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Mostrando entradas de 2014

El libro de los deseos

Iba a cerrar mi ordenador y un símbolo rojo ha llamado mi atención. ¡Un libro! ¡El Libro de los Deseos de Territorio de Escritores! Mi mayor deseo se ha cumplido con creces, tener un libro... y es este... He empezado a leerlo y el formato me parece tan maravilloso, tan mágico el contenido, las palabras son tan bellas, que lo quiero compartir con todos vosotros para que se unan nuestros deseos con los vuestros y formemos un frente común para que este Nuevo Año 2015 marque una tendencia positiva en todos los sentidos. Dicen que el futuro pertenece a los que creen en la belleza de los sueños, que la magia de los mismos conspira para alegrar los corazones y hacerlos realidad. ¡Por soñar que no quede! ¡¡MUCHAS GRACIAS!! por haberme seguido un año más y me alegro de que nuestros caminos se hayan cruzado en esta travesía de los blogs donde espero que sigamos encontrándonos. Os deseo lo mejor para que podáis lograr todas las expectativas soñadas. El Libro De Los Deseos

La vida, el mejor de los regalos

Alguien me ha preguntado cuáles eran mis deseos para estos días y tras volcar en una hoja en blanco las más maravillosas aspiraciones que alguien puede desear y plasmarlas con la más bella de las escrituras: —Pero, ¿qué estás haciendo? si ni tú misma te lo crees —mi yo interior cuando se pone insolente es insoportable. Estrujé el papel con la mano y lo tiré a la papelera. Es tan fácil caer en los tópicos que imponen los condicionamientos sociales... Sinceramente creo que en algún lugar de mi infancia se quedaron encriptados mis ansiados deseos porque la realidad siempre supera la imaginación menos en el cumplimiento de las ilusiones tan anheladas como imposibles. Tal vez, esa fue una de las razones por las que empecé a soñar e inventar cuentos, porque tenía en mi mano el poder ilimitado de crear mundos, engendrar personajes, imaginar situaciones, ... Mas tarde, me hice lectora empedernida y fueron otros los que me hicieron vibrar y emocionarme, reír y llorar y desde entonces mi d

La magia de París

A mi hermana le ha tocado en un sorteo del BBVA un maravilloso viaje a París para dos personas. Por cuestiones de trabajo no puede ir. ¿Te apetece acompañarme?  En Orly nos esperará un chófer con un cartel en las manos donde leeremos nuestros nombres: Aitor y Marta. Nos daremos con el codo al verlo. Nos entrará la risa... Con su gorra de plato y en un flamante mercedes descubriremos la impresionante Ciudad de la Luz que enamora a todo osado que se atreva a mirarla como lo haremos nosotros. Yo te comentaré que la ciudad de los bulevares con los parques, las brasseries y los tejados grises me parecen el más bello escenario que nos podíamos imaginar, pero que la nota de color se la ponemos los turistas. Me llamarás ilusa con esa sonrisa tuya que tanto me gusta. Y de repente, la veremos y diremos los dos a una: ¡la Torre Eiffel! Disfrutaremos callejeando a nuestro ritmo — bonjour madame, bonjour monsieur —. Pasearemos entre la gente por el Barrio Latino y me divertirá la nariz d

Ana Mato, la ministra de las tijeras

El día que miró por la ventana y vio que en su jardín había brotado un jaguar le pareció lo más normal del mundo. Era un día primaveral y el sol incidía en la chapa produciendo destellos de diamante. —Jaguar y diamantes—susurró y su sonrisa de satisfacción expresó la alegre convicción de lo que aún estaba por llegar. Se sabía favorecida por la magia y la magia no tiene límites. Los Elfos se divertían haciendo bien su trabajo para tener contento a su dueño y señor, el gran hombre que era su marido. Los Duendes no se quedaban atrás preparando las fantásticas fiestas para sus hijos. ¡Cómo disfrutaban ellos! y ¡cuánto le gustan a ella las fiestas!  Esa fantasía grácil y etérea como los globos de colores, le hacía retrotraerse a una infancia feliz de niña rica que tanto había anhelado. El juego de luces y colores que conseguía el gran gnomo con setas alucinógenas, le facilitaba la comunicación con una fluidez desconocida en ella. Y las hadas... Cómo envidiaba la belleza de las hadas

