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Mostrando entradas de 2013

¡Feliz Navidad! Zorionak eta Urte Berri On!

La otra Navidad

  Al anochecer en estos días de crudo invierno, Sergio se cubre con un gorro negro de lana y una chamarra ajada. Con una bolsa de compra en la mano sale de casa a su tarea en los contenedores de basura.  Hoy hace un frío intenso y unas chiribitas de nieve pululan antes de posarse en la alfombra blanca que cubre la ciudad. El pisar de las personas cruje en la nieve. Como sombras en la noche, con grandes bolsas de regalos, pasan raudas mirándolo con desconfianza. Después el silencio solo es traspasado por las notas de un piano que desde un bar cercano perpetúa la canción «Oh, blanca Navidad». Con el cuerpo invertido rastrea con un palo las fauces del abismo donde espera encontrar un rayo de felicidad que alegre su hogar. Lo que ve bajo la lánguida luz de la farola le produce un estremecimiento: Cuento de Navidad de Charles Dickens . Lo coge tembloroso. El hielo interior empieza a resquebrajarse y da paso a un acogedor salón familiar donde un niño descubre los regalos navideños.  —Mira

La soledad de las personas mayores

Resiste con sus artríticos sonidos esa escalera de la que hoy se ha adueñado el fantasma de la soledad. Nerea, subiendo peldaño a peldaño hasta el 3.º piso en el que vive sola, la equipara con el fluir de su vida y su memoria. En los momentos que afloran sentimientos dolorosos ocultos entre los pliegues del alma, busca la compañía del agua, percibir como fluye por su piel hace que se sienta bien. Añade al baño sales de lavanda y se sumerge hasta el cuello cerrando los ojos para disfrutar de uno de los pocos placeres que se da en la vida. Cuando más relajada está oye un ruido apenas perceptible. ¡Están abriendo la puerta de su casa! Las pisadas ya suenan por el pasillo. Siente el aliento de alguien que se acerca. Su corazón desbocado le hace encogerse sobre sí misma. A través de la mampara empañada nota que la puerta del baño se abre muy despacio. La tensión se hace irrespirable. Una sombra oscura ocupa aquel húmedo oasis absorbiendo todo el oxígeno. La sombra pasa una mano por el

Alguien me sigue

Caras Ionut La Avenida es una de las calles de entrada y salida a la ciudad dirección norte. Esta tarde grisácea del mes de noviembre, entretenida con la niña en los columpios del parque que están al lado, no me he dado cuenta del paso del tiempo. En esta época, los días son muy cortos y pronto se hace de noche. Voy con mi hija de la mano porque quiere ir andando; siempre quiere demostrar que es mayor de lo que en realidad es.  Despacio, sigo el ritmo de sus pequeños zapatos camino de casa cuando comienzo a escuchar unos pasos. No veo a nadie, pero sé que alguien más está con nosotras. Acelero la marcha para llegar cuanto antes y, con ello, obligo a mi pequeña a avanzar a trompicones. Noto en mi nuca el aliento del que se nos acerca por detrás. Instintivamente, aprieto a la niña contra mí y también el bolso que llevo en el hombro. Me paro y, con disimulo, miro de reojo a la vez que me agacho para cogerla en brazos. Se detiene también, es un hombre con deportivas blancas y vaqueros.

Intemperie de Jesús Carrasco

Es un libro de 224 páginas, se lee de un tirón y te atrapa con las vicisitudes que acontecen al protagonista. Un niño acechado por los mil peligros que se va encontrando en su huida para ponerse a salvo de su perseguidor.  Es un relato sobre la supervivencia y la solidaridad.  Una vez leído, se te queda bullendo en la mente. Puede gustar o no, pero no deja indiferente. Un niño y un viejo, las dos etapas más indefensas de la vida, se ven obligados a huir de un mundo gobernado por la violencia en el que son tratados de manera brutal y vejatoria. En su huida por la supervivencia, la naturaleza hostil con la que se encuentran les ofrece una sequía eterna y un sol abrasador. Todo ello hace que tengan que afrontar condiciones difíciles de soportar. En esta novela de ficción, la dura realidad que nos cuenta, aunque el autor no nos indica ni el tiempo ni el lugar, está muy pegada a la realidad del campo rural de la España interior hacia mediados del siglo pasado. Muy acertado el título de I

