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Mostrando entradas de 2011

Al otro lado del río

Solo Felipe se quedó rezagado y con una navaja toledana talló una cruz en el tronco del chopo más cercano al lugar donde habían encontrado a la niña. Fijó su vista en la casa de piedra que se veía al otro lado, parecía ruinosa y estaba casi cubierta por la hiedra, pero el ruido renqueante que producía le confirmó que el viejo molino seguía en activo. Limpió la navaja pasándola por su pantalón de pana ajado, la cerró, y se dirigió hacia el grupo.  Al salir a zona más amplia para cruzar el puente de regreso, echó un vistazo a la era donde una mula de talle alto, dirigida por un chaval cubierto con un sombreo de paja, daba vueltas tirando de un trillo. Un perro corría cerca y ladraba a los pardales que levantaban el vuelo. La emoción lo embargó y un punto de rabia brilló en sus ojos. Se sentó en una piedra y apoyó la cara en una de sus manos. Pasó tiempo y tiempo. Fue capaz de abstraerse del mundo exterior y pudo reflexionar sobre la encrucijada en la que se encontraba para buscar una

Ya llega la Navidad

Se dice que las Navidades eran las de antes, que hoy se ha perdido su espíritu. Que ahora solo hay jolgorio, luces y colores en las grandes superficies que atraen a los consumidores. Todo se reduce a comilonas y botellas de champán con la consiguiente resaca del día después.  Tal vez es que los que pensamos así nos hemos hecho mayores y hablamos desde la nostalgia de lo que vivimos. Sabemos que ese tiempo no volverá. Tal vez los niños de hoy sigan esperando la Navidad con toda la ilusión que para ellos encierra la magia de esa palabra. Ni mejores ni peores, las suyas, porque este es su tiempo y han de disfrutarlo.  Para mí las mejores Navidades fueron cuando la niña era pequeña. Empezaban a primeros de diciembre, en concreto el fin de semana del 8 que siempre es fiesta en España. Enfundados en abrigos, con guantes, gorros y bufandas para protegernos del frío que hace en Vitoria esos días (algunos grados bajo cero), nos íbamos al monte a buscar musgo, piñas, ramas de abeto y rocas.

El Pensador de Rodin

«Así es y así tenía que ser » , se dice para sus adentros El Pensador de Rodin mirando hacia abajo a la gente que lo observa sin atreverse a molestarlo. Se encuentra en el centro de la ciudad. En medio de la plaza de la Virgen Blanca de Vitoria, interpela a la gente que pasa conversando animadamente y que, de pronto, al verlo se impone un brusco silencio.   Al atardecer su figura queda perfectamente recortada con el sol de poniente. Parece quieto, pero el brazo derecho que sostiene la cabeza descansa sobre la pierna izquierda, lo que produce una importante rotación del cuerpo como dispuesto a marcharse a otro lugar en cuanto haya puesto punto final a sus reflexiones.   No es normal en nuestra sociedad encontrarte por la calle con un hombre que sea capaz de abstraerse del mundo exterior y se detenga a reflexionar sobre la encrucijada en la que se encuentra en la vida para buscar una salida que le permita avanzar.  «¡Claro que no es normal, si a los que lo hacemos nos mantienen encerra

El obrero poeta

No cabe duda de que es una persona con gran atractivo y simpatía. Allá donde va no pasa desapercibido por su carácter abierto y su fácil comunicación. Mientras sus compañeros de trabajo, obreros de la siderurgia, dedican su tiempo de ocio a la familia, a los amigos o al deporte; él va más allá dedicándose a la lectura y sobre todo al desarrollo de su afición: la creación poética. Esa melodía que sale de su interior encadenando rimas y expresando ideas sin someterse a normas literarias nos emociona. Es lo que hace que sea conocido como "el poeta" y uno de los hombres hechos a sí mismos, En sus poemas transita por un mundo personal y cercano marcado por el zarpazo de las frustraciones, las alegrías y la mordedura de la enfermedad. Parece tener la intención de ser leído como algo inmediato, pero cobrará una nueva dimensión con el paso del tiempo cuando sea un legado en el que puedan bucear sus descendientes. Ahora la realidad que cuenta está muy unida a la vida del presente, por