Muñeca rota

Nada es lo que parece y se acentúa más y más cada día. Me obliga a que, delante de la gente, le llame papá. Él, se hace el sorprendido y me dice con la más agradable de las sonrisas: — ¡Ah!, eres tú. ¿Qué quieres hija? Mamá asegura que tengo el papá más maravilloso de todos. Me quedo mirándola con un profundo silencio que ella interpreta: —Ves, es tan estupendo que al darnos cuenta nos quedamos sin palabras. Desde la oscuridad de mi rincón donde me escondo acurrucada, miro por la rendija de la destartalada puerta. Mi corazón me golpea ante el temblor de las telarañas, el crujir de las tablas y la inquietante atmósfera que proyecta la luz del ventanuco. Todo me habla de misterios que el viejo desván custodia. Hoy algo llama especialmente mi atención, es una muñeca ajada y sucia a la que le falta un brazo. Lo demás: cajas y baúles, sacos y materiales indescriptibles por el polvo que los cubre, la acompañan y callan. Aprieto los brazos contra mi pecho y una voz de mi interior le di

¿Cuál es la palabra más bonita del español?

Hay palabras contundentes como noray que hostigadas por los vientos saben a óxido y huelen a mar, y hay palabras dotadas de gran fragilidad como felicidad que cual pompas de jabón todos queremos atrapar. Hay palabras irresistibles como cereza cuando el crujido de su carnosidad estalla en nuestra boca inundándola con su jugo, y hay palabras que nacen en Vitoria como naipe y recorren mundos elegantes y adinerados; también pasan por las manos de los indigentes que jugando matan las tediosas horas de su vida. Y..., hay palabras a las que tú no eliges sino que son ellas las que te eligen a ti una tarde que decides quedarte en casa porque llueve. Está ante tus ojos y la lees una y otra vez: jacarandá .  Es un flechazo a primera vista.  Sin conocer su significado ya dices: me la quedo. En un primer momento engatusa con su sonoridad y enamora con su ritmo. Después, su tronco fortalecido con constancia y voluntad, su vistosa frondosidad y el atractivo que encierra, hacen que te en

La tierra enamorada

Cuando el Río fluía, La Tierra se dejaba querer luciendo sus mejores galas. Enamorados los dos cantaban y bailaban. En esa época, amigos no les faltaban. Las Nubes les visitaban con frecuencia, el Sol lucía orgulloso y retardaba su marcha, el Viento los envolvía con sus abrazos cada vez que pasaba. Y la Tierra les regalaba ramos de margaritas y violetas, de rosas y lavanda. Él lo observaba todo tras los cristales de sus gafas que conferían a su figura una impenetrable mirada. Enfundado en su gabardina y cubierto con txapela vasca, un mutismo le envolvía sin participar en nada ¿Tenía acaso celos de La Tierra enamorada? ¿Presentía lo que estaba por venir? Un día vio cómo el Río, pletórico en otros tiempos, languidecía y agonizaba. Un veneno químico le destrozaba las entrañas. Las Nubes ahora pasaban silenciosas y alejadas. El Sol no aparecía y los Vientos los azuzaban. A Él le rompió el corazón al ver La Tierra abandonada. Había perdido el color y había perdido el alma. Era un

El veroño se convirtió en un gato rabioso

El pasado 31 de octubre el termómetro marcaba 29 grados. Con falda larga veraniega y camiseta de tirantes salí de casa para intentar captar con mi cámara los colores otoñales. La gama de verdes primaveral se había transformado en un abanico multicolor como corresponde a esta época del año. Los castaños de indias pintaban sus hojas de óxido y los abedules lucían de amarillo dorado, pero a mí lo que más me gustaba era el esplendoroso rojizo de los arces que con gran personalidad destacaba entre el verde tardío de los fresnos y el oscuro perdurable de los pinos. De repente, un enorme gato negro se me cruzó por el camino. Cuando lo enfoqué fijó sus pupilas verdes en el objetivo, se le erizó el pelo y maulló con furia. Justo cuando apreté el botón del disparo se abalanzó sobre mi, me arañó la cara, se me enganchó en el pelo y me mordió en un hombro. Yo corría, gritaba, pedía ayuda porque me era imposible desprenderme de él. La gente que pasaba huía despavorida. Seguramente pensaban que

