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Mostrando entradas de enero, 2013

Volver a nacer

Wassily Kandinsky La noticia le produjo una gran inquietud y le lanzó a una actividad frenética. Era su manera de espantar los fantasmas que se aprovechan de hechos semejantes para hundirnos en el pasado y sacarnos las emociones de las entrañas. Llamó al hospital pidiendo información: —¿Quién es usted? ¿Es familiar? —le preguntaron desde la centralita. Se hizo el silencio y colgó. La nostalgia fue colándose como solo ella sabe hacerlo. Dejó lágrimas en la almohada. Se enteró por una nota de prensa que había salvado la vida de milagro, que el cuchillo no le había llegado al corazón por muy poco, que había requerido cirugía mayor y que tras el proceso de hospitalización necesitaría un tiempo de recuperación. Quería verlo, tenía que verlo. Un día, consiguió burlar la vigilancia de urgencias, y se alejó por el pasillo pisando firme, la sostenía una mente llena de recuerdos. Llegó a la planta en la que estaba ingresado. Lo encontró postrado en una cama de hospital, entubado y con...

Víctimas y verdugos

El agresor actuó con astucia y rapidez. No exigió más dinero que los 350 € que en ese momento tenía la víctima en la mano, sabedor que, según las leyes de este país, eso no es más que una falta y para llegar a delito tiene que superar los 400 €. Su historial delictivo presentaba numerosas retenciones policiales para quedar en libertad muy pronto por orden judicial; aparte, contaba con otros delitos por los que había pasado temporadas en la cárcel. Con el uso del cuchillo intentó cubrirse las espaldas. El tipo era muy alto, fuerte y era evidente que presentaba buena musculatura. En una pelea cuerpo a cuerpo no tenía nada que hacer. Silenciarlo de por vida le pareció lo mejor. Por eso el apuñalamiento había sido certero, con fuerza, profundo, entre las costillas para llegar directo al corazón. A primera hora de la tarde les llegó el aviso a los de la UVI móvil: “Una hemorragia grave, no tiene buena pinta”. El conductor experimentado sabe que en esos momentos ganar segundos al tráfico ...

Atraco en la ciudad

Al encuentro en el tren le siguió un flirteo durante algún tiempo. Tuvo sus cotas de romanticismo, pero en esos momentos ninguno de los dos estaba dispuesto a asumir las renuncias que un mayor compromiso les exigía. Sus vidas profesionales transcurrían en paralelo y tenían que hacer encajes de bolillos para que coincidieran sus respectivas agendas. Los encuentros esporádicos siempre fueron en su casa de soltero, ambientada con un aire de transitoriedad propio del que está de paso. Decía, medio en broma, que si una vez entraba en la de Celia no iba a poder escapar. Para ella siempre fue su chico del tren, que era donde se habían conocido. Tras las últimas decepciones intentaba no comprometerse para no sufrir cuando llegara el relevo. Si una casualidad había hecho posible el encuentro, otra podría provocar el distanciamiento. No había lugar a preguntas, la vida real de cada cual se quedaba esperando como un despojo con la ropa que se quitaban y al vestirse la volvían a recuperar. Lo qu...