Me llamo Josefa, Pepa para los amigos. Aunque, más bien, creo que debería llamarme Pandora porque nací con un oscuro secreto acompañado de las instrucciones de no abrirlo bajo ningún concepto. Mi curiosidad me llevó a descubrirlo, primero para mí y después se lo mostré a mis padres. No lo entendieron. Desde entonces la convivencia con ellos se hizo insoportable. Tuve que abandonar la casa Deambulé por el mundo dando tumbos. Fueron años borrosos a imagen de mi figura desdibujada y sin contornos. Luché como una leona para rasgar ese velo fijado con las clavijas de un supuesto orden natural y los restos de cada batalla perdida se quedaron prendidos en mi alma desgastada por tanta decepción. Un día estalló la tormenta que se venía fraguando en mi interior y arrasó los diques de contención que con tanto esfuerzo había levantado. No puedo expresar la desesperación con la que me acerqué a aquel puente. El viento me zarandeaba, el abismo me tentaba. Aplastada por el destino cruel que me obl
Un blog de relatos