Mujer leyendo en el vertedero de Dandora

Allí estaba ella, leyendo. En el centro del basurero más peligroso del mundo. Una mujer joven de piel morena que me atrajo como un imán. Sentada sobre bolsas y sacos de basura que había recogido a lo largo de todo el día, se la veía feliz con aquel libro en las manos. Parecía acariciar las hojas que mostraban las cicatrices del tiempo pasado bajo tierra. Lo había liberado del más ingrato de los destinos y en compensación él la envolvía con el hechizo de sus letras. Me quedé más o menos a un metro de distancia intentando no estropear el mágico momento. Toda ella me transmitía autenticidad y no podría ni imaginar lo paradójico que a mí me resultaba su situación. Parecía sentirse una mujer más que, tras una jornada durísima de trabajo, se permitía un momento de ocio disfrutando del placer de la lectura. La dignidad y serenidad que transmitía contrastaba con el mundo carroñero del vertedero que la rodeaba. De todo era capaz de evadirse cuando podía permitirse un rato de descanso bajo l

La casa de mis recuerdos

Tal vez porque la mayor parte de mi vida ha transcurrido en un piso de ciudad o tal vez porque en la mente de los niños todo se engrandece, lo cierto es que la casa de mis recuerdos es enorme.   Lo que más llama la atención son las cinco robustas columnas de piedra tallada en redondo que sostienen la galería de la parte superior. La fachada principal da a una calle importante y la casa se alarga haciendo esquina con otra más pequeña. Este lateral, revestido de mampostería tosca, está abierto por un balcón que mira curioso al centro de la plaza. Es boca que deja entrar historias que se viven en el pueblo a la vez que permite salir voces y figuras que se asoman.   La ventana, al lado de la puerta principal, con cuartillos como todas las de la casa, resiste el paso del tiempo y sigue dando la bienvenida a los visitantes. En ella se reconoce el aire familiar de los que habitaban. Deja ver a la abuela sentada a coser en la sala, la estancia más cálida, mientras la luz del sol, que parece d

El beso de Gustav Klimt

Se celebraba la fiesta de la belleza y del erotismo. El cóctel, en el palacio Belvedere, se nos sirvió en el romántico jardín entre fuentes ornamentales y ajedrezados de césped. El grupo más numeroso se quedó en el paseo central que se pierde hacia un horizonte inabarcable y muy animados con sus copas en la mano disfrutaban del privilegio reservado a unos cuantos. Algunas parejas nos fuimos dispersando bajo la influencia de esa luz que matiza los alegres colores florales mientras la brisa nos envolvía con deliciosos aromas de plantas de los Alpes. Los surtidores con sus juegos de agua al precipitarse nos salpicaban la piel y todo avivaba los sentidos y te invitaba a formar parte del juego amoroso porque todo latía bajo el influjo erótico de los actuales dueños. En el salón de baile los tules y las gasas se rozaban al ritmo del Danubio Azul que la orquesta interpretaba y allí Emilie, con la inequívoca sonrisa del amor en los labios, nos comentó que lo conoció en la boda de su hermana

Doblan las campanas

Cuando la brisa despliega la ambrosía En un lugar de amables atardeceres Las alas de sombra de los plátanos se alargan. Cuando desflora su virginidad la primavera En armonía con el trébol de la suerte El peine del viento mece nuestros sueños. Cuando recibe un ventanal velado La absorbancia de la luz que nos deja Gimen las paredes de una casa Impregnadas de tristeza y soledad. Doblan las campanas de la iglesia Por el contador de historias Que ya no está.

Vendimia en La Rioja Alavesa

El otoño, con sus días soleados y sus noches frías, se detiene en el pueblo cuando la vendimia llama a su puerta. El ambiente sabe a grana y esperanza y el olor dulce del caldo se extiende por todos los rincones. Por las calles se ve ajetreo constante de gente y se siente el crujir de los sarmientos a su paso. Ruidos de tractores seguidos de pequeños remolques se oyen por doquier y voces de tierras lejanas se mezclan con las del lugar. Son los temporeros que dejan casa, tierra y familia para hacer la campaña de la vendimia. El ritual cargado de arte, magia y fiesta se repite de generación en generación hasta perderse en la memoria de los tiempos. En cuanto amanece, los vendimiadores están a pie de cepa para empezar a tomar contacto con esos racimos de uvas rebosantes. Avanzan con cuidado, notan el fruto maduro en su mano y cortan con diligencia para no estropear el milagro. Sienten la cercanía de los demás, a veces algún roce cómplice que se celebra con sonrisas. La recogida de la u

