Bajo a la playa. Extiendo la toalla en la arena, me quito las chanclas y busco en el bolso el libro para leer. El sonido de las olas festonean de espuma la orilla. Cierro el libro y lo dejo a un lado. Muy cerca, una niña coge la mano de su padre y se queda pegada a él sin dar un paso. Tiene miedo a los bichos. Son algas que cubren una franja cercana al agua dejando un olor característico; con el movimiento del mar al romper en la playa, parecen cobrar vida propia. — ¿Y si me pican? El padre se gira para señalarle el puesto de los socorristas que lo curan todo. No parece convencida. Entonces él la levanta en volandas y se la coloca en los hombros. La niña celebra a gritos lo fuerte que es su padre. Y quién no, teniendo un superhéroe para sobrevolar todos los peligros. Alcanzan el agua y las voces y risas de los dos al saltar las olas me llegan mezcladas con el olor a mar. Un olor sutil y agradable asociado a hermosos recuerdos de días de s...
Un blog de relatos