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Mostrando entradas de enero, 2011

El monstruo

de Almoharín "No tuve más remedio que meterme en la cama. Y me acosté. Pero tomé la precaución de dejar abiertos los postigos, porque no hay nada más hermoso que ver una estrella sorprendida y fija dentro de un marco. Una. Las demás hay que olvidarlas." (García Lorca) Cuando leía este texto en la enciclopedia de primaria, admiraba a Lorca; lo admiraba y lo envidiaba. Él tenía su estrella. Yo también sabía que en mi cachito de cielo había muchas estrellas