Síndrome del nido vacío

Conservo la jaula en mis manos, les abrí la puerta para que pudieran volar. Yo misma había tejido sus alas, fuertes, brillantes y vigorosas, y les había inculcado un sueño, el sueño de la libertad. Las he visto alejarse volando con la ilusión de la juventud recién estrenada. El atardecer me descubrió inmóvil, con la mano levantada, contemplando su silueta hasta convertirse en un punto en el infinito. Fuera del nido en el que nacieron, ¿qué peligros les pueden acechar? Tejo esperas ilusionadas que se me mezclan con hilos de decepción, oteo el horizonte, ojo avizor. Creo verlas en otros perfiles que siempre me engañan y he aligerado mi equipaje para estar dispuesta a una llamada. Quisiera ser el faro del puerto que guíe su camino, quisiera ser la brisa que mueve y acaricia sus alas, quisiera ser el fuego que aniquile a todos que se les acerquen para hacerles daño, quisiera ser el consuelo a sus suspiros, quisiera ser… quisiera ser… Ya no habrá quien me calme en mis desvelos, a quie

He plantado un tulipán

Desde que se fueron las niñas me he convertido en jardinera. Os diré que lo de jardinera es un decir porque solamente tengo una planta. Clara me trajo, de uno de sus muchos viajes, esta vez de Holanda, un bulbo de tulipán y he leído en internet que a partir de septiembre ya se puede plantar para evitar el tiempo de las heladas y lograr un buen crecimiento. He seguido las normas que indicaban para hacerlo en maceta, pero al regar la tierra se ha quedado prieta y no sé si es lo adecuado.  Lo tengo en la terraza porque es bastante soleada y lo contemplo cada día. Como no da señales, he empezado a hablarle para que no se le ocurra morirse porque me sentiría culpable y me moriría también yo. Bueno, no voy a morirme, pero se lo digo para presionarle y que se anime a nacer. Le cuento que no se preocupe porque, de momento, está solo. Ya sé que están habituados a crecer rectos y apoyados unos en los otros porque les gusta vivir en familia numerosa. Pero eso tiene remedio. En cuanto nazca, comp

La caza

El crujir de una rama alertó a los dos cazadores que con el dedo en el tirador de las escopetas caminaban sigilosos entre la maleza. Como iban atentos a toda señal, creyeron percibir la sutil huida de la presa ante el olor a pólvora que emanaba de su presencia. “¡Maldición!”, murmuró uno de ellos impaciente. Ambos sabían lo bien que pagaría el amo si le llevaban la gran pieza. Nada menos que un jabalí verrugoso líder. Escucharon un nuevo chasquido. Con un mero gesto acordaron la dirección. A medida que se acercaban pisando con la máxima cautela la alfombra de hojarasca, el olor fétido que contaminaba el aire les obligó a ponerse el pañuelo para cubrirse la nariz y la boca. Al llegar al lugar, un sudor frío les recorrió la espalda y se quedaron sin palabras. Los rayos de sol que se colaban entre el encinar, descubrían la rama de encina que se desgajaba vencida por el peso del pingajo humano oscilante. Una turba de moscardas zumbaba alrededor de la lengua que, cianótica y mucho más gran

Un tiempo para soñar-Mundos de Internet

¿Os habéis fijado en la frase con la que nos recibe Facebook cada vez que entramos en su página? Esa es la causante de todo.  — ¿Qué estás pensando? — Y a ti, espíritu indiscreto , ¡qué narices te importa! —Soy creación del dueño de la página. —Menos humos, guapo. Una voz en una diminuta ventana que actúa de mosca cojonera, eso es lo que eres. —Formo parte de un prestigioso equipo de trabajo. —Y yo una de tus "amigas”. ¿No es así cómo nos llamas? ¿Y no te da vergüenza cómo nos tratas? Vaya ínfulas que te gastas. Me fastidia que siempre me estés preguntando lo mismo señalándome con un dedo acusador: “¿Qué estás pensando?, ¿qué estás pensando?” A ti qué te importa. Oye, que tú no eres Dios. —El Dios del más allá, ni lo pretendo; pero el de este mundo, no me negarás que me falta poco. —Entonces, prepotente controlador del pensamiento, ¿por qué adoptas las formas del de más allá? Mira, una tiene reminiscencias de su época de estudiante en un colegio católico y esa pregunta,

Maltrato infantil

Como todos los días, la joven profesora saluda a los niños con una amplia sonrisa. Un grupo rodea a un niño pelirrojo de ojos color miel cuestionándole el porqué de su cara marcada. —Me he caído en el parque con el monopatín —les contesta con una voz tímida ausente de toda gracia natural. A la profesora no se le escapa el leve rubor de sus mejillas y la falta de chispa en sus ojos. Pronto los otros niños vuelven con su inocencia a su bullicio habitual. Sentado ya en su sitio, la profesora recoge la mirada cargada de pesadumbre que él le lanza a la vez que con sus manos intenta cubrirse la cara. Al encontrarse con la mirada de ella, el niño aprieta los labios y unas lágrimas silenciosas, discretas y llenas de pudor corren por sus mejillas. Ni un hipo, ni un gesto que delate a los demás toda la angustia que le ahoga. Ella sabe lo que tiene que hacer, y vaya que si lo va a hacer, pero ahora lo más inmediato es hacerle sentir su compañía, que sepa que no está solo, que cuenta con su

¡Se acabó la siesta!

