El olor del pan recién tostado impregnaba el ambiente y se mezclaba con el del café. Aromas inconfundibles que me llevaban a disfrutar de un desayuno en buena compañía. Al acercarme ya oía el tintineo que producía el abuelo al remover el azúcar ¡Siempre el vaso de agua con azúcar del abuelo!
Hoy el arroyo esconde su alegre rumor bajo el paseo enlosado, los plátanos que lo bordean alargan las ramas para abrazarse por su ausencia y la higuera protege a sus higos entre sus hojas de lija y tristeza porque ya nadie se ocupará de ella. Por todo el valle se escucha la pena inmensa del tañido de las campanas con el vaivén desconsolado del que las balancea. Tras el visillo de la ventana se refuerza con melancolía la luz agónica del día que nos deja.
El olvido es imposible mientras en un lugar exista un tintineo metálico sobre un vaso de cristal. Los cerezos en flor allá donde me los encuentre me dirán que está preparando la malla para protegerlos de los pájaros y así poder regalarnos un cesto de relucientes picotas. Sobre cada tablero de ajedrez lo veré concentrado para ganar la partida. En cada esquina, en cada calle, en cada lugar por los que ha pasado, lo recordaré.
Lo que no me podía imaginar era encontrármelo allí donde él nunca ha estado: paseando por los circuitos de banda ancha de internet. El nuevo Street View de Google Map lo ha captado en uno de sus últimos paseos por su pueblo. Lo veo por detrás, se me acelera el corazón, es él, su pasear pausado. Se protege de la luz tan generosa en estas tierras con un sombrero de paja. Está fuerte, guapo, saludable. Giro el mapa para verlo de frente. Lleva puesta una camisa de cuadros. Su pelo blanco, brillante, y su tez blanca de pelirrojo parecen negar que fue un hombre curtido por las duras tareas del campo. En ese momento levanta la cara y su mirada azul observa con atención el coche que pasa por su lado sin ser consciente que las cámaras lo están grabando. No le gustaban las fotos, no le gustaba que lo grabasen. Y ahora, en contra de su voluntad, solo porque la poderosa Google así lo ha decidido, su imagen camina sin descanso por los entresijos del ciberespacio encerrada en vida sin poder escapar.
¡Cómo me gustaría que lo dejasen descansar en paz!
Una voz interior —tal vez sea la suya— me dice que como persona anónima que fue, puede seguir paseando tranquilamente por su pueblo, porque le gusta. Ahora que es etéreo, es viento, es amapola, es luminosidad, es un hombre que está más allá del tiempo de Google: medible y caduco. Se mueve en el escenario de otro tiempo. Y es ahí, tanto en los campos cosechados como en el cerro o en la casa vieja que fue el origen de todo, donde sus hijos y nietos siempre pueden encontrarlo.
Hoy el arroyo esconde su alegre rumor bajo el paseo enlosado, los plátanos que lo bordean alargan las ramas para abrazarse por su ausencia y la higuera protege a sus higos entre sus hojas de lija y tristeza porque ya nadie se ocupará de ella. Por todo el valle se escucha la pena inmensa del tañido de las campanas con el vaivén desconsolado del que las balancea. Tras el visillo de la ventana se refuerza con melancolía la luz agónica del día que nos deja.
El olvido es imposible mientras en un lugar exista un tintineo metálico sobre un vaso de cristal. Los cerezos en flor allá donde me los encuentre me dirán que está preparando la malla para protegerlos de los pájaros y así poder regalarnos un cesto de relucientes picotas. Sobre cada tablero de ajedrez lo veré concentrado para ganar la partida. En cada esquina, en cada calle, en cada lugar por los que ha pasado, lo recordaré.
Lo que no me podía imaginar era encontrármelo allí donde él nunca ha estado: paseando por los circuitos de banda ancha de internet. El nuevo Street View de Google Map lo ha captado en uno de sus últimos paseos por su pueblo. Lo veo por detrás, se me acelera el corazón, es él, su pasear pausado. Se protege de la luz tan generosa en estas tierras con un sombrero de paja. Está fuerte, guapo, saludable. Giro el mapa para verlo de frente. Lleva puesta una camisa de cuadros. Su pelo blanco, brillante, y su tez blanca de pelirrojo parecen negar que fue un hombre curtido por las duras tareas del campo. En ese momento levanta la cara y su mirada azul observa con atención el coche que pasa por su lado sin ser consciente que las cámaras lo están grabando. No le gustaban las fotos, no le gustaba que lo grabasen. Y ahora, en contra de su voluntad, solo porque la poderosa Google así lo ha decidido, su imagen camina sin descanso por los entresijos del ciberespacio encerrada en vida sin poder escapar.
