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Mostrando las entradas etiquetadas como #Relatos

El árbol solitario

En la cima del monte llamado El cerrillo hay un árbol. Solo uno, sin hermanos ni descendencia. Obstinado en su afán por sobrevivir, planta cara a las inclemencias del tiempo. Tiene ya muchos años y es de apariencia frágil, pero se crece ante las dificultades y sigue sin doblegarse a pesar del viento que con terrible furia intenta quebrarlo. “¡Largo de aquí, impostor, que esta montaña es mía!”. Él, astuto y valiente, deja pasar entre sus ramas las intensas ventoleras y así, una y otra vez, logra salvarse. Cuando la niebla cubre el monte y se adueña del pueblo, aguanta el silencio húmedo del que sale cada vez más sabio. ¿Y qué decir de la tormenta enloquecida que pretende fulminarlo con ráfagas de fuego seguidas del fragor del trueno? ¡Cuánta angustia sufre replegado sobre su cuerpo de madera! Logra sobreponerse porque, impregnado de memoria, se repite una y otra vez: “Pasará, esta también pasará”. Asimismo, la nieve lo viste con su blanca estampa y las crueles heladas le muerden los b...

La casa de los miradores blancos

La atmósfera es lo más importante. Lovecraft.   Pisos en pleno centro de Vitoria.  ¡El precio del alquiler es una ganga!   Así se anunciaba la casa acogedora y luminosa a la que nos fuimos a vivir.  ¡Qué contentas estábamos mi madre y yo cuando la recorrimos entera con las llaves en la mano! Un edificio moderno con dos alturas más ático y los miradores blancos contemplando la plaza de la Virgen Blanca, en el centro peatonal de la ciudad. La oportunidad parecía demasiado buena para dejarla pasar.  Desde el primer día que empezamos a vivir en ella, la atmósfera de misterio que emanaba despertó mi curiosidad. Comencé a leer sobre su historia y fue cuando tuve la extraña sensación de que una misteriosa presencia me vigilaba, lo que me obligaba a girar la cabeza para descubrir que estaba sola. ¡Qué desasosiego me entraba! Y por la noche. ¡Uf!, por la noche, parecía que compartíamos vivienda con «Los otros». La casa estaba llena de secretos que permanecían solapado...

Es hora de morir

Un personaje creado por Francisco Ibáñez para su serie Mortadelo y Filemón.  La fama de biólogo e inventor del excéntrico Dr. Bacterio la conocía todo el mundo. Era un absoluto desastre. Sus inventos fallidos provocaban justo lo contrario de lo que pretendía y suponían una amenaza para las personas que lo rodeaban. No obstante, él mismo proclamaba a los cuatro vientos que sería nominado al premio Nobel por sus contribuciones en el campo de la ciencia. ¿Quién podía creer algo así? Más bien, le darían el premio de la ciencia de lo friki, lo que provocaba grandes carcajadas, se burlaban de él y le perdían el respeto. Enfadado, gritaba: ¡Este año el mundo alucinará con mi éxito!     ¿Quién podía imaginar que D. Saturnino Bacterio, con su apariencia de despistado, se había infiltrado en la T.I.A., a la que consideraba una parodia de organización, con la ambición de conseguir un plan secreto?     A tenor de lo que hoy conocemos, su larga barba negra y el tr...

La joven de la cofia blanca

Pablo Apaolaza nunca se quedaba a tomar unos potes al salir del trabajo. Cuando dejaban las oficinas de la Diputación de Álava, mientras los demás se dispersaban en diferentes grupos por los bares cercanos, él se despedía con un escueto “Venga” y se alejaba apresurado hacia la plaza de la Virgen Blanca. Intrigado, el joven Iker Bejarano lo siguió.  Pablo entró en un portal y muy pronto lo vio, junto a la dueña de la casa, en el mirador de la fachada. Ambos alzaron sus copas de vino tinto Rioja para brindar por el encuentro. Allí no era el hombre gris y cenizo de la oficina, en su sonrisa y modales había señales de que la influencia de ella lo transformaba. Enseguida apareció una hermosa joven vestida con el uniforme de servicio y una cofia blanca de la que se escapan algunos mechones rojizos. Dejó en la mesa la bandeja de aperitivos y se acodó en el marco de la ventana abierta desde la que observaba ociosa la plaza. Iker levantó la mano para saludarla, pero no se dio por enter...

