Los últimos días ha habido una actividad frenética en la casa de Vagabundia, en Blogger. Los causantes de este nerviosismo han sido los “duendes” de Blogger que queriéndose divertir un poco han insertado en todos los blogs una pócima de tipo script conocida como “comentarios anidados” que se ha llevado por delante parte del esfuerzo que los seres virtuales habían hecho para acondicionar su dominio.
Vagabundia, en contra de lo que su nombre indica, no es un “clochard”, al menos no uno al uso, tiene su casa siempre abierta para todo ser virtual que quiera entrar. En ella se habla de scripts, códigos HTML, gradientes, slides,… y si en tu condición virtual necesitas resolver algún problema, no te vas con las manos vacías. Por allí hemos pasado estos días en busca de soluciones. Había un bzzz.. mmm… buaajjj!! ¿?, entradas y salidas, preguntas y contra-preguntas, soluciones parciales, hasta que sonó el gong del ¡¡eureka!! de Vagabundia y un respirar al unísono nos enlazó a todos en una colorida luminaria porque el problema tenía solución.
A mí cuando más me gusta la casa de Vagabundia es cuando todo está callado envuelto en una penumbra que me hace pisar más quedo para no romper la magia del momento. Como curioso que soy lo voy observando todo, ¡qué perfección! A veces algún movimiento mío ruboriza a los gradientes grisáceos que parpadean momentáneamente queriendo interactuar conmigo, pero se me traga la voz porque me siento observado desde la pared de enfrente. En esos momentos un aliento invisible recorre todo el dominio y a mi me paraliza. Su mirar bizco tras los binóculos sigue a todo el que entra, su bigote de explorador y sonrisa florentina le dan un estilo dandy trasnochado. El color sepia me remite más a un antepasado de Vagabundia. ¡Claro! ¡Esa mirada no es más que un espejismo! Pero las emociones y los sentimientos trascienden las pantallas.
Vagabundia, en contra de lo que su nombre indica, no es un “clochard”, al menos no uno al uso, tiene su casa siempre abierta para todo ser virtual que quiera entrar. En ella se habla de scripts, códigos HTML, gradientes, slides,… y si en tu condición virtual necesitas resolver algún problema, no te vas con las manos vacías. Por allí hemos pasado estos días en busca de soluciones. Había un bzzz.. mmm… buaajjj!! ¿?, entradas y salidas, preguntas y contra-preguntas, soluciones parciales, hasta que sonó el gong del ¡¡eureka!! de Vagabundia y un respirar al unísono nos enlazó a todos en una colorida luminaria porque el problema tenía solución.
A mí cuando más me gusta la casa de Vagabundia es cuando todo está callado envuelto en una penumbra que me hace pisar más quedo para no romper la magia del momento. Como curioso que soy lo voy observando todo, ¡qué perfección! A veces algún movimiento mío ruboriza a los gradientes grisáceos que parpadean momentáneamente queriendo interactuar conmigo, pero se me traga la voz porque me siento observado desde la pared de enfrente. En esos momentos un aliento invisible recorre todo el dominio y a mi me paraliza. Su mirar bizco tras los binóculos sigue a todo el que entra, su bigote de explorador y sonrisa florentina le dan un estilo dandy trasnochado. El color sepia me remite más a un antepasado de Vagabundia. ¡Claro! ¡Esa mirada no es más que un espejismo! Pero las emociones y los sentimientos trascienden las pantallas.
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