta mirando a tus nietos por la ventana. Es bonito verlos a todos juntos ¿verdad? Lo que tú siempre hiciste con nosotros ahora el mayor ha cogido el testigo y lo ha logrado con ellos. - ... La relación con ella siempre era fácil porque era inteligente, intuitiva y conciliadora. Y sobre todo fue una buena madre. Le gustaba verse rodeada de familia y estar al servicio de los demás. Viendo con qué entusiasmo nos contaba historias de cuando vivió en Burgos de joven, creo que fue el tiempo más feliz de su vida. Sabía escuchar y tenía una sonrisa preciosa que le iluminaba la cara. Cuando alguna cosa le sorprendía gratamente o le hacía gracia se reía hasta brotarle las lágrimas y no podía parar de reír cuando quería contárnoslo. Como esa vez que iba con Román en el coche por la calle principal de la ciudad y de repente él paró el coche y le dijo: "Espera un momento". Por la ventanilla d

La tormenta

La tormenta no esperó al anochecer para enseñarnos sus cuchillos. Los primeros nos sorprendieron antes de salir del pueblo. La estrecha carretera por la que íbamos se desdibujaba por momentos al ritmo de los limpiaparabrisas que braceaban sobre el cristal sin dar a basto. También nosotros intentábamos dominar nuestros miedos sin conseguirlo. En la vega éramos un coche a merced de la tormenta, el paisaje real se desvanecía y los cielos se abrían llameando fuego acompañado de un ruido infernal. La lluvia arreciaba y el coche seguía moviéndose sin clara orientación. La negrura de la noche envuelta en lluvia torrencial se rasgaba con más rapidez ante la fuerza de los rayos y truenos que caían por doquier. El alma de los relámpagos se filtraba en el interior del coche creando una atmósfera de pesadilla. Se nos tragó la voz. © María Pilar 

La caza del jabalí

Al final la curiosidad de aquella niña superó sus miedos y se acercó a la plaza. Tenía apenas seis años, dos largas trenzas, vestido estampado y calcetines cortos. Quería ver con sus propios ojos lo que constituía la gran noticia que como un rayo había irrumpido en la monotonía del discurrir de la vida del pueblo. Encogió su pequeña figura como un gazapo y logró ver entre las piernas de algunos señores, que formaban un corro, al enorme jabalí que habían cazado. Olía a animal salvaje y a caza.  A medida que iban llegando el corro se abría para hacer hueco a los nuevos. Observaban al animal con gestos sorprendidos, como la prueba de una gran proeza. Después se dirigían con admiración al héroe del día. Este sonreía y reconocía que cualquiera lo hubiera hecho si la suerte le hubiera venido de cara. A juicio de los entendidos era la mayor fiera que se había visto en la zona desde tiempos inmemoriales. La emoción estallaba en medio del silencio. El sol incidía sobre la mancha rojiza en e

La vida después de los atentados de los trenes en Madrid

A las ocho menos veinte, la vida de Araceli Cambronero salta por los aires. Viajaba en uno de los trenes malditos del 11 de marzo de Madrid. Había corrido mucho para entrar en el vagón y se quedó junto a la puerta en la estación de Entrevías. Cinco minutos apretados entre la masa de gente que llevaba el vagón y el tren llega a Atocha. Se abren las puertas, sale para dejar paso a los pasajeros y... "Salimos volando todos al suelo..." Es sólo una mujer a la que personas muy queridas que le hubieran llorado amargamente si hubiera muerto le han dado la espalda. Para ella hay un antes y un después, pero a pesar de que fue marcada a fuego, que sueña sin descanso con trenes vacíos, que le atormenta la pregunta "¿por qué yo sí salí y los demás no?", que se siente impregnada de un olor que nunca en la vida se va a poder quitar, es incapaz de ganar la partida al miedo y tomar cada día el mismo tren. En tratamiento psicológico desde entonces se sabe menos alegre, menos c