¡Cómo me gustaría que lo dejasen descansar en paz!
Una voz interior —tal vez sea la suya— me dice que como persona anónima que fue, puede seguir paseando tranquilamente por su pueblo, porque le gusta. Ahora que es etéreo, es viento, es amapola, es luminosidad, es un hombre que está más allá del tiempo de Google: medible y caduco. Se mueve en el escenario de otro tiempo. Y es ahí, tanto en los campos cosechados como en el cerro o en la casa vieja que fue el origen de todo, donde sus hijos y nietos siempre pueden encontrarlo.
También caminará por los entresijos del ciberespacio esta preciosidad de relato salido del corazón de la nieta. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarUn abrazo, María Pilar.
Un abrazo con todo mi cariñ Chema.
EliminarRealmente precioso. Imposible contarlo mejor.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado Marcos. Un abrazo.
EliminarMaría Pilar, una delicia. Se huele, se saborea y se toca esa exuberante, plena de multicolores y se aprecia un cariño difícil de igualar a pesar de estar la imagen pixelada por las prisas de quien las hace. ¡Posee tanta vida real como virtual! Tu puntual descripción de ligares y hechos, sentidos, soñados o visualizados poseen la especial claridad de quien muestra un afecto más allá del amor. Espléndido relato.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo, querida amiga María Pilar.
Tienes una agudeza visual y analítica en todo lo que lees que no pierdes detalle. Gracias por estar ahí. Cariñoso abrazo.
EliminarTierno recuerdo, donde crecen imagenes y aromas
ResponderEliminarAbrazos
Me alegra mucho verte por aquí Lapislazuli. Cariñoso abrazo.
EliminarHermosos recuerdos,cariños
ResponderEliminarGracias Fiaris con todo mi cariño
EliminarUy aveces la tecnología apesta, ha cambiado muchas cosas te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminarOtro abrazo para ti Citu.
EliminarFeliz fin de semana.
Muy lindo relato
ResponderEliminarMe hiciste acordar de mi abuelo. Tambien se tomaba unos vasos de aguazucar
Besos
cArlos
Hombres sabios los de antes. Fuerte abrazo Carlos.
EliminarUn tierno y bello relato.
ResponderEliminarTengo que probar eso del agua con el azúcar.
manolo
Nada hace milagros, pero él estaba convencido que le venía bien y era su mejor medicina. Ha vivido muchos años.
Eliminar¡Ánimo con lo tuyo! Un fuerte abrazo.
Ser inmortal contra la voluntad de uno debe de ser el colmo de la impotencia. Muy interesante.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Es el poder de los dioses de nuestro tiempo.
EliminarUn placer leer siempre tus comentarios.
Feliz finde JM
El relato es precioso y tu forma de narrar es entrañable, me he acordado de algo que se publicó y te dejo el enlace por si te quieres asomar. "CLICA AQUÍ".
ResponderEliminarNo lo conocía Ester. En mi caso hubiera preferido que no estuviera. Reconozco que es un sentimiento de emoción personal.
EliminarBesos y feliz finde.
Una narración suave y dulce como el tintineo de ese vaso que contiene la esencia de esos recuerdos, de esa querencia por tu abuelo. Unas palabras que le otorgan alma a esa imagen robada de google.
ResponderEliminarBesos de admiración.
Admiración la mía hacia tus palabras. Un abrazo.
EliminarTu abuelo tan tierno por Google eternizado.
ResponderEliminarBeso
Así es Malque. Un beso :)
EliminarPilar, el arroyo seguirá susurrando su nombre en la corriente, los plátanos, la higuera,los manzanos y los cerezos acunarán su alma y su recuerdo...Y tú, mientras lo eternizas con tu entrañable cariño y admiración, la vida te hace un guiño y te muestra, que sigue caminando por internet,porque seguirá vivo por encima del tiempo y la distancia...Tu abuelo está orgulloso de ti y de tus letras, amiga.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo inmenso por tu creatividad, tu arte y profundidad, Pilar.