Emigración rural de los 50

Cuando la cosecha acaba hay que pagar a los obreros, vender el grano, apartar para vivir o malvivir el resto del año y otra parte para comprar simiente, minerales y herbicidas con los que comenzar el ciclo y mirar al cielo para que tenga a bien enviar el agua tan necesaria. Se arreglan trillos, se limpian y almacenan aperos, se enderezan hoces y cuchillas. Cuando la cosecha acaba se va el sudor pero se instala un dolor en el alma que corta el aliento. Él sabe muy bien que las cuentas no cuadran y que ni la semilla fiada se va a poder pagar. Empeñar ¿qué? Si viste botas agujereadas, pantalones raídos de pana, camisa sin relevo y boina castellana, negra, bastante manoseada; todo ello uniformado con el color de su piel, color de la tierra agrietada y seca. Vendió el par de mulas, malvendió los aperos, se desprendió de su fiel amigo el perro y se lanzó a esos caminos de dios en busca de una vida mejor; atrás dejaba mujer embarazada y dos pequeños con la promesa de llevarlos con él alg

La crisis económica

Aquel otoño saltaron todas las alarmas financieras de EEUU. Los bancos estadounidenses empezaron a exigir el pago de los préstamos que tan alegremente, a cambio de buenas comisiones, habían concedido a otros países y a personas individuales que no podían devolverlos. El problema se extendió desde Estados Unidos a Europa. Al mismo tiempo, aquellas personas que tenían depositado el dinero en los bancos perdieron la confianza y quisieron retirarlo. Al no tener dinero para devolver los depósitos, muchos bancos empezaron a quebrar. La escasez de dinero implicaba que había menos para invertir en las empresas y menos para comprar productos. Los valores de la bolsa cayeron bajo mínimos, cundió el pánico y nació la crisis y como las desgracias nunca vienen solas, en el mismo paquete se presentó una prima, de Riesgo dicen que era su nombre, y arrasó con lo que quedaba. La situación provocó grandes tasas de desempleo y desocupación y gran parte de la población empezó a vivir por debajo del u

José Luis Sampedro Premio Nacional de Literatura

Hace unos días he tenido la suerte de ver a Héctor Alterio y Julieta Serrano representando en El Principal de Vitoria 'La sonrisa etrusca'. Una obra inspirada en la novela homónima de José Luis Sampedro. Todo el potencial dramático que late en la novela lo transmite Héctor Alterio desde el escenario al transformarse en el viejo campesino calabrés que por motivos de salud tiene que viajar a Milán a casa de sus hijos. Allí va a descubrir y nosotros con él, el choque de dos mundos culturales diferentes, la sensibilidad y ternura tras la coraza de partisano que lo envuelve y también el amor que surgi en la llamada "tercera edad". Quedé prendada de este actorazo ¡Sublime!. Él mismo ha calificado esta adaptación teatral de "difícil y compleja" por los "continuos cambios en el tiempo, del pasado al presente y viceversa". Hoy desayuno con la noticia de que el escritor barcelonés José Luis Sampedro ha gando el Premio Nacional de las Letras Españo

El peregrino: Sueños de niñez

El peregrino de lo blogosfera  hoy ha parado en este blog y al marcharse me ha dejado el regalo de este precioso vídeo y el texto que lo complementa para reflexionar.  ¡Que sí! ¡Que sí! que es verdad. Al principio yo tampoco  me lo creía, de ahí mi grata sorpresa al entrar hoy en mi casa y encontrarme con él. ¡Qué genial idea! Gracias, por este regalo que yo ya sé que  es  un granito de arena en tu incansable peregrinar por la blogosfera. Pero este granito de arena es un eslabón más de la inmensa cadena a la que se va uniendo tanta y tanta gente gracias a tu actividad.  El Peregrino de la Blogosfera llega a un lugar muy especial ya que la curiosidad por este largo viaje ha conseguido abrir sus puertas. Hoy voy a contarles los sueños de niñez, aquellos días en los que los libros nos transportaban a islas misteriosas con tesoros escondidos, días en que la Luna hacía que el espacio fuera más accesible y soñáramos con llegar a las estrellas. La fantasía estaba siempre en nuestra cab