Horizontes compartidos

Para comenzar esta nueva andadura, en el VadeReto de este mes, nos sugieren este título e imagen para que nos inspiren un relato esperanzador y optimista.   En aquel pueblo, la naturaleza desbordaba en diferentes tonalidades de verde. Las montañas se elevaban majestuosas, los árboles susurraban secretos ancestrales, y se escuchaban los cencerros de las vacas junto a los trinos de las aves escondidas entre las ramas. Hasta los ojos de las personas reflejaban el verde que impregnaba cada rincón.  Debido a esa percepción cromática, tan antigua como su lengua, no inventaron un término para designar ese color, era hegemónico, por tanto, no lo necesitaban. Nombraban el color cuando algo destacaba: el sol era amarillo; las casitas, blancas; las personas mayores vestían de negro; y los jóvenes, de varios colores.  Un día llegaron al pueblo unos señores con sombreros en vez de boinas, zapatos en vez de abarcas, y trajes con corbata en vez de los blusones de los hombres del luga...

Los pastores del Gorbea

Hace muchos, muchos años, Urjauzi y Otsoa, dos jóvenes pastores, vivían en la zona del monte Gorbea. Eran grandes amigos desde la infancia. Sucedió que cierto día Urjauzi oyó de pronto un dulcísimo canto mientras pastoreaba su rebaño por las campas de Gujuli. Se sintió tan atraído por aquella maravillosa melodía que se olvidó del ganado y raudo se adentró en la espesura del bosque. Los sonidos de sus pisadas sobre las hojas caídas rompían el silencio y ocultaban otros ruidos apenas audibles que hacían pensar en seres del bosque que lo observaban sorprendidos con los ojos bien abiertos. Los troncos de los robles centenarios adquirieron características de monstruos, tal como se relata en los cuentos, el olor a tierra húmeda hacía irrespirable el lugar y la espesura lo llenaba de misterio, pero Urjauzi no fue consciente de esas señales. Al final de una pronunciada pendiente, separó unas ramas de sauce y pudo contemplar la quietud de las aguas de la laguna Lamioxin, de la que procedía el ...

El precio de la libertad

El Vadereto de diciembre nos porpone: Escoger una fábula de Jean de La Fontaine.  Reescribir la historia con otros personajes, otro escenario, otra época…  Se trata de lograr transmitir la moraleja. Las historias para niños deben escribirse con palabras muy sencillas, porque los niños, al ser pequeños, saben pocas palabras y no las quieren muy complicadas. Me gustaría saber escribir esas historias, pero nunca he sido capaz de aprender, y eso me da mucha pena.  José Saramago  Sin embargo, nos dejó La flor más grande del mundo. Un cuento precioso para niños. Aquel mes de julio toda la familia del conejito Huri fue de vacaciones al país de Juanconejeras. Cuando los chopos del soto movían sus ramas con la brisa del atardecer, los animales del lugar se reunían en torno a la charca y se contaban sus aventuras: las ranas con su croac-croac, los grillos con su cric-cric y los pájaros con su pío-pío. Entre todos formaban una algarabía que se podía escuchar por todo el vall...