M.Jesús
Tu vena poética sale en todo lo que escribes y es que tienes el arte de emocionar con tus textos.
EliminarUn beso Mª jesús
Entrañable tu post, Pilar!!
ResponderEliminarY excelentemente narrado, como siempre!!
Un gusto enorme pasar por "tu casa".
Cariños!
Lau.
Laura ¡qué alegría verte por aquí! Un beso con todo mi cariño.
EliminarHola Pilar.me ha encantado como escribes y describes el Amor por tu abuelo,y ese tintineo que creo todos llevamos dentro como recuerdo de ese baso de agua con azúcar,por lo visto para ellos era una gran medicina.
ResponderEliminarBesos y gracias.
Y tanto, medicina en la que creían "a pies juntillas".
EliminarTodo mi cariño y feliz fin de semana Tere.
Bueno, el momento la verdad es que es realmente emotivo, sorpresas de la tecnología :)
ResponderEliminarBesotes.
Actuaciones que por inesperadas no dejan de sorprendernos y más cuando se dan en el momento menos oportuno.Besos Dess
EliminarQué bonita entrada, Pilar, ¿para qué llenarte de palabras si está todo dicho?
ResponderEliminarUn beso grande.
HD
Humberto ¡cómo me alegran tus palabras! Inmenso abrazo.
EliminarQué cosas tiene la vida mp, qué cosas! Osea a él que no le gustaban las fotos ha quedado inmortalizado en Google. Para la familia tiene que ser muy triste, no?
ResponderEliminarEl relato es pura poesía y sentimiento.
Más hermoso imposible.
Muxuak.
Así es Ohma, quieres sacarlo de ahí y dejarlo descansar, pero la técnica nos juega estas malas pasadas.
Eliminarmuxu bat nire neska
Tu sensibilidad a flor de piel siempre me conmueve. Qué bonito lo has escrito, María Pilar.
ResponderEliminarCuando la persona se va, no la perdemos porque es interiorizada emocionalmente. Lo que queda vacante son sus costumbres y el papel que ocupaba.
Un abrazo, guapa.
Así es Karima, nadie se va del todo mientras permanezca en el recuerdo de los que lo conocieron.
EliminarUn besazo
Muy bueno tu relato, la descripción de la primavera perfecta y al final la sorpresa y eso que está anunciada en el título. Felicidades
ResponderEliminarEspero que esta vez salga publicado el comentario. Es entonces que lo he aprendido
Besos
Sí Ele, aquí está tu comentario y te agradezco tu aportación.
EliminarBesos preciosa
Muy bonito.
ResponderEliminarYa nada ni nadie está a salvo de ser captado y grabado para la eternidad, aun sin su voluntad expresa.
Un abrazo.
Y no te digo el impacto que te produce si te lo encuentras días después de su funeral. Las emociones y los sentimientos personales chocan con los intereses de los dueños del mundo de la información globalizada.
EliminarCariñoso abrazo
Maravillosa evocación, amiga, y lo mismo sucede con la imagen, que quita el hipo
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Maravillosas palabras y más viniendo de un fotógrafo como tú.
EliminarAbrazo
Hermosa fotografía la que dibujas en la mente con tus palabras. Siempre es muy grato leerte Pilar. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Soledad por tus generosas palabras.
EliminarCariñoso abrazo.
En mi tierra la gente tenía un temor reverencial al hecho de ser fotografiado, sobre todo cuando los sorprendían en las faenas de la tierra o con el ganado. Temían, con razón, que esas fotos terminen ilustrando algún calendario y ellos terminen apareciendo en las cocinas de sus vecinos para que estos últimos se burlen de ellos... La fotografía digital ha venido a atenuar ese pánico a fuerza de vivir constantemente con él. Hace años mi hermano buscó el nombre de mi pueblo en imagenes google...y se encontró con mi padre descargando un tractor de alpacas. Era un blog, jaja, un blog de turismo de un americano. El fotógrafo, decía, como decimos todos, que las fotos estaban protegidas por derechos de autor y que para utilizarlas había que pedirle permiso. Mi hermano se indignó... ahora todos nos reímos. Es una muy buena foto. Ahora me alegro mucho de tenerla aún contra la voluntad de mi padre, jaja.