El internado de chicas

Miren Madinabeitia (1954-1969)  Miren nació en Eguino en 1954, tenía quince años cuando la encontraron muerta en el patio del colegio de las Ursulinas donde estudiaba interna. Estaba descalza y vestía un camisón blanco. Amanecía un triste día de invierno, entre grises nubarrones, sin alma, que le hacían de sudario.  Dicen que el internado ya no es lo que era  Que el jardín está sin árboles,  Que la secuoya murió de tristeza.  Antes las niñas la abarcaban  Muchas niñas y muchas manos,  Estirando, estirando hasta lograrlo.  Dicen que todo es silencio y deterioro  Que solo queda la empinada escalera  Para contarlo  Dicen que los que contemplan  La tristeza inmensa de sus ruinas  Se santiguan a su paso.  Dicen que al anochecer  Sombras de culebras se arrastran  Peldaño a peldaño  Dicen que un rasgado visillo tiembla  En una de sus desvencijadas ventanas  Sombra del miedo  De la joven que al vacío fue arrojada. 

La casa que habitas

Desde la distancia he visto La casa que habitas No es la más grande, lo suficiente Me he acercado Su entrada está abierta El pastor alemán Vigila su puerta Dormida a voces nuevas El rumor de mis zapatos Del pasado aviva las huellas Cuando en los meses cálidos Entre la frondosa higuera Del rastrero mirlo Intentabas proteger tus cerezas Os veía jugar al escondite Un runrún entre hojas secas Para al final llevarse en su pico La grana de la carne fresca Son esas pequeñas cosas De los día lejanos En que éramos felices Sin saber constatarlo Cae la noche Salgo a tu puerta En la bóveda oscura Horadada por luciérnagas La Osa Mayor Me espera

El funeral fue en otoño

La mañana soleada de aquel día de otoño no maridaba con un atardecer tan gélido. La oscuridad se impuso y los cielos se abrieron para descargar una lluvia torrencial que lo enfangó todo. Los coches quedaron abandonados en el barro y los paraguas abiertos terminaron como mástiles quebrados ante una lucha desigual. Los del funeral, calados hasta los huesos, se agarraban entre sí para hacer frente a la escorrentía que bajaba trepidante arrastrando piedras y lodo. Muchos abandonaron. Solo los más afines al difunto siguieron apesadumbrados. El chaparrón tabaleaba sobre el féretro que cargaban los cuatro hijos del fallecido. Con coraje chapoteaban el barrizal para mantener el equilibrio. Sus rostros denotaban las penalidades en el empeño. Quizá fuera la vida ahogada en sombras lo que les infligía tanto dolor. Cuando se tambaleaban un grito unánime de angustia rasgaba el golpear del agua. La lluvia trazaba misteriosos caminos como los recuerdos vividos junto a su padre los habían inundad

Edgar Degas y el taller de escritura

Edgar Degas Por la oscura y crujiente escalera se extiende el fuerte olor a pintura. Al empujar la puerta de madera produce un chirrido que rasga el silencio del ático parisino. Antes de entrar, mis ojos escudriñan al hombre que busco, coincide con el nombre escrito en la placa de la puerta. Edgar Degas no se inmuta, hurga en una caja que tiene bajo el caballete, elige el pincel adecuado y se concentra en su obra. La luz de la única ventana ilumina una estela de polvo hasta detenerse en el lienzo que está pintando. Es esa luz la que colorea el cuadro dejando el resto del estudio en penumbra. Con mano diestra el artista maneja pinceles, mezcla colores, traza líneas, cuida el claro oscuro y la perspectiva. Emborrona y empieza de nuevo. Las figuras de dos jóvenes van cobrando forma, su pelo recogido y sus vestidos negros son manchas que resaltan sobre el fondo. El pintor lo mira detenidamente, se acerca y se aleja sosteniendo el pincel entre los dedos, duda. Por fin la inspiración

Soneto a la tierra herida

Resignada grandeza sorprendente De la naturaleza tan ultrajada Sometida, agredida y humillada Desconcierta haciéndose emergente Grandísima zozobra nos embarga Atmósfera inquietante que la habita Negra cicatriz ufana ilícita Dorsal que profundiza lo que amarga Pies encallecidos por el asfalto Odalisca que bailas rutilante Avergonzada de tal felonía Auténtico poema el de tu canto Impregnando tesón al caminante Que en La Tierra, encuentra su valía.