El otoño metáfora de la vida

Llega el otoño se quiebra la neblina y el sol inicia su poniente. Los rayos de sol reflejan su iris en las gotas de agua de las hojas y los charcos del suelo espejean todo su esplendor. La gama de verdes, dominante en otra época, se torna en una explosión de color y fuerza que da lugar a un abanico multicolor, es el álbum de la vida. Los castaños de indias motean sus hojas de almagre y los tilos del parque del Prado coronan ya de amarillo dorado, alternando con las pinceladas rojizas de los arces y el verde tardío de los fresnos. El suelo húmedo, salpicado con el ocre recién estrenado, va mostrando las huellas que se dejan al andar. La naturaleza se presenta con sus mejores galas otoñales con tantas historias que contar, que apetece sentarse en alguno de los troncos musgosos caídos y dejar que pasen las horas agudizando los sentidos a impresiones y sentimientos totalmente desconocidos en nuestra vida de urbanitas estresados.

En el quirófano

Frío, frío es lo que notaba y dos enormes ojos bisojos, de neón, que se me acercaban y se alejaban desacompasados. Mi estado de ansiedad contrastaba con los comentarios jocosos y el ambiente de risas que pululaba entre el equipo de enfermeras en torno al cirujano cuya bata verde dejaba entrever su corpulencia. Este, sin piedad, ya me estaba clavando una enorme aguja directamente en el nervio de la mano derecha. “Tenía que inmovilizarla” decía, para poder operar. “Salvaje” “Salvaje”, pensé. La mayor de las enfermeras con una sonrisa burlona que se ensanchaba me preguntó: —¿A que tú estás con nosotras? —No, no; yo estoy con el doctor, en estos momentos no puedo decir otra cosa —le respondí modosita, más que nada por no contrariar al cirujano cuyos brutales instintos intuía. La voz socarrona del doctor sonó como un eco deformado de mis palabras: “En estos momentos no puedo decir otra cosa” Una vaga sombra empezó a aparecer por encima de la manta que me cubría. Fue creciendo y proy

Conflicto en la Educación Pública en la Comunidad de Madrid

Estos días han circulado por internet multitud de cartas abiertas de profesores tratando de explicar que no son dos horas, que no son ellos los más perjudicados. (https://goo.gl/Vdrvm2) Que somos nosotros. Me indigna ver cómo todo su esfuerzo no sirve para nada en cuanto algún político deja caer frente a los medios que son unos vagos y que sus protestas se deben a esas dos horas que no dejan de mencionar. Nos manipulan como quieren, sus medias verdades aparecen en las primeras planas de sus periódicos mientras los hechos, las cifras objetivas, quedan sepultadas bajo sus artimañas electorales. Así que me gustaría compartir mi versión como alumna de secundaria de la escuela pública. No creo en partidos políticos ni me importa a quién le bajen el sueldo o le suban dos horas, me importa mi futuro y el de mi generación. Hace una semana que comencé 1º de Bachillerato en un instituto de Getafe. No es una mala zona, no hay mucha pobreza y sé que debo considerarme afortunada. No puedo im

Condición de mujer

Caras Ionut Quiero compartir la alegría de la sorpresa Queda y callada me acerco con ilusión La voz del dolor ahoga mis emociones Las sombras se encogen con desidia Momento culpable de una tristeza infinita El volcán escupe sus oleadas de fuego Las heridas tardarán en cicatrizar Quiero pintar una sonrisa en mi alma Quiero regalarme una brizna de felicidad Necesito tiempo para ensamblar el barco Un encuentro con mi soledad Olvidar los fantasmas que me acosan Salir airosa de este vendaval Quiero pintar una sonrisa en mi cara Quiero mostrar alegría ante la dificultad. © María Pilar