ResponderEliminarLo que has escrito es precioso... A Atxaga le daría envidia. A mí me la da ;)
Un beso
Con el tiempo Adra tal vez pueda yo también reírme.
EliminarUn beso con todo mi cariño.
Muy bien que haces: ya ni se aprecian a los abuelos como se apreciaban.
ResponderEliminarBesos.
Claro Rafa, que no podemos olvidar de donde venimos
EliminarBesos
Hola María Pilar, Muy bello como escribes los recuerdos de tu abuelo. Me gustas como dejas a merced del lector que imagine, que encadene lo que tu tan bonito escribes.
ResponderEliminarCuando ponemos un pie en la calle, seguro que alguna de las cámaras nos está capto. Bien la cámara que hay en el banco, tal vez en la joyería por donde pasamos. Tal vez alguien hace una foto a otra persona y salimos en el encuadre. En unos años nuestros sobrinos, hijos quien los tenga,... verán fotos en la red de sus antepasados.
Algún día probaré en el desayuno agua con azúcar como tu abuelo.
Hermosa historia.
Saludos y un abrazo
Seguro que te gustará. Un besazo Isa.
EliminarPodrán captar digitalmente todo lo que quieran, fotografíar, almacenar...Pero nunca podrán encerrar la esencia de una persona como tú has sido capaz de hacerlo aquí. Eso es algo que no está al alcance ni de google tan siquiera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tu emocionado comentario Oski.
EliminarUn abrazo
La esencia del Ser Humano en contacto con la benévola Naturaleza.
ResponderEliminarEl Ciberespacio podrá adentrarse en él, pero nunca podrá mostrar la belleza intrínseca de ese Paisaje tan magistralmente narrado, disfrutado cada palmo de terreno por ese Abuelo tan tierno y genuino.
Abrazos y Besines.
Es lo que ocurre cuando se escribe desde el corazón y los sentimientos.
EliminarInmenso abrazo.
Hay situaciones que uno no podría imaginar, pero que pueden darse en la vida real.
ResponderEliminarConcuerdo con Oski, la esencia nunca se podrá encerrar.
Un beso grande, María Pilar.
HD
Siempre lo real supera a la imaginación y esto es una lección para todos los que disfrutamos escribiendo historias inventadas.
EliminarBesos.
...y tu lindo relato hará lo mismo, M Pilar.
ResponderEliminarMe parecía estar allí oyendo el tintinear de la cuchara en el vaso,
viiendo las higueras, los cerezos, siguiendo la huella de tu abuelo.
Ya estoy de vuelta de mi viaje, gracias por tus cariñosas palabras
en mi blog, besotes.
Feliz regreso Myriam. Siempre es una delicia encontrarte por aquí.
EliminarBesos
Nadie escapa ya a la lente de la tecnología. Tu relato una delicia, con sabores y aromas... entrañable.
ResponderEliminarAbrazo con cariño, María Pilar.
Abrazo compartido Sara por esas palabras tan entusiastas.
EliminarMe has recordado a mi abuelo... era de aquellos que nunca se quitó la boina, sobre todo lo recuerdo en aquellas siestas debajo del sauce, con la boina descolocada, protegiéndole los ojos. Nunca lo veré en Google Map, cuando él se fue estas cosas todavía no existían...
ResponderEliminarTe envío un abrazo muy fuerte y con mucho cariño.
Un fuerte abrazo también para ti Ximo y gracias por compartir tan bonitos recuerdos.
EliminarUna escena tierna y familiar. Me parece seguir y oir junto a ti sus pasos. Los recuerdos a veces surgen espontáneos.
ResponderEliminarPor otra parte es cierto que se nos acabó la intimidad. Miles de ojos nos observan cada movimiento.
Bss y buen finde
Estaré fuera hasta primeros de julio
Que lo pases bien Katy. Hasta la vuelta. Besos.
ResponderEliminarGracias a ese vagar por el ciberespacio tenemos este mágnifico relato :)
ResponderEliminarBesos.