Cuento infantil: Aventuras del conejito Huri

Las historias para niños deben escribirse con palabras muy sencillas, porque los niños, al ser pequeños, saben pocas palabras y no las quieren muy complicadas. Me gustaría saber escribir esas historias, pero nunca he sido capaz de aprender, y eso me da mucha pena. (José Saramago) Aquel mes de julio toda la familia del conejito Huri fue de vacaciones al país de Juanconejeras. Cuando los chopos del soto movían sus ramas con la brisa del atardecer, los animales del lugar se reunían en torno a la charca y se contaban sus aventuras: las ranas con su croac-croac, los grillos con su cric-cric y los pájaros con su pío-pío. Entre todos formaban una algarabía que se podía escuchar por toda la zona. Huri quería ser explorador, vivir aventuras y a su vuelta contarlas. Un día, con su pantalón de color azul, sus orejas bien tiesas y su pequeña mochila a la espalda, subió al monte. Empezó a deslizarse a la velocidad del viento por aquella tierra donde crecían plantas que olían muy bien. Saltan

Jaque mate o la partida de la vida

    Art Grigorious Panagiotis La luz de la tarde va declinando en un atardecer de tonalidades de fuego. Mientras las hojas de los chopos suenan a fuerte lluvia bajo un cielo sin nubes, él pasea solo por el pueblo. Cada piedra y cada rincón le traen recuerdos perfectamente definidos en voces, aromas y colores que le refrescan la memoria. Recibe un estremecimiento de nostalgia y respira el aire denso de todo lo vivido. Al regresar, se impone una de esas tardes casi mágicas ante el tablero de ajedrez. Sigue con el ritual de jugar la partida todos los días. Una sombra de mujer lo acompaña. Sabe que no es ella, pero no le hace preguntas. Al terminar la partida, desaparece. Juega negras. De momento la partida va muy igualada. Al mover su pieza cae el alfil contrario lo que inclina el lance a su favor. La dama negra observa el tablero y él queda completamente sorprendido cuando mueve el otro alfil. — ¡Jaque! Algo lo está distrayendo. La cortina se mueve y no hay viento. Una band

El color de tu piel

Unai era hijo único de una familia de la burguesía bilbaína. En sus astilleros se fabricaban barcos que navegaban por el ancho mundo. Hacía dos años se había casado con Begoña, una joven vizcaína de clase media y belleza deslumbrante. Ambos eran la imagen de la felicidad. Él la llevaba a los viajes de negocios y con orgullo la presentaba en las reuniones y fiestas a las que acudían. En uno de sus viajes a Nueva York, Begoña se puso de parto. Llegaba el primogénito, el ansiado heredero. Cuando Unai, ¡por fin!, pudo entrar en la habitación, lo hizo precedido de un mar de flores cuyo aroma lo inundaba todo y dificultaba la respiración. Su alegría se truncó en un rictus de desagrado al ver al precioso niño. ̶ ¿Qué broma es esta? —preguntó con la dureza del granito y el cruel sarcasmo. En los ojos le latía el fuego de la ira y apretaba los puños hasta hacerse daño —¡Es negro! ¡Hija de puta, me has engañado! Cuando se presentó solo en su casa familiar de Las Arenas, su padre le aclaró

El loco de la casa gris

La primera vez que se subió a una bici, Laia empezó a pedalear manteniendo el equilibrio para no caerse sin ningún tipo de ayuda. Engatusaba a los gatos para quemarles los bigotes, los perros huían de ella y terminó por aparentar que le eran indiferentes. No tenía miedo a las alturas a pesar de los golpetazos que se había dado en sus vuelos sin red. En la oscuridad mantenía los ojos bien abiertos y los oídos atentos al menor ruido. Anochecía cuando salió de casa con cautela. En compañía de su amigo Raúl, se dirigió a la casona que por su estado desvencijado parecía estar abandonada. La circundaba un jardín invadido por la maleza y los árboles eran tan altos que apenas asomaba el tejado de pizarra. Las arpías de la vecindad decían que vivían en ella dos hermanos, uno de ellos estaba loco, por lo que el otro lo tenía encadenado. Con sigilo la rodearon y decidieron meterse por debajo de la alambrada en la zona que el muro estaba en ruinas. A Raúl le pareció peligrosa la aventura y retr

