18 diciembre 2009

Para este viaje no hacían falta alforjas


En sus palabras de presentación se la veía insegura, indecisa; su falta de facilidad de palabra no le ayudaba a dar una imagen convincente. El toque victimista que dio a su discurso me provocaba sentimientos contradictorios. «No quiere el cargo, hace un sacrificio por aceptarlo, en cuanto cumpla el tiempo para el que ha sido nombrada, se irá».  

—¡Bah!, es solo su falta de experiencia —me dije. 

Por lo demás, aparentemente parecía honesta, tranquila, paciente. El típico perfil de la persona en la que puedes confiar. Era una mujer, por fin, una mujer iba a llevar la dirección de la empresa. ¡Había que apoyarla! 

El alejamiento nace de la poca claridad en las líneas de actuación, reiteradas evasivas, frases reticentes y muchos silencios irritantes. Toma decisiones en las que delata su incompetencia. Al sentirse observada, su inseguridad hace que se cierre más en ella misma y reciba las opiniones diferentes como críticas destructivas a su trabajo. A la vez que se va dejando de escuchar, se va afirmando más y más en su puesto. Asoma en sus actuaciones un puntito de arrogancia y prepotencia, se siente solo a gusto en su sillón que no abandona y desde el que recibe poco menos que solicitando audiencia. Copia muy bien el perfil prepotente de los ejecutivos machistas y no así la capacidad de planificación, gestión y visión de futuro de algunos de ellos. No puede proponerse retos porque se conforma con lo que hay, tiende a mantener, a aguantar. Toda innovación, la desequilibra, la llena de temores, de miedos. Parece no querer entender que de seguir con esta postura lleva a la empresa al cierre por defunción. 

Es muy influenciable ante personas que la adulan y le demuestran que están con ella, en cambio, es dura como una roca a escuchar las opiniones de los demás. Valora las lealtades ciegas y ni sabe ni quiere coordinar equipos o grupos de trabajo. Tiende a rodearse de aduladores, los mediocres, a los que les ha ido poniendo en los puestos de responsabilidad y así se va cerrando en un círculo donde se siente protegida frente a los mejores, los que tienen ideas, capacidad de trabajo e iniciativa.

17 diciembre 2009

El poder de una mirada

Dicen que un gesto vale más que mil palabras, y yo digo: una mirada, ¿cuánto vale una mirada? Una brizna, un segundo, una eternidad. A veces nuestras miradas se debaten en un diálogo misterioso y profundo que solo los que se quieren o se odian saben interpretar.

Cuando tienes un nudo en la garganta, un quiebro que empaña tus gafas, un caballo desbocado por corazón, y de repente, ¡ahí está frente a tus ojos! Queda, callada, sincera y cómplice; se produce un encuentro mágico.

Es un gran misterio, pero después de una mirada así, nada en el mundo sigue siendo igual; porque es única, diferente, te transmite energía, te da fuerza, te ayuda a ponerte las pilas, a sentirte alegre, acompañada y feliz. 

La razón es que no es algo que se da solamente con los ojos, sino que se pone corazón y de esa misma manera se recibe.
¡Lo que engrandece a una persona que es capaz de regalarte una mirada así!

© María Pilar

15 diciembre 2009

Emigrantes


Aquí hay unas manos fuertes
Aquí unos pies vigorosos
Solo, en tierras extrañas,
Tras lágrimas silenciosas
La desesperanza me invade.

Solo veo tu piel de ébano
Los ojos negros que un día me miraron.
¿Si esto es vivir?, me pregunto
¡Una nueva oportunidad!

Busco tu mano
Si pudiera contarte
¡Ay! Pero ni puedo ni debo
¡Qué dolor ocultarte mi dolor!

El mar nos acorraló enfurecido
Estreché tu ausencia
Acabamos el viaje
Empezamos el calvario

A pesar de mis manos fuertes
A pesar de mis pies vigorosos
No lo conseguí, Fatoumatu
No se lo digas…

Diles que vivo en España
El país de la fantasía
Donde el dinero brota de las piedras
Como contaban los veteranos.

