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Mostrando las entradas etiquetadas como #Vitoria-Gasteiz

Días grises amenazantes

Día gris amenazante. Se siente la presencia del Sr. Clima Invernal que hoy se ha despertado tras un periodo primaveral y deambula por el entorno. Desde el amanecer, está preparando sus brochas para pintar la ciudad. Hoy ha elegido su color favorito, el gris; la neblina se pega a los cristales y parece querer inundarnos la casa. El mal tiempo exterior acompañado de un gran silencio en esta destemplada mañana, nos invita a permanecer en casa. Afortunadamente es sábado y podemos quedarnos. De niña no recuerdo días grises.  Allá donde vivía juraría que no había. Frío sí y mucho, pero siempre teníamos ganas de salir a la calle, sobre todo cuando el cielo se desplomaba y lo uniformaba todo cubriéndolo de nieve. Los caminos los hacía la gente a base de pisadas. Fuera de estas veredas las huellas de algún gorrión sobre la nieve quedaban borradas por la silueta de un niño que divertido se tumbaba en la nieve.  Aquí y allá se oía el rasgar de las palas con las que los vecinos limpiaban las

Vitoria Capital Verde Europea 2012

Todos los de Vitoria-Gasteiz estamos orgullosos por este reconocimiento europeo: Vitoria Capital Verde Europea 2012. Y más si se tiene en cuenta que hemos competido frente a ciudades tan importantes como Barcelona, Núremberg (Alemania), Nantes (Francia), Malmö (Suecia) y Reikiavik (Islandia).  Conseguir aunar a los vitorianos sobre alguna novedad o cambio, no es tarea fácil. En este caso también ha habido muchas críticas por parte de aquellos que veían más peros que ganancias. Al final lo estamos disfrutamos y nos felicitamos por ello.  Los ciudadanos de Vitoria-Gasteiz lo debatimos todo y participamos en las decisiones que toma el consistorio del ayuntamiento, muchas veces con la intención de cambiarlas cuando no nos gustan. A veces lo hemos logrado. Somos una ciudad de provincias a la que le cuesta asimilar los cambios. Si tenemos en cuenta el refranero popular, tan sabio en muchos de sus dichos, lo de «renovarse o morir», hemos de admitir que no lo aplicamos. Estamos demasiado a

Imágenes de Vitoria Nevada

La Vitoria verde lleva tres días cubierta por un manto blanco bajo el que yace una peligrosa placa de hielo. Las previsiones han acertado de pleno. Se han reforzado los albergues utilizados para situaciones de emergencia y se aconseja mantener la calefacción de forma permanente para evitar roturas de tubería por el hielo. Realmente la situación responde a las características del invierno de toda la vida en la ciudad, pero, como los últimos años han sido más suaves, nos pilla desacostumbrados. El paisaje es de foto, el inconveniente es que nos complica bastante la vida.  Miro a través de los cristales de la ventana y me quedo ensimismada viendo cómo cae la nieve sosegada, aunque perseverante. Los edificios de enfrente se ven difuminados tras una cortina movible de copos. La nieve lo uniforma todo y absorbe hasta los sonidos diarios de la ciudad. Un manto blanco la cubre de silencio y quietud.  En la plaza los abetos, magnolios y castaños de indias apenas se diferencian. Unos niños

Vitoria, ciudad verde

Un reciente estudio sobre ciudades ha llegado a la conclusión de que a los vitorianos les falta el orgullo de ciudad. Dice que muy pocos al ser preguntados definen a su ciudad como una ciudad industrial. Es verdad que nunca he oído a un solo vitoriano hablar de su ciudad en ese sentido, para eso ya está la cercana Bilbao; pero cualquiera de ellos reconoce que Vitoria es una ciudad tranquila y verde.  Los vitorianos elogian y valoran el color de su ciudad, el verde que le dan sus parques y jardines bien distribuidos por todos sus barrios. Presumen de color y con fundamento porque es la ciudad a la vanguardia de España en cuanto a espacios verdes, 26,3 metros cuadrados por habitante. (La OMS aconseja entre 10 y 15 metros cuadrados por persona) © María Pilar

El Olentzero no está solo

Días antes de Navidad, de paseo por el parque de Salburúa nos lo encontramos. Estaba sentado en el tronco de un chopo, reponiendo fuerzas para la tarea que le esperaba en el reparto de los regalos la noche del 24 de diciembre. Era el Olentzero, figura inconfundible por estas fechas, con su pipa, su boina y su saco repleto de carbón, castañas y regalos. Hombre grueso que vive aislado de la sociedad, dedicado a hacer carbón vegetal en el bosque y cada invierno baja de las montañas a los pueblos. Se cuela por la chimenea de las casas la noche del 24 de diciembre para dejar, junto al abeto iluminado, los regalos que los niños le han pedido. Otros niños vascos, vecinos de los anteriores, reciben regalos esa misma noche de Papá Noel, regordete e histriónico, vestido de rojo, con barba blanca, botas altas y gorro de armiño. Días más tarde, el cinco de enero, les toca el turno a los Reyes Magos, con sus carrozas, pajes, brillo y fantasía, no hay niño que se les resista. Vienen cargados de r

El precio del futuro de la ciudad de Vitoria

El precio del futuro es inevitable. La ciudad ya no es lo que era. Grandes esqueletos en construcción de edificios altos crecen por Zabalgana a pasos agigantados, acortando la distancia de seis kilómetros que separaban la ciudad del pueblo de Zuazo.  Ha desaparecido el estrecho camino que serpenteando entre hayas, quejigos y robles nos llevaba andando hasta al pintoresco pueblo de Zuazo. Vamos campo a través por las tierras removidas que las potentes excavadoras, con un ruido ensordecedor, están preparando para nuevas construcciones.  Antes de entrar en lo que queda del solitario bosque podemos apreciar mejor el contraste entre los ocres otoñales. La vegetación ya no es tan tupida y nos permite disfrutar de los rayos de sol abrillantando y reforzando el colorido. El cauce sinuoso de un arroyo con apenas un hilo de agua desemboca en un humedal natural cuyo entorno nos invita a descansar. Los sauces, plataneros y avellanos sombrean estratégicamente el entorno. La panorámica que abarcam

El Castañero de Vitoria

Han embellecido la plaza del museo Artium con grandes esculturas de autores de reconocido prestigio. Y, como por arte de magia, ha surgido, un año más, la escultura viviente del Castañero. Ahí está, en la esquina de siempre, con su carromato, desprendiendo el olor a humo caliente y ese inconfundible olor que nos anuncia la llegada del invierno. Solo, aterido de frío, con las manos en los bolsillos de su mono azul, el joven castañero se resguarda del viento y la lluvia recostándose sobre su viejo, aunque recién pintado, carruaje para sentir el calor de las castañas asadas. No vocifera su mercancía al pasar los transeúntes, no se mueve ni un ápice de la baldosa del suelo que pisa, no entabla conversación con nadie ni nadie lo saluda al pasar. Parece una escultura viviente adornando la plaza en invierno y después, desaparece sin que se sepa exactamente cuando. Languidece la luz azulada de la moderna farola bajo la que siempre se coloca el castañero.  Y a mí, que me encantan la var