¡Por fin! Se acabó la violencia de ETA en Euskadi

"Mil sueños se han roto mil vidas al sol Hoy sufro tu llanto te doy mi canción No me caben penas para tanto horror Es tanta la rabia es tanto el dolor” Gontzal Mendivil Desde que se anunció su estado crítico la gente pasaba las horas en su quehacer diario esperando el comunicado anunciado. En las miradas y en los gestos se insinuaba un atisbo de esperanza.  Estaba en fase terminal y todos esperaban el desenlace. Hora tras hora como cuentagotas se fue colando en su mente lo que era una agonía sin vuelta atrás. Avanzaba la tarde del jueves 20 de octubre cuando el corazón del terrorismo del País Vasco dejó de latir.  ¡Por fin!  El alegre desenlace se había producido. Terminaba un proceso de violencia, un muy largo y doloroso proceso. Hoy el sol brilla más, la gente parece más contenta y en cafés y terrazas se habla de manera animada. © María Pilar

Nostalgia de la luz y las estrellas

Conozco un lugar de la tierra de bellos atardeceres rojizos y violetas que perfilan la silueta de todo un pueblo que descansa acunado por sus cerros. Siendo el mismo paisaje luminoso que te acompaña durante el día, a esta hora cobra nueva vida: las personas salen a la fresca enredándose en tertulias interminables, los grillos cantan por doquier, el tintineo de las lejanas esquilas avisan del retorno de los rebaños de ovejas y el cielo se engalana de fiesta lanzando sus fuegos artificiales.  Se abre la puerta a un escenario estrellado que te sobrecoge con su presencia grandiosa e infinita para anunciar el advenimiento de un nuevo día. Este se cuela por las rendijas de las persianas inundándolo todo con un derroche de luz que te hace saltar de la cama y abrir la ventana para que te acoja con todo su esplendor acompañado de una sinfonía de trinos. Hay lugares que no son simples puntos geográficos en un mapa, encierran sentimientos, emociones y vida, pura vida. Tienen el alma de qui

El médico rural

El pueblo dormía la siesta ese día de verano.   La madre, con el delantal de la cocina y las zapatillas de estar en casa, cogió rápidamente a la niña en sus brazos y corrió hacia la casa del médico. De vez en cuando, tenía que espantar algún moscardón que se acercaba al olor de la sangre a la vez que sujetaba a la niña.    Al llegar, sudada y con la respiración agitada, lo que parecía apurarle era presentar al doctor así a su hija, envuelta en un revoltijo de trapos ensangrentados, con sudor y lágrimas. La niña, pálida por la sangre que había perdido, miró al médico con ojos desorbitados, manifestándole el rechazo que le producía y se agarró fuertemente al cuello de su madre para impedir que la dejara en aquel cuarto que le dejó grabado, en un lugar recóndito de su cerebelo, un olor tan penetrante que no ha olvidado jamás.  El padre había dejado la segadora agrícola a la entrada de casa, mientras comía. La niña retó a su amiga, Chelo, a subirse a lo alto de la máquina. Esta se acob

Contra el maltrato infantil

Amedrentados por las sombras que sus propias figuras proyectaban en las tinieblas a la luz de la vela, los dos hermanos se arropaban para hacerse compañía. El vino producía un sonido metálico al caer en el garrafón de cristal. De pronto, una oscuridad taponó la boca de la cueva. La vela se estremeció, un viento frío agitó los toneles, las gotas de humedad lloraron suspendidas en la bóveda, el crujir de las maderas se silenció, tan solo un caballo desbocado por corazón y unos pasos que se acercaban. El niño se escabulló al instante. La niña no corrió la misma suerte.

