Desde El tintero de oro nos proponen escribir un microrrelato sobre un color. Al atardecer, cuando el sol enrojecía los cielos antes de sumergirse en el mar, me gustaba bajar a la playa. Siempre me cubría la cabeza con un pañuelo color turquesa. «Para protegerme del sol», decía. La explosión de colores naranjas y violetas me hacía creer en mundos de ensueño donde lo que anhelamos puede realizarse. Y allí estaba ella, la mujer solitaria, con la mirada puesta en el horizonte, esperanzada. Parecía una sirena varada en aquella roca donde peinaba arrugas y lucía canas, mientras, el oleaje rompía en los acantilados y liberaba su olor a sal. Después, el mar calmado se le acercaba y con su espuma burbujeante le acariciaba los pies. Quizás, entonces, le preguntase el porqué de tan larga espera, pero el mar no sabe de respuestas. Los susurros del viento revelaban un amor que emigró a Argentina con la promesa de volver a buscarla. Un día encontré la roca vacía, había desaparecido y nadie su
Un blog de relatos