Día gris amenazante. Se siente la presencia del Sr. Clima Invernal que hoy se ha despertado tras un periodo primaveral y deambula por el entorno. Desde el amanecer, está preparando sus brochas para pintar la ciudad. Hoy ha elegido su color favorito, el gris; la neblina se pega a los cristales y parece querer inundarnos la casa. El mal tiempo exterior acompañado de un gran silencio en esta destemplada mañana, nos invita a permanecer en casa. Afortunadamente es sábado y podemos quedarnos.
De niña no recuerdo días grises.
Allá donde vivía juraría que no había. Frío sí y mucho, pero siempre teníamos ganas de salir a la calle, sobre todo cuando el cielo se desplomaba y lo uniformaba todo cubriéndolo de nieve. Los caminos los hacía la gente a base de pisadas. Fuera de estas veredas las huellas de algún gorrión sobre la nieve quedaban borradas por la silueta de un niño que divertido se tumbaba en la nieve.
Aquí y allá se oía el rasgar de las palas con las que los vecinos limpiaban las aceras y gritos de chiquillos haciendo muñecos de nieve.
Nuestro vaho formaba nubes de humo de las que fardábamos orgullosos desafiando al frío y aparentando fumar. Cuando regresábamos a la estufa caliente las manos nos dolían de las bolas de nieve que habíamos lanzado.
Algunos niños tenían sabañones.
© María Pilar
De niña no recuerdo días grises.
Allá donde vivía juraría que no había. Frío sí y mucho, pero siempre teníamos ganas de salir a la calle, sobre todo cuando el cielo se desplomaba y lo uniformaba todo cubriéndolo de nieve. Los caminos los hacía la gente a base de pisadas. Fuera de estas veredas las huellas de algún gorrión sobre la nieve quedaban borradas por la silueta de un niño que divertido se tumbaba en la nieve.
Aquí y allá se oía el rasgar de las palas con las que los vecinos limpiaban las aceras y gritos de chiquillos haciendo muñecos de nieve.
Nuestro vaho formaba nubes de humo de las que fardábamos orgullosos desafiando al frío y aparentando fumar. Cuando regresábamos a la estufa caliente las manos nos dolían de las bolas de nieve que habíamos lanzado.
Algunos niños tenían sabañones.
© María Pilar
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