El dragón de obsidiana

«Creo en todo hasta que sea desmentido. Así que creo en las hadas, en los mitos, en los dragones. Todo existe, incluso si está en tu mente. ¿Quién dice que los sueños y las pesadillas no son tan reales como el aquí y el ahora?». John Lennon  El VadeReto del mes de noviembre es sobre: Dragones. El requisito principal de este reto consiste en que, al menos, uno de los personajes de vuestra historia tiene que ser un Dragón.   Soy una mujer de setenta años que repasa la historia de su familia en la que una mujer de setenta años nos dejó un legado. Las posibilidades de cumplirlo, en lo que a mí respecta, son nulas. ¿Quién en este siglo se dedicaría a dejarse conquistar, enamorar y casarse por una tradición familiar? El mandato de una herencia no puede ser más pesado que la vida real. En consecuencia, voy a cerrar el libro de la familia sin transmitir el amuleto.  La muerte me llegará por sorpresa o por enfermedad y me gustaría dejar aclarado este asunto. Cuando llegue, lo...

Palabras, palabras, palabras

 Mientras rastreo noticias de actualidad, un titular llama mi atención: El Festival de las Palabras. El eslogan luce sus mejores galas y tiene un atractivo tan irresistible que no puedo evitar seguirlo.  —Y tú, ¿qué coleccionas tú? —Palabras, yo colecciono palabras  —le contesto sin dudarlo ni un segundo.  —¿Palabras, palabras, palabras?  —Sí, desde pequeña me enamoré de las palabras. Palabras puñales que dañan, falsas y aduladoras, dulces y poderosas. Con ellas mis relatos cobran vida y, como mariposas, vuelan libres llevando los sentimientos entrelazados.   De reojo me siento observada por las participantes. Saben de su poder mágico y me tientan para que las elija. Es una mezcla heterogénea: recitan, cantan, cuentan historias, hacen discursos, chistes hilarantes que provocan carcajadas, fórmulas mágicas que cumplen deseos…   De repente, surge un alboroto. Se discute sobre el maltrato que algunas están sufriendo discriminadas, permanecen en...

El cumpleaños de la abuela

Relato presentado al Vadereto de octubre.   La propuesta de este mes de José Antonio desde su blog Acervo de Letras es sobre los Cumpleaños.  Ese día Sofía se levantó muy temprano. Los nietos la habían invitado a la celebración de su 90 cumpleaños y por nada del mundo iba a perdérselo. Con las ganas que tenía de volver a sentir a su alrededor el bullicio y alboroto de la familia. En el barrio que habitaba, las calles tenían muy poco tráfico, había setos por aquí y por allá, también flores, y silencio, demasiado silencio. El vestido azul cielo, que resaltaba el color de sus ojos, ya había perdido el olor a alcanfor. Se ahuecó el pelo corto y ralo con sus manos de abuela y dio unos pasos. Se sintió etérea a pesar de los kilos de más. Le hizo un guiño al espejo que tenía en la tapa de la caja y este le devolvió un destello de complicidad.   Tras la deliciosa tarta de cumpleaños, la nieta mayor se acercó al sillón de la abuela que presidía la mesa. La calidez de su mi...

Clara y la realidad

Relato para el concurso de El tintero de oro sobre la injusticia social, homenaje a Harpe Lee. «A veces retumba como un trueno dentro de mí el sentimiento de la total inutilidad de mi vida» . Virginia Woolf.   « La normalidad es una ilusión: Lo que es normal para la araña es el caos para la mosca ».  Morticia Addams. En la vida de Clara había aparentemente de todo menos paz y sosiego. Era de esas personas que, cuando te las encuentras, no pasan desapercibidas. Te hacen girar la cabeza deseando alargar el brazo para tocar la melena que ondea al viento. Aquella noche, Clara se separó de la fiesta, se quitó los zapatos de tacón de vértigo, la máscara de top-model y se abandonó en el columpio de sus pensamientos. Cualquier observador habría olido la tristeza que embargaba tanta belleza.  Sabía que Rubén no se creía que ella se dormía en cuanto se acostaba, pero callaba. Rubén se había dado cuenta de que esa tarde había llorado, pero dijo:  ̶ Cariño, ¿estás ya preparada...