El amante absorbente

Kandinsky En cuanto lo vi me enamoró, era el perfecto compañero con el que una puede soñar en compartir su vida. De irresistible belleza y tacto suave te satisface en todo. Solidario él, te ayuda a estar más cerca de los tuyos, a capturar esos momentos irrepetibles que vives con ellos, a vivir experiencias jamás soñadas, a viajar a lo largo y ancho del mundo y a contar con millones de amigos. Es todo un caballero y empequeñece a todos los que había conocido hasta ahora. A cambio, te quiere con él las 24 horas del día y por supuesto que no compartas ni un minuto de tu tiempo fuera de él. Sí, es absorbente, absorbente y celoso. Me tenía obnubilada y a su lado viví una pasión desenfrenada hasta que empecé a añorar  la tranquilidad de mi vida anterior. El día que se agotó la batería se hizo el silencio.

El desayuno del abuelo y las sorpresas de google

El olor del pan recién tostado impregnaba el ambiente y se mezclaba con el del café. Aromas inconfundibles que me llevaban a disfrutar de un desayuno en buena compañía. Al acercarme ya oía el tintineo que producía el abuelo al remover el azúcar ¡Siempre el vaso de agua con azúcar del abuelo! Hoy el arroyo esconde su alegre rumor bajo el paseo enlosado, los plátanos que lo bordean alargan las ramas para abrazarse por su ausencia y la higuera protege a sus higos entre sus hojas de lija y tristeza porque ya nadie se ocupará de ella. Por todo el valle se escucha la pena inmensa del tañido de las campanas con el vaivén desconsolado del que las balancea. Tras el visillo de la ventana se refuerza con melancolía la luz agónica del día que nos deja. El olvido es imposible mientras en un lugar exista un tintineo metálico sobre un vaso de cristal. Los cerezos en flor allá donde me los encuentre me dirán que está preparando la malla para protegerlos de los pájaros y así poder regalarnos un ces

Primeras impresiones de Podemos

—Ama, el domingo hay elecciones al parlamento europeo, ¿irás a votar? —Ya sabes que yo ya cumplí ampliamente con esas obligaciones, así que déjame en paz que hace frío y no voy a salir de casa. — ¡Pero ama! ¡Así va este país! Mira, te llevo yo en el coche y puedes votar al PP como en la época de aita. — ¡Cómo quieres que te diga que no!, los tiempos de meter en la urna el sobre que me daba tu padre ya han pasado. — ¿Y si te traigo yo el sobre? Ya sabes que aita y yo en política nunca estuvimos de acuerdo. El nacionalismo puede ser buena opción porque... — ¡Te he dicho que no y es no! Con tu padre ya tuve bastante. ¡Jijiji! Sí que hace frío y además llueve, pero con mi bastón en una mano y el paraguas en la otra... poco a poco. ¡Qué tendrá ese joven para sacarme a mí de casa! ¿Mi hijo? qué va, me refiero a ese de la coleta, el que habla tan bien, si hasta ha conseguido que no me quede dormida con la tele encendida. Parecía que estaba viendo una partida de ping-pong de uno contr

La artista y su obra

Johannes Vermeer Se estaba haciendo el nudo de la corbata con la concentración requerida cuando se detuvo un momento para decir: —No voy a volver. Ella levantó sus grandes ojos ante aquel inmenso espejo que le devolvía su propia imagen tras la de él. Un halo de bondad la envuelve, de bondad y de estar en las nubes. Con la tranquilidad aparente en el rostro aún hermoso, pero con el corazón encogido, siguió haciendo lo que mejor sabía hacer: preocuparse de los pequeños y grandes detalles que lo habían llevado a él a ser un hombre de éxito. Mientras, en silencio iba deletreando su nombre como la que repite un viejo mantra para detener los fantasmas que la asfixiaban. En algún recóndito lugar de su interior quedaron reprimidas las lágrimas que luchaban por salir. Ya no la buscaba como en sus primeros tiempos cuando quedó fascinado por su belleza, su ternura y su arte pictórico tan reconocido. Ese asumir el papel de mujer perfecta que tanto le había atraído en otro momento, se le ha