Los quinquilleros

Caras Ionut Llegaban envueltos en una nube de polvo que levantaban sus pesadas carretas y al son de un tintineo que producían todos los objetos metálicos que colgaban en los laterales. —¡Ya están aquí los quinquilleros!—decían en el pueblo. Una columna de humo nos indicaba dónde se asentaban. Los chicos los mirábamos semiescondidos desde la distancia. Desprendían olor a humo, y los niños iban descalzos. Eran diferentes. Entre ellos y nosotros se establecía una barrera de incomunicación. Las mujeres vestían faldas largas de colores y llevaban puesto un pañuelo en la cabeza dejando ver por detrás sus largas melenas. Eran jóvenes y muy guapas, con grandes ojos negros y unos pendientes muy largos. Con la carga de algún bebé a sus espaldas iban por las casas para que les dieran utensilios de metal, porcelana o loza para arreglar. Lo más curioso es que ponían unas grapas enormes en los platos rotos de cerámica o loza y no se les resquebrajaban. Un año se desgajó una pareja del gran

El madrileño en el pueblo

Allí estaba, como un pasmarote larguirucho y estirado con su ropa nueva de verano y sus sandalias relucientes. Todo él parecía salido de la plancha. Ni un solo pelo se le movía de lo engominado que iba. Desde la acera de enfrente nos vigilaba y escuchaba lo que hablábamos. Al principio no le dimos importancia. La carretera era la línea divisoria y así seguimos con nuestros juegos y nuestra vida en la calle. No teníamos nada que ver con él. Vestidos con la ropa heredada de algún hermano mayor, con los rasponazos en las piernas, las zapatillas de color indefinido y sobre todo alegres y curtidos por el sol, lo nuestro era la vida de la calle. A pesar del acuerdo tácito de la carretera, la relación hostil se fue fraguando entre las dos aceras hasta que un día le oímos hablar por primera vez: ¡Paletos! ¡Paletos!  Su desfachatez nos enconó. Edu no tardó en escupir lo que nos pareció el peor insulto: ¡Madrileño! Y toda la panda, que éramos Edu, Luisito y yo, al grito de ¡Madrileño! nos

El monstruo

de Almoharín "No tuve más remedio que meterme en la cama. Y me acosté. Pero tomé la precaución de dejar abiertos los postigos, porque no hay nada más hermoso que ver una estrella sorprendida y fija dentro de un marco. Una. Las demás hay que olvidarlas." (García Lorca) Cuando leía este texto en la enciclopedia de primaria, admiraba a Lorca; lo admiraba y lo envidiaba. Él tenía su estrella. Yo también sabía que en mi cachito de cielo había muchas estrellas y una brillaba más que las otras y titilaba como si me hablase, pero agachaba la cabeza porque no me atrevía a contemplarla. Me parecía que la noche nunca dormía y siempre había algo que se movía en su oscuridad: ojos que me observaban o manos que se alargaban para atraparme El mayor monstruo para mí era la enorme luna de octubre. Y me acuerdo que era octubre por coincidir con mi cumpleaños. La luna carirredonda clareaba la higuera que estaba enfrente de mi casa, se colaba por la ventana de mi habitación y proyectaba

Un abecedario de 1898

El abecedario que estaba haciendo la abuela de la entrada que colgué:  “Ocurrió en el año 1898” ,es auténtico. Yo lo descubrí 100 años después. Seguramente fue algo que se valoró en su momento y por eso se conservó. Posteriormente, su dueña sería costurera y lo enrolló para utilizarlo como acerico. Pero un día, con el descuido con el que se pierden las cosas más normales, desaparecería de su sitio sin dejar rastro; o la que desapareció fue la dueña y el acerico se quedó en el fondo del costurero cuando ya nadie lo usaba. Así, los alfileres pudieron dejar su huella oxidada que hoy nos muestra.  Años más tarde, alguien hizo grandes cambios en la casa y volvió a abrir ese costurero. Salvó lo que era salvable y tiró o fue quemando lo inservible. Este abecedario, de color indefinido cuando yo lo encontré, lleno de manchas y hecho un rebujo, fue a parar, junto a troncos y otros papeles, a un cesto que había en la pequeña cocina de la casa vieja para calentar la estufa. Por suerte, los du