Aquel otoño saltaron todas las alarmas financieras de EEUU. Los bancos estadounidenses empezaron a exigir el pago de los préstamos que tan alegremente, a cambio de buenas comisiones, habían concedido a otros países y a personas individuales que no podían devolverlos. El problema se extendió desde Estados Unidos a Europa. Al mismo tiempo, aquellas personas que tenían depositado el dinero en los bancos perdieron la confianza y quisieron retirarlo. Al no tener dinero para devolver los depósitos, muchos bancos empezaron a quebrar. La escasez de dinero implicaba que había menos para invertir en las empresas y menos para comprar productos. Los valores de la bolsa cayeron bajo mínimos, cundió el pánico y nació la crisis y como las desgracias nunca vienen solas, en el mismo paquete se presentó una prima, de Riesgo dicen que era su nombre, y arrasó con lo que quedaba. La situación provocó grandes tasas de desempleo y desocupación y gran parte de la población empezó a vivir por debajo del umbral de pobreza.Tras hundirse sus entidades bancarias ningún banquero fue encausado por su mala gestión, más bien abandonaron el barco con los bolsillos llenos por los servicios prestados. ¡Uf! ¡qué vértigo! Menos mal que todo esto ocurrió en el año 1929.
Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific...
Comentarios
Publicar un comentario
Este blog permanece vivo gracias a tus visitas y comentarios. Te agradezco estos momentos especiales que me regalas.