El primer día de clase

El primer día de clase, recibo a los alumnos con un breve saludo y comienzo a explicarles el contenido del curso y las normas para participar en el mismo.  Un muchacho interviene para decir: “pero tú, ¿cómo te llamas?” Está mirando la hoja informativa que se les ha dado donde su tutora aparece con nombre compuesto, uno de los cuales coincide con el que yo me acabo de presentar. Agudo y listo, sí; a modo de presentación deja bien claro que él no se corta un pelo.  Más tarde toma de nuevo la palabra: “¡porque un día lleguemos fuera de la hora no pasa nada!” Oigo algunas risitas que le hacen coro.  Frente al resto de la clase que permanece expectante, me mira con todo descaro. Sé que intenta mantener un pulso conmigo para dejar bien claro quién va a ser el líder del grupo. Me interesa que vaya enseñando sus cartas. Muchos de los que actúan así ocultan circunstancias personales, familiares o de otro tipo que les impiden progresar. Tendré que ir descubriéndolo.  Mi respuesta de mome

El dolor de la ausencia

¡Cuántas veces me he quedado mirando tu foto intentando descubrir algo más! Y nada. ¿Estaba ya enferma y no nos lo decía para no preocuparnos? ¿Se sentía triste o cansada? Eran las fiestas del pueblo y volvíamos a casa después de la misa mayor. Nos habíamos detenido en la plaza para ver los danzantes y respirar el ambiente tan animado de la fiesta. Lo recuerdo como un momento relajante, sin prisas ni agobios. Si sus preocupaciones eran otras, ella estaba ahí feliz y contenta, también parecía tranquila, intuyo que había dejado la comida preparada para todos. Mira a la cámara con una expresión muy natural en ella, es la que más alegría manifiesta y hasta aprecio un guiño de complicidad con el fotógrafo. Es justo esa forma de saber estar la que más confianza transmitía a los demás y que fue la base del cariño que le tenía la gente. Un año después, el diagnóstico de su enfermedad desestabilizó todos nuestros anclajes. ¡Qué mazazo tanto por cruel como por inesperado! La enfermedad se

¿Aquellos maravillosos años?

¿Alguna vez pensaste que esto fuera tan brutal? dijo Mikel ya en la calle con la mano en las lumbares doloridas por los golpes de la porra policial. Esto, ¡pero qué es esto! ̶ le contesté enojada enfundada en mi pantalón de pata ancha y mi chaquetón de cuadros. Ese día de invierno nos vimos a la deriva de un destino incierto.  En los alrededores de la universidad los "grises" se habían ensañado y habían cargado con contundencia. Las fuerzas de orden público parapetados tras los escudos se entregaban a fondo para disolver nuestra manifestación en apoyo de la lucha obrera. El humo de los botes nos envolvía impidiéndonos respirar; el ruido de los disparos de los antidisturbios nos estallaba los tímpanos y nos alteraba el ritmo cardiaco; las pelotas de goma, que caían por doquier, abatían a los que alcanzaban... Las toses y la irritación en los ojos hacían que buscásemos una salida y chocábamos con furgones policiales que cortaban las calles de escape y por el otro lado, ar

La tragedia de la niña de siete años

Hay entre el pueblo de Villamediana y el río Pisuerga un extenso valle que se ha ido formando por sedimentación tanto del arrastre y depósito de las aguas de escorrentía como de los arroyos que lo cruzan. Théodore Géricault La abuela, mujer de carácter, era la mejor amazona de la zona y montada en su caballo, aparecía en cualquiera de sus fincas cuando menos se lo esperaban para vigilar el trabajo de los obreros. Lo que en un hombre se hubiera visto como normal, en ella chocaba, era mujer y ¡vaya mujer! No se sometió al papel de esposa sumisa que marcaban los cánones de la época. Antes del nublado —los de la zona todavía hablan de antes del nublado como referencia temporal— estaba pletórica de salud y vida, y después salió de él envejecida y enferma. El ama de llaves, enjuta y cargada de espaldas, musitaba un soniquete de oración para ahuyentar los malos espíritus. Envuelta en un halo de tristeza que embargaba su espíritu le susurró que seguía oyendo noche tras noche cantar a

Por la escuela pública - ¡No a los recortes!

