Mantener su recuerdo hace que permanezca entre nosotros.
El gato enfermo había vomitado en el comedor. El olor nauseabundo me provocaba arcadas. Madre abrió de par en par la ventana. De entrada, el aire primaveral no pudo con aquella peste que con su presencia llenaba toda la estancia. Después, se arrodilló y empezó a fregar el suelo con fuerza, lo limpió a fondo. Por fin, empezó a pasear por todos los rincones del espacio con la pequeña pala de hierro de la cocina en la mano. Portaba un carbón encendido que humeaba al volatilizarse el azúcar que le había echado, lo que producía un olor característico, agradable. Según ella, era el método más eficaz contra los malos olores. Fuera, el sonido del motor de un coche tapó el cloqueo de las gallinas que huyeron en desbandada.
—Lo que me faltaba —dijo madre. Si tu padre no soporta los malos olores, devolverá, seguro.
Dejó la pala en el alféizar, removió las ascuas, fijó sus ojos en ellas e inspiró profundamente. Sonrió. Entonces salió a su encuentro para llevarlo a la cocina donde le había preparado el almuerzo.
Hola, María Pilar.
ResponderEliminarNo sé si es un recuerdo real, pero la verdad es que transpira tanta cotidianeidad que sientes que formas parte de la escena. Las madres, siempre cuidadores, logrando que hasta el acto más sencillo se transforme en armonía, en amor.
Un beso, y feliz fin de semana.
Gracias por comentar, Irene. Sí, es un recuerdo tan real como la vida. De esos que, de repente, te vienen a la cabeza cuando piensas en ella. Aunque sea tan nimio, marca su ser de madre, ponía remedio a todo y, en esa entrega, tal vez, estuviera el secreto de su felicidad que hacía tan agradable contar con su compañía.
EliminarUn beso.
Todo un homenaje a esas heroínas anónimas, que están siempre dispuestas a hacer magia, dándole la vuelta a lo negativo y envolverlo todo con su fortaleza, su ánimo y su entrega...Las madres, nuestras madres, que daban la vida a cada instante porque todo mejorase...Gracias Pilar...Mi felicitación por tus buenos relatos, amiga.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y admirado.
Hola, Mª Jesús, tú lo has dicho, heroínas anónimas siempre haciendo magia para facilitarnos la vida. Gracias por pasarte y comentar.
Eliminar¡Un entrañable abrazo!
Un micro ejemplar y ejemplarizante, un lujo leerlo. Abrazos
ResponderEliminarGracias, Ester. ¡Qué grandes mujeres, nuestras madres!
Eliminar¡Abrazos!