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Mostrando entradas de junio, 2019

El afinador de pianos

La tienda de pianos estaba enfrente de nuestra casa y, por extraño que parezca, era uno de los lugares más silenciosos del barrio. La campanilla de la puerta sonó cuando mi madre y yo entramos. El señor Carrión, con su sempiterno guardapolvo negro sin abotonar a causa de la obesidad, se apresuró a dejar unas partituras en el mostrador y levantó su mirada acuosa por encima de las gafas. Se aclaró la garganta con un carraspeo para preguntarnos con voz atiplada: «¿En qué puedo ayudarlas?» De toda la vida vecinos, nunca habíamos entrado en contacto hasta ese día que mi madre le alquiló un piano para que yo pudiera dar clases particulares. Y salí convertida en empleada por horas. Él necesitaba una persona en la tienda y yo dinero para mis gastos. Con el caminar torpe de alguien que no está acostumbrado a moverse mucho nos acompañó hasta la puerta. Aunque hombre de pocas palabras, el aparente descuido en el vestir y su hablar pausado reforzaban su aspecto bonachón. Nos despidió con una lev

¿Dónde está Amina?

Hammed y su hijo de doce años, Abdel, viajaron a Marruecos para celebrar el Ramadán en su pueblo con parientes y amigos. Al regresar volvieron con el abuelo. Ocuparía la cama de la hija mayor, Amina. Esta, encantada, dormiría en la alfombra del salón. La presencia del abuelo los había alegrado a todos. Y Amina notaba que su padre parecía más feliz. —Papá, las notas para la firma. Mira, tres notables y los demás sobresalientes. La tutora me dice que podré empezar Bachiller el próximo curso y que por las buenas notas me darán una beca para materiales y comedor. Así no tendrás que preocuparte. —Ya podía estudiar tu hermano la mitad que tú, hija. Con dar patadas al balón ya tiene bastante. En cuanto tenga unos años más lo llevo conmigo a la carnicería halal. — Me esfuerzo para ser profesora y poder volver a nuestro país a enseñar a los niños. —¿Te gustaría volver al país? — ¿Por qué no? —El tío Mounir quiere una foto tuya. Como hace tanto tiempo que no te ve. —Pues me hago un s