Jacob Riglin (@jacob) ¡Hola, hola! ¡Estoy de vuelta!  El tiempo de cierre ha durado más de lo que en un principio había pensado, pero hoy, por fin, abro el balcón de “observando la vida” para que entren los aires del exterior y le contagien su nueva savia con esos intercambios compartidos tan habituales en el mundo de los blogs. Lejos de encontrarme triste por volver a la rutina, me encanta poder saludaros a todos, agradezco vuestros cariñosos mensajes y poco a poco os iré visitando que me muero de ganas por curiosear las novedades que me he perdido.  Este grupo de blogs unidos en cadena forma un fantástico país: los que rayan la perfección en sus relatos conforman la bóveda azulada cuajada de estrellas; los que están bien asentados por su valía y constancia, modelan las altas cumbres donde las piedras firman su textura de roca; otros, van cohesionando un bello paisaje entre laderas, valles y riachuelos; los de más allá abren puertas y ventanas donde la luz y la gracia anima todo

RABELADAS CON ORUJO DE VILLAMEDIANA

RABELADAS CON ORUJO DE VILLAMEDIANA   (Vida y milagros de la Pili con motivo de su jubilación)  En un pueblo del Cerrato  nace una chiguita maja,  la quinta de diez hermanos,  dicen que no hay quinta mala. Va corriendo por las eras  o a la escuela de la plaza.  Si toca comer garbanzos,  a por agua a la Legaña.    Como era tan traviesa  a los altos se subía,  en sus piernas cicatrices  si hablaran lo dirían.  Ya se sabe la doctrina,  la llevan a comulgar,  solo tiene 5 años,  el traje hay que rellenar.  Hasta el pueblo han llegado  unas monjas de Arceniega,  las tiramos 4 piedras,  pero a ella se la llevan.  Con acento alemán  y rezos en la capilla,  se examina en Amurrio,  tres nueves en la cartilla.  Por las calles de Vitoria  van los grises dando estopa,  entre otros estudiantes  iba corriendo una monja.  Y después de noviciado  la tocaba profesar,  pero más que con las monjas  le gustaba estar con Juan.  Y mientras el aludido  pensaba con desconsuelo:  «A esta novicia ¡ahivá, hostia

La tristeza del anciano

Puso sus manos en la cara para cubrir la rotura del llanto e impedir que esa zona oscura y oculta, que llevaba en su interior durante los últimos días, aflorase. El ahogamiento ante el reclamo de una voz machacona que le surgía de lo más profundo y no lo dejaba en paz. Todo desde que había oído el rumor que era un clamor aquellos días. La residencia de anacianos se cerraba.  La idea de volver a su casa se le presentaba imposible. Por eso, a la angustia que ya lo habitaba, se le añadió el desconcierto de no saber a dónde ir cuando una mano le abrió la puerta para que saliera a la calle.  Su mente estuvo vagando en medio de la nada. Se dio la vuelta y entró de nuevo en la residencia, sintiéndose un intruso. Con el temor a ser descubierto, vive oculto. 

No es más que un breve adiós

El sol tímido y vergonzoso, por fin, se deja ver por estas tierras del norte y con su suave caricia nos anuncia que el verano está al llegar. Un verano seguramente corto, no los tres meses que marcan los cánones para cada estación, pero me apetece romper la rutina diaria y hacer esas cosas que por falta de tiempo he ido aparcando. Volar sin ataduras ni rígidos horarios de trabajo, viajar, leer, escribir, ver otros mundos que pueden estar lejos o al lado de mi casa y que con las prisas de la vida he pasado por alto. Porque estáis ahí, porque he tenido la suerte de encontraros, no puedo marcharme sin despedirme, os habéis hecho especiales y ya ocupáis un lugar allí donde crecen los sentimientos. Gracias a todos los que me habéis leído y en particular a los que entrada tras entrada habéis dejado vuestros animados comentarios. Me gusta despedirme de vosotros como si se tratase de amigos que durante un tiempo no voy a ver. Me habéis dado mucho: risas, compañía, retazos de vida e historia

La abuela

La abuela era una mujer de carácter, luchadora, perseverante y con un gran afán de superación. Sin duda, la mejor amazona de la comarca y montada en su caballo aparecía en cualquiera de sus fincas para vigilar el trabajo de los obreros. Lo que en un hombre se hubiera visto como normal, en ella chocaba: era mujer y ¡vaya mujer! No se sometió al papel de esposa sumisa que marcaban los cánones de la época.  Antes del nublado —los de la zona todavía hablan de antes del nublado como referencia temporal— estaba pletórica de salud y vida, salió de él envejecida y enferma. En su rostro, los ojos seguían brillando con tenacidad, pero en su corazón se había instalado la idea de descansar para siempre y no seguir viendo tanta calamidad. Con la humedad, ella, que nunca había estado enferma, empezó a sentirse mal, tosía mucho y tenía escalofríos. Se calentaba con piedras que habían acercado a la trébede. El ama de llaves musitaba un soniquete de oración para ahuyentar los malos espíritus. Envuel

Microrrelatos al por mayor.

Aunque no soy muy dada a participar en otros blogs, alguna que otra vez me decido por alguno impulsada por el interés que despiertan sus propuestas. Esta vez, me he estrenado en Microrrelatos al por mayor (de Luisa Hurtado), con tres micros inspirados en dos fotografías de José Luis Rafael. Me ha parecido una interesante experiencia.¡Espero que os gusten! LA DEMOCRACIA Primera mirada:  La democracia con corazón ya no se lleva. La diosa de la economía bancaria es la que manda y ha dividido el cuerpo en 27 partes, aquella que no respire al ritmo que ella marque, será condenada al ostracismo más absoluto. Segunda mirada: Estábamos ciegos y nos creíamos felices viviendo en libertad, la realidad nos abrió los ojos y nos sacó los colores. METAMORFOSIS  Se negaba a mirar la silueta de su sombra siempre pegada a ella recordándole su pasado de oruga. Ella era una preciosa mariposa, sus maravillosas alas así lo confirmaban y sus colores con aquel brillo de polvo dorado, le aportaban u

Basta ya de violencia machista

Hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’, porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo. Eduardo Galeano El día estaba claro y soleado en aquel pequeño pueblo. La estrecha calle por la que pasaba ella, con soportales en las casas de ambos lados, remarcaba su silueta con todo su esplendor. El reloj de la torre de la iglesia, que hacía tiempo que no marcaba las horas, sobresalía por encima de los tejados como ojo curioso que no quería perder detalle. Su aspecto de alemana nos cautivó a todos. Alta, con media melena rubia, de ojos azules y piel transparente, llevaba un vestido ajustado que enmarcaba su figura. Andaba como una actriz

Aroma de Vainilla

Mercedes Ortega Abellán cuenta, de manera intimista, las vivencias de su familia a lo largo de tres generaciones en la Murcia de finales del XIX hasta los años sesenta del XX. Es de las novelas que se leen de manera relajada, para disfrutar. Se nota mimo y cuidado en los detalles, generosidad y abundancia cuando se ha creído necesario. La autora, Isabel Martínez Barquero, crea ambientes, atmósferas y situaciones con gran fluidez y es encomiable el esfuerzo que hace para acercarnos de manera tan detallada al mundo de las plantas, piedras y aromas. El título es muy revelador de lo que ocurre en el eje vertebrador de la novela. Tras el cálido y envolvente aroma de vainilla, está un hombre al que conocemos joven, hermoso y noble, con grandes y expresivos ojos, timbre grave de voz, ademanes cautivadores en sus manos, atractivo como ninguno y con esa fragancia de vainilla que… Ese aroma es algo distintivo de la familia, su hija y su nieta también lo heredan. Es el toque mágico que enlaz

La venganza de la bruja

Villamediana Cuando pasó el invierno, los vientos primaverales traían agradables susurros que todos los vecinos de aquel pueblo querían atrapar y abrían las ventanas y puertas de sus casas para recibir la suave caricia del sol. El sufrimiento de la vecina, que un día fue atacada por el gato, se puso en evidencia. Su casa seguía cerrada a cal y canto y si por alguna rendija entraba la luz, había clavado finas tablillas para evitarlo. Las noches de luna llena, los reflejos de luz que se filtraban entre las ramas de la higuera proyectaban figuras florales en la pared de su cuarto. A ella le parecían magia y creía sentirse observada por algún espíritu maligno que había hecho acto de presencia en su casa. Entre insomnios y duermevelas el disco de la luna se le acercaba y en él podía distinguir rasgos de su vecina-bruja con una mueca sarcástica y una risa de ultratumba. Con cada plenilunio de primavera, el desasosiego le aumentaba hasta que llegó a convertirse en obsesión. Durante el d