Es una maestra de escuela, lista, resuelta y debidamente preparada. Ha vivido cogiendo el tren en su vagón de cola y sigue siendo la misma profesional de siempre.  Apenas se levanta pinta una sonrisa en su cara y no la provoques que te responde con todo descaro.  Sonríe al saludar a sus chavales cada día aun sabiendo que su trabajo pende de un hilo; una decisión política en nombre de la austeridad puede declararlo prescindible.  Es una aguja en un pajar, un granito de arena ante las grandes cifras macroeconómicas. Lleva años de experiencia, de saber hacer, corrigiendo fallos de aprendizaje, celebrando éxitos.  Lo que más admiro son sus ganas de seguir adelante, aunque por momentos pase por su mente el grito: "¡que se pare el mundo que quiero apearme!"  Uno de esos momentos ha sido precisamente cuando se ha informado de que los recortes de la escuela pública pueden afectar a Proyectos de Educación Inclusiva como el suyo y que un montón de chavales va a perder el tre

¡Cómo estaba la playa!

Todos a la búsqueda y captura del bronceado. Que para ello hay que pasarse buenos sofocones y grandes incomodidades, no importa. Arena por aquí, arena por allá. La pelota del niño que nos cae encima, la arena del que sacude la toalla, las gotas de agua que nos van dejando los bañistas, obstáculos en movimiento por doquier; todo se aguanta antes de volver al lugar de origen con el color pálido anterior a las vacaciones. Uno puede estar pasando una crisis económica como la de este país ahora mismo, pero no tanto como para parecer pobre y provinciano. El color iguala y en este caso se busca el de los que viven bien y pueden permitirse muchas horas en contacto con la naturaleza. En una palabra, los de poder adquisitivo alto que siguen siendo los que marcan la pauta; aunque, también es verdad, que no siempre optaron por el mismo color. Conocí a una señora, señorita decía ella porque no había conocído varón, que con muchos años sobre sus espaldas bajaba a la era y sentada en el trillo d

La noticia que nunca dan los noticieros

Una mañana serena, soleada, con una brisa fresca que terminará por barrer las nubes. Empezar el día así, se hace más fácil la vuelta al trabajo y como he salido de casa con tiempo puedo ir tranquila observándolo todo. ¿Qué historia habrá en la vida de ese Cocker Spaniel que mea en el castaño de indias del parque? Su dueño se hace el despistado. Estoy segura que no lo pierde de vista. Algunos jubilados de poco dormir salen a andar en grupo, como cada día. Esos ciclistas que pasan por el carril bici con la mochila a la espalda, ¿van también a su lugar de trabajo? ¡Cuánta gente sube y baja en la parada del tranvía! Una marea de jóvenes está entrando en el instituto; gritos y risas celebran el encuentro.Todas las tiendas ya están abiertas y la vida comercial fluye. La ciudad ha despertado del letargo de las vacaciones. En contraste, los nubarrones de las noticias económicas y el ataque terrorista que han escupido los medios de comunicación esta mañana, nos envuelven en una atmósfera

Sobre fosas y cunetas

«Por razones aún desconocidas, esta zona entre Villamediana y Valdeolmillos fue utilizada varias veces por los verdugos, ya que en los alrededores se ha constatado la presencia de, al menos, cinco fosas con cadáveres de diferentes pueblos del sur de la provincia». (Ángel Redondo, coordinador de la asociación para la Memoria Histórica de Palencia). Hay noticias que como una ráfaga de viento sacuden el polvo de la memoria y dejan entrever retazos de conversaciones de los mayores que se colaban en la mente de los niños. Estos días, al escuchar noticias sobre muertos en las cunetas, todos ellos víctimas de la represión franquista, aquellos retazos de conversaciones cobran su auténtico significado en personas ya adultas.  Bisbiseos en la oscuridad de la noche con las puertas y ventanas cerradas. Era una época lejana donde imperaba el poder del miedo. Cualquier conocido, amigo o vecino podía ser un delator. Hablaban de un grupo de personas que pertenecían a una saca nocturna de varios