Ir al contenido principal

Conferencia de un brillante profesor

Nos ha dicho su profesor que ya ha roto a leer. ¡Enhorabuena! Tanto tesón, tanto esfuerzo y sobre todo tantos años añorando una oportunidad. Nos ha explicado, con todo lujo de detalles, que aún silabea, pero que está leyendo por tercera vez el Ulises de James Joyce. 

Su profesor está muy orgulloso de usted, tal vez el orgullo sea mutuo y como fiel alumna no quiere pertenecer al «club de los mediocres, torpes y poco inteligentes». Así ha calificado a sus compañeros universitarios por no haber leído esta obra. 

Nos vende su ejemplo como algo a seguir y yo me niego en redondo a absorber como una esponja las enseñanzas de tan «prestigioso» profesor que da conferencias en la universidad de Harvard. Cuando le oigo hablar así, henchido su ego como un pavo real, algo chirría en mi interior y los goznes se me descolocan. Zapatero a tus zapatos, oía yo a los abuelos cuando era pequeña. Pues eso le aconsejaría si tuviera espíritu democrático y nos dejara hablar.

Sé lo difícil que es encontrar el libro adecuado en el momento oportuno, y más para aconsejar a una persona adulta cuando rompe a leer, pero recomendar el Ulises como el primer libro de lectura, me parece un suicidio de lectores en masa. ¡Un profesor tan brillante! Bien creí que tendría esta cuestión resuelta. 

Veo que sigue sumergida en el Ulises. Le deseo más suerte esta tercera vez que las dos anteriores, tenga en cuenta que si fuera una obra fácil cualquiera la habría leído. Y siento de veras que piense que la lectura es ardua, trabajosa y de muy difícil comprensión.

Yo me voy, de momento a leer, porque leer es apasionante, intenso y divertido; un agradable vicio con el que lleno ratos robados a otros quehaceres. Me aporta grandes momentos a la vez que me lleva a reflexionar y crear mi propio pensamiento. 

© María Pilar

Comentarios

  1. Offtopic:

    Mola la foto del pie, pero ¿quiénes son los protas de ese beso de la derecha? Casi merece una historia, como el resto de las piezas.

    ResponderEliminar
  2. Algún día les tocará a ellos. Es mi índice general, porque detrás de cada foto tengo una historia. Quise poner tantas, que unas tapaban a otras y las tuve que reservar en una carpeta aparte.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Este blog permanece vivo gracias a tus visitas y comentarios. Te agradezco estos momentos especiales que me regalas.

Más vistas

A la deriva - Cuento de Horacio Quiroga

Ficha Técnica     Título: Cuentos de amor, de locura y de muerte    Autor: Horacio Quiroga    Género: Cuento    Editorial: Sociedad Cooperativa Editorial Limitada    Año de edición: 1917    País: Uruguay    Resumen      El protagonista del cuento, Paulino, pisa una serpiente venenosa que le muerde en el pie. A causa de este incidente, inicia un viaje por el río Paraná hacia un pueblo vecino donde espera que le salven la vida.       Valoración personal        Horacio Quiroga mantiene en este cuento las tres constantes que le caracterizan como el gran cuentista que es: brevedad, intensidad y tensión constante.     Lo que más impresiona es la lucha por sobrevivir del protagonista al que, a veces, lo llama por su nombre y otras no dice nada más que “el hombre”. Como si a cualquiera de nosotros nos pudiera ocurrir lo mismo. Una lucha desesperada, por ganarle la batalla a la muerte, por no rendirse, aunque ...

El calamar rojo gigante

Leer más relatos aquí Las luces de emergencia iluminaban lo suficiente como para saber dónde estaba. También el lío en el que Carla se había metido. Tanta grandiosidad la empequeñecía. Se encendieron las alarmas en su cabeza. Se había quedado encerrada en la torre más lujosa de la Quinta Avenida.  Su grupo escolar, con la monitora, habían subido al mirador Top of the Rock en el último ascensor de la tarde. Cuando llegó el momento de bajar, al salir del ascensor, Carla se entretuvo curioseando el retrato del primer Rockefeller que estaba en la pared de enfrente. Una cabeza afilada rodeada de una pelambrera lobezna; las aletas de la nariz dilatadas, como olfateando algo, le daban cierto aire de animal al acecho. «¡Qué hombre tan horrible!», pensó. No pasó mucho tiempo, el suficiente para quedarse sola. ¡Se habían cerrado todas las puertas! ¿A dónde se habían ido todos? ¿Y los vigilantes? Aquello no le podía estar pasando. El silencio era total.  Hecha un ovillo, se sentó en uno de lo...

La habitación de las llaves antiguas

La habitación de las llaves antiguas (fragmento)  de Elena Mikhalkova  Mi abuela una vez me dio este consejo:  Cuando los tiempos sean difíciles, avanza en pequeños pasos.  Haz lo que tengas que hacer, pero hazlo lentamente.  No pienses en el futuro ni en lo que pueda pasar mañana.  Limpia los platos.  Limpia el polvo.  Escribe una carta.  Cocina sopa.  ¿Ves eso?  Sigue adelante, paso a paso.  Da un paso y luego haz una pausa. Toma un descanso.  Valórate a ti mismo.  Da el siguiente paso.   Luego otro.   Apenas lo notarás, pero tus pasos se harán más largos.  Hasta que llegue el momento en que puedas volver a pensar en el futuro sin llorar. (Elena Mikhalkova, escritora Rusa, nació el 1 de abril de 1974).

Un mundo de Ángeles Santos

Este cuadro ha sido restaurado recientemente y se puede ver en el Museo Reina Sofía de Madrid. «Un mundo», dijo la autora que representa. Por cierto, se llamaba Ángeles Santos y lo pintó con tan solo diecisiete años, una artista precoz donde las haya. ¡Qué no se hubiera dicho de ella en 1929 si hubiera sido un varón! Eran otras épocas; de la mujer se esperaba que se casara y fuera amante esposa y una madre solícita, no una artista del vanguardismo. De todas formas, el monumental lienzo de nueve metros cuadrados tiene tanto magnetismo que fue la obra que más sensación causó en el madrileño Salón de Otoño de 1929. Los especialistas se rindieron ante su genio precoz y recibió los elogios de la intelectualidad del momento.    ¿Qué tiene esta pintura para que nos llame tanto la atención? ¿Es su aspecto de pesadilla? ¿Su monumentalidad? La miro desde la distancia. El cubo terráqueo está tan cargado de objetos que a duras penas se sostienen por la velocidad a la que se mueve; pare...

El álbum de los recuerdos

Tal vez la humedad sea el único visitante entrando por las goteras, tal vez los vetustos interruptores no enciendan más las bombillas de luz amarilla, pero la casa permanecerá intacta en el álbum de la vida con mis recuerdos.  Teníamos once años cuando las cinco amigas nos vimos reflejadas en los cristales de las ventanas del baile del pueblo. Ataviadas con amplios vestidos largos que íbamos arrastrando, nos sentíamos el centro del mundo. Habíamos revuelto en los baúles de la abuela, sin contar con su permiso, y estábamos encantadas con nuestro disfraz. Como no podíamos entrar en el baile por ser menores de edad, nos contorsionábamos siguiendo el ritmo de la música de los setenta que se oía fuera, para llamar la atención de los que se encontraban en el interior. Divertidas, provocadoras, felices de sacar a la exhibicionista que llevábamos dentro mientras,  con los pisotones de los zapatos de tacón , desgarrábamos las telas de raso y tules que nos cubrían. Mi vestido  era...