© María Pilar

13 diciembre 2009

Gaviotas

El pescador acaricia el remo
Fresca brisa y olor a mar
Entre la magia del sol y las nubes
La caligrafía que estoy buscando
En las alas de los sueños
Sobrevuela los acantilados
Planea la música de la vida
Iridiscencia que envuelve
Melodías de libertad
Imágenes sonoras del mar
Que reverbera versos
En los arpegios del tiempo.

09 diciembre 2009

Por La Rioja Alavesa

En España se celebra el gran puente del año entre el seis y el ocho de diciembre, que si se une con un fin de semana se transforma en un acueducto. Este año la crisis económica nos obliga a no reservar un gran viaje como de costumbre, nos quedamos en casa y haremos salidas puntuales por el entorno. 
Podemos disfutar de muchas maneras. La Rioja Alavesa, la tenemos muy cerca y es un estupendo destino para pasar un bonito día. Rica gastronomía, vinos, denominación de origen, bodegas catedrales donde nos explican todo el proceso de elaboración del vino que sigue una auténtica liturgia, gente acogedora, ¿qué más se puede pedir?
Paramos en el primer pueblo donde vamos a comprar el vino que nos ha recomendado un amigo. Es mucho más grande de lo que parece en un principio, una señora nos indica la bodega, no hay un gran letrero anunciador de la venta, no lo necesitan. Antes de la cosecha ya tienen la totalidad de la venta asegurada. 

Visitamos y admiramos algunas de las bodegas-museo monumentales por su arquitectura y nos dirigimos al pueblo donde vamos a comer. Poder aparcar se hace imposible, la crisis económica ha hecho que muchas personas coincidamos en la misma idea. En el pueblo domina el ambiente de fiesta desenfadado y bullicioso, el tapeo y la degustación de un buen vino en sus múltiples bares-restaurantes se hacen de manera colectiva, encontrar un rincón apartado y recoleto es pedir un imposible.
Al atardecer, acompañados de ese aire que rezuma un aroma añejo a sarmiento quemado, recorriendo las empinadas calles del último pueblo con el Ebro a sus pies, impresionan los destellos ocres y rojos fluorescentes con los que el sol da por terminado el día.

08 diciembre 2009

El encuentro con la encina seca


Todos los años son fieles a su cita en torno al tronco seco de una encina centenaria que se yergue en la planicie del monte, mientras espera convertirse en humus forestal. Entre tanto, proporciona hogar a insectos, hongos y otros organismos a los que, con la generosidad que la caracteriza, alimenta. No está muerta, no todavía, porque es una explosión de vida. 

Luchó por sobrevivir frente a las inclemencias del tiempo. El paso de las fragosas embestidas le dejaron huellas debido a las heridas que le ocasionaron y que tuvo que restañar. Con la fuerza vital de su naturaleza, siguió dándolo todo: sombra, refugio y referencia. Hoy es un símbolo, el resto que queda de lo que fue un antiguo encinar. Se mantiene, aunque seca por dentro y por fuera, erguida y valiente, a pesar de la hendidura que la atraviesa, mostrando el mal que tanto la dañó. Por ese gran desgarro que la aqueja en su lomo rugoso, podemos suponer que  un rayo, envidioso y cruel, fue el que la hirió de muerte.

Sigue aguantando, con sus achaques, el azote de los vientos, las inclemencias del tiempo, el paso de los días; porque todos los años la vida le llega por Navidad. Siente las voces cuando se acercan alegres y dicharacheras, las manos que la acarician, los niños que trepan por ella y hasta alguno que le cosquillea cuando en su hendidura se quiere cobijar. Su única gruesa y rugosa rama blanquecina, descascarillada y atrofiada, se pliega sobre los visitantes con una mueca sonriente y agradecida. Se sabe la memoria del lugar y se enorgullece al escucharles: «¡Si esta encina hablase!» 

© María Pilar 

06 diciembre 2009

La luna y el mar

Anochece
Señorial y grandiosa
La luna llena emerge del mar
Claridad extraña
Brillo de plata que atrae cual imán.
Por el adormecido acantilado
Camino
Ritmos que enredan mis pies
Torbellino de espuma amarga
Mar de fondo
La noche estruja olores de algas
Pasos vacilantes hacia atrás
Entro en mi infancia
El acantilado se aleja en éxtasis de bruma
Equilibrios por el borde del sofá
Caigo
Entre flores de cardo y saúco
Sopla la brisa húmeda
En el horizonte parpadean luces
Duro trabajo el de los pescadores
Me agarro a una zarzamora
Una nube de mariposas
Llena la noche.

04 diciembre 2009

La vieja papelera

Estaba en la esquina de una bonita plaza con vistas a una calle importante: Jacinto Benavente, se llamaba. Era mi lugar de trabajo y me gustaba. Aunque fuera la última en el escalafón de los basureros, siempre me encontraban con la mirada al frente y el corazón dispuesto. Recogía papeles, chicles, desechos, hasta las bolsitas con las cacas de los perros, todo por mantener la ciudad limpia. 

Era tanta mi energía que ni las malhumoradas borrascas ni las nevadas contundentes con fuertes rachas de viento podían conmigo. Me convertían en un ser informe, pero en cuanto salía un rayo de sol, mi mejor cara brillaba de nuevo. 

El máximo daño me lo hicieron unos gamberros una noche de pintxopote que se entregaron a fuerza de patadas, con ahínco y pasión, a empotrarme contra la farola sobre la que me apoyaba. ¡Quién no ha oído llorar, alguna vez, a una papelera herida en el alma por unos vándalos sin escrúpulos! Esa vez, lamentablemente, me tocó a mí. Aquel hecho, que viví con tanta angustia, durante algunos días, despertó la curiosidad en el entorno vecinal, después me abandonaron y fui un ser herido de muerte en la soledad más absoluta.   

Al moverme los operarios, todo mi cuerpo crujió con los tornillos desencajados y la cara completamente abollada. Tuvieron que sacarme de allí antes de que llegara el tiempo reglamentario del cambio de mobiliario urbano. Unas manos toscas me arrancaron del que había sido mi sitio durante los últimos cinco años y sin ningún miramiento me lanzaron al fondo de un viejo camión donde fui recibida con un alboroto de ayes, quejidos y suspiros. Con el traqueteo del camión, que nos llevó tan lejos y tan rápido, mis juntas, ya deterioradas por los malos tratos, se resquebrajaron, un tornillo rodaba por aquí, alguna chapa por allá. Yo quería encogerme hasta desaparecer, pero me desparramé toda.
De repente, el camión se paró y se impuso el más absoluto de los silencios.

01 diciembre 2009

Conferencia de un brillante profesor

Nos ha dicho su profesor que ya ha roto a leer. ¡Enhorabuena! Tanto tesón, tanto esfuerzo y sobre todo tantos años añorando una oportunidad. Nos ha explicado, con todo lujo de detalles, que aún silabea, pero que está leyendo por tercera vez el Ulises de James Joyce. 

Su profesor está muy orgulloso de usted, tal vez el orgullo sea mutuo y como fiel alumna no quiere pertenecer al «club de los mediocres, torpes y poco inteligentes». Así ha calificado a sus compañeros universitarios por no haber leído esta obra. 

Nos vende su ejemplo como algo a seguir y yo me niego en redondo a absorber como una esponja las enseñanzas de tan «prestigioso» profesor que da conferencias en la universidad de Harvard. Cuando le oigo hablar así, henchido su ego como un pavo real, algo chirría en mi interior y los goznes se me descolocan. Zapatero a tus zapatos, oía yo a los abuelos cuando era pequeña. Pues eso le aconsejaría si tuviera espíritu democrático y nos dejara hablar.

Sé lo difícil que es encontrar el libro adecuado en el momento oportuno, y más para aconsejar a una persona adulta cuando rompe a leer, pero recomendar el Ulises como el primer libro de lectura, me parece un suicidio de lectores en masa. ¡Un profesor tan brillante! Bien creí que tendría esta cuestión resuelta. 

Veo que sigue sumergida en el Ulises. Le deseo más suerte esta tercera vez que las dos anteriores, tenga en cuenta que si fuera una obra fácil cualquiera la habría leído. Y siento de veras que piense que la lectura es ardua, trabajosa y de muy difícil comprensión.

Yo me voy, de momento a leer, porque leer es apasionante, intenso y divertido; un agradable vicio con el que lleno ratos robados a otros quehaceres. Me aporta grandes momentos a la vez que me lleva a reflexionar y crear mi propio pensamiento. 

© María Pilar