Objetivo Guernica

El Guernica de Picasso Picasso volvió a Francia dejando el cuadro en América. En París, en 1940, se topó con el ejército nazi que había ocupado gran parte del país. Según se cuenta, un oficial alemán le preguntó a Picasso ante una foto del cuadro de Guernica: —¿Ha hecho usted esto? —No, han sido ustedes. El Hotel Frontón de Vitoria-Gasteiz situado en el corazón del ensanche era un referente en aquellos años 20. Aparte de artistas, toreros y famosos, la mayor parte de clientes eran familias de Madrid y sobre todo de Andalucía que en Vitoria buscaban “los espléndidos veranos del norte”. El servicio que los atendía era de lo más selecto, a las camareras se les exigía 1,70 de estatura y tenían fama de ser guapísimas, aunque el gran atractivo del hotel estaba en los deliciosos aromas y ricos sabores de su cocina que traspasaban los límites de la provincia. Para los vitorianos era todo un acontecimiento ver al comienzo del verano cómo enfilaban los flamantes coches de lujo co

Día del libro 23 de abril

Un día alguien vino a visitarme para regalarme los oídos con el mejor piropo que me han dicho en mi vida: "tú eres la culpable de que haya leído mi 1º libro, las horas en el calabozo se me hicieron más cortas y además, el libro me gustó" ¡Felicidades a todos los que leen!  ©María Pilar 'Don Libro está helado' Estaba el señor don Libro Sentadito en su sillón, con un ojo pasaba la hoja con el otro ve televisión. Estaba el señor don Libro Aburrido en su sillón, Esperando a que viniera... (a leerle) Algún pequeño lector. Don Libro era un tío sabio, que sabía de luna y de sol, que sabía de tierras y mares, de historias y aves, de peces de todo color. Estaba el señor don Libro, tiritando de frío en su sillón, vino un niño, lo cogió en sus manos y el libro entró en calor. Gloria Fuertes.

Día Internacional contra la Esclavitud Infantil

En la Plaza de Correos de la ciudad de Vitoria-Gasteiz encontramos la escultura “El Pensador Niño” de Casto Solano en homenaje a Iqbal. El propio autor nos dice: "En cada lugar su tiempo, en cada tiempo un lugar. El tiempo del niño es breve y su lugar es jugar. Si robas el tiempo a un niño le estás robando algo más". La pequeña figura de bronce, ubicada sobre un pedestal de piedra, presenta un niño desnudo, moreno, de triste mirada. Es su actitud pensante, abrazado sobre sí mismo, la que hace que nos preguntemos: ¿Qué le pasa a este niño? Parece que la preocupación que lo embarga fuera superior a lo que un niño puede soportar. Su actitud lleva al límite nuestra emoción. Se le ve tan abrumado…, te dan ganas de acercarte para hacerle sentir un cálido abrazo. Era el 1 de mayo de 1995. La iniciativa para erigir este monumento en recuerdo de Iqbal y como símbolo de todos los niños maltratados del mundo, fue impulsada por el alcalde de la ciudad en ese momento. Los centros de

Por el mar Adriático

Conduzco el coche siguiendo la sinuosa carretera de costa que desciende al Adriático. El sol de poniente me obliga a entrecerrar los ojos para poder ver bien las curvas encadenadas al borde del acantilado. Abajo, un mar cristalino se extiende entre islas con una quietud de espejo. El crucero avanza abriendo una vía por las serenas aguas color turquesa que ocultan su profundidad tras el reflejo de los acantilados verdes. Así y todo me divierte una nereida engalanada con sus flores de nácar. Pronto me siento, a su vez, observada. Son los tritones con sus ojos coléricos los que recriminan mi intromisión en su mundo bajo el mar donde viven en palacios decorados con los restos de los naufragios. Con disimulo levanto la vista de las profundidades por el temor que me causa afrontarlos. El barco sortea con dominio los islotes que salen a nuestro encuentro y deja atrás la Perla del Adriático con su imponente muralla y sus tejados rojos que delatan su reciente reconstrucción. En Dubrovnik se p

No es la gravedad lo que te sostiene

Todo aquello que permanece Es lo que te sostiene Ahora que el apagado telescopio Es pan de desconsuelo Marejada de una crisis Huracán de tantos reveses Eso que es solo tuyo Tan íntimo, familiar y perenne Eso que te agarra por dentro Es lo que te sostiene Porque es roca, viento y lluvia Camino al que perteneces Rumor del agua esa luz primera Junto a lo que más quieres Días de estudio y sueños Juegos, risas y trueques Es lo que te sostiene Ese río que fluye y aviva Más que nunca, para siempre Se hace energía en tu cuerpo Y saca al ser fuerte que eres Para superar la tristeza Para afrontar el presente.

El regalo de su tiempo libre

Cuanto termina de colgar en las cuerdas del patio la colada de la ropa familiar para que se oreen sus rígidas costuras, se sienta en una piedra, y le saca a su flauta travesera  las más bellas melodías de un mundo de color y  magia con las que libera el alma. Navegando en su flamante barquito de papel  por un mar dorado, las gaviotas le hacen los coros a una pleamar  en calma y la suave brisa viajera le trae de regreso la risa de jóvenes muchachas que alegres se adornan con flores silvestres y duermen abrazadas sobre la hierba, envolviéndose en  aromas y sabores de los que ella participa. Ese secreto de su tiempo libre  le aporta la fuerza  para seguir viviendo con esa serenidad y alegría que todos los demás admiran.

Tiempo de cambio

Es tiempo de cambiar la dirección de la quebrada Aunque razón y sentimientos anden divididos En sumas y restas litigando Por el resultado que pudo ser y no ha sido. Es tiempo porque en las cuentas no hay misterio Que sumando éramos uno y restando nos dividimos El resto, es un rescoldo que abrasa Multiplicando hasta el infinito el caudal invertido Es tiempo de  hacer borrón y cuenta nueva Que amalgame lo nuestro no hay ecuación De las infinitas estrellas sólo miras a una Y esa una, no soy yo

Escuchar el silencio

Me han bastado dos días de paso por mi pueblo para constatar que sigue meciéndose en amplios campos de cereales que ya secos, le susurran sus nanas características ante la suave caricia del viento. Es el acompañamiento a tanta explosión cantarina de grillos, cigarras y mirlos. El viento nos trae aromas de tomillo, romero y espliego y en casa brillan en el cesto las cerezas recién cogidas. El caserío evoluciona lentamente, pero dando una vuelta nos encontramos con casas, rincones y restos de murallas que como un libro abierto te retrotraen al pasado histórico que con la modernidad no ha sucumbido sino que se ha hecho más visible. No ocurre lo mismo con otros elementos de un pasado no tan lejano, a los que las telarañas y el polvo los están acallando. Sólo algunos ojos pueden contárnoslo tal como ellos lo ven y digo ojos porque el grupo de personas mayores que se sientan en los bancos de la plaza a la sombra de los frondosos plataneros, pasan las horas rumiando sus silencios cargad

Ser o no ser: la eterna duda

Se pasaba el día deshojando la margarita: ser o no ser, hago esto o aquello. Siempre la duda le emborronaba los pensamientos y le incapacitaba para tomar decisiones. Esa actitud era tan irritante para los demás que comenzó a quedarse solo. Y solo siguió con su duda hasta tal punto, que su figura se fue doblegando para soportar la pesada carga. . El día que logró ver la sombra de su caparazón soplándole en la nuca, comprendió que no merecía la pena seguir con ese lastre. Su cuerpo crujió al cambiar de postura para empezar a ser.

Os regalo mis deseos

Me ha pasado un huracán, un tsunami ha arrasado lo que me pertenecía: mi identidad. Han suplantado mi identidad para chantajear en mi nombre a familiares, amigos y conocidos. Saben que si es de un extraño no cuela, de un amigo toca la parte sensible y nadie va a desconfiar. Un delito del que se van de rositas ocultándose tras la maraña de lo virtual. He hecho limpieza mental, he cambiado contraseñas, he vaciado agendas cargadas de superficialidades y ya más ligera de equipaje, en una noche fresca bajo un cielo callado, he pensado en lo que realmente es importante para mí y por tanto la fuente de mis deseos. Deseo seguir confiando en la gente porque no quiero que mueva mis actuaciones un corazón frío y huraño. Deseo construir mi vida sobre un amor firme, una familia y unos amigos que son los que sacan lo mejor que hay dentro de mí. Deseo abrir la puerta y arrojar fuera a los que se mueven por apariencia y falsedad que no me dejan ver el brillo del atractivo de las auténticas person

El abuelo

Por detrás de la torre de la iglesia  Reloj anclado en el pasado  Fuimos siguiendo sus huellas  Por los senderos cercanos  Cruzamos el arroyo  De él íbamos hablando  Su contar y su hacer  Entre nosotros comentábamos  Sienes plateadas, bastón en mano  Como un transeúnte más  Su sombra a nuestro lado  Frente a su casa nueva  Se quedó observando  El tiempo se detuvo  Él pasó de largo