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Mostrando entradas de enero, 2012

En el mundo virtual

Los últimos días ha habido una actividad frenética en la casa de Vagabundia, en Blogger. Los causantes de este nerviosismo han sido los “duendes” de Blogger que queriéndose divertir un poco han insertado en todos los blogs una pócima de tipo script conocida como “comentarios anidados” que se ha llevado por delante parte del esfuerzo que los seres virtuales habían hecho para acondicionar su dominio. Vagabundia, en contra de lo que su nombre indica, no es un “clochard”, al menos no uno al uso, tiene su casa siempre abierta para todo ser virtual que quiera entrar. En ella se habla de scripts, códigos HTML, gradientes, slides,… y si en tu condición virtual necesitas resolver algún problema, no te vas con las manos vacías. Por allí hemos pasado estos días en busca de soluciones. Había un bzzz.. mmm… buaajjj!! ¿?, entradas y salidas, preguntas y contra-preguntas, soluciones parciales, hasta que sonó el gong del ¡¡eureka!! de Vagabundia y un respirar al unísono nos enlazó a todos en una c

Benito Quinquela Martín

¿Por qué viendo varias obras de arte unas te atraen y otras te pasan desapercibidas? ¿Qué tiene esa pintura que te deja extasiada y te hace perder la noción del tiempo?  No lo puedo explicar porque la relación que tengo con la pintura es más emocional que racional. Si una obra logra transmitirme sensaciones que captan mi atención, despliego sobre ella todas mis armas de seducción para conquistarla. Intento tenerla en mi archivo mental radiografiada desde todos los puntos de vista que me sean posibles. Estos días una de estas obras que me ha hecho un guiño ha sido la de Benito Quinquela Martín. En este caso las sensaciones me han llevado directamente al autor porque al contemplarla te preguntas: ¿Por qué su temática siempre es portuaria y muestra una rudeza de la vida diaria que casi te duele?  Y me he encontrado con un autor digno de admiración: “el carbonero”, lo llamaban. Le tocó trabajar de niño en el puerto cargando bolsas de carbón y esta experiencia influyó en la visión

Crecen en silencio las maestras

Crecen en silencio las maestras con su experiencia y estudio y sonríen y hablan en su lugar de trabajo, un aula de encuentro donde se escribe, se sueña, se vive.  Reflexionan sobre cómo conseguir sus metas y mantienen gratos recuerdos que son el abono que sedimenta el terreno. Vocalizan con vehemencia pausada, entonación y ritmo, pronunciación y significado y dejan una sensación de rocío mañanero sobre la tierra, que a la semilla le hace germinar. Crecen en silencio las maestras esquivando al tiempo que exigente e impasible interrumpe la actividad. Y cada curso reciben a sus alumnos que quedan sorprendidos porque no saben donde está el cambio, pero las ven fortalecidas en su energía e ilusión.  Las maestras los miran, callan y sonríen. Crecen en silencio las maestras y un día, cuando más maestras las vemos, nos dicen adiós y se van con sus ganas de vivir a emprender nuevos retos. Y emocionados nos damos cuenta, aunque tarde, de lo grandes que son y no se lo hemos sabido decir.

In memoriam. Alami

Llueve sobre las palabras Entrecortadas difuminándolas Hendidura que rasga el alma Con la guadaña al pasar Por qué te dejé ir solo A tan triste final Lluvia constante que hiela el alma Y paraliza el actuar Asfixiada la paz entre sombras Mientras todo ocurre no respiro Yo dejándote partir Y tú yéndote a morir Lluvia de este crudo invierno que Mata de frío, de tristeza y soledad  Cómo prever lo que se avecina Si delante lo tuve y no supe verlo Tu doloroso silencio hablaba El lenguaje de la tristeza mortal Nube negra que amenazas Con descargar tu caudal La moviola del tiempo, ni trucándola Gira alguna vez hacia atrás Para gritar y gritar ¡Detente! ¡No te vayas! Las voces que el viento susurra Nos traen tu triste final Gime la noche, se escapa tu alma Y el nuevo amanecer Se queda sin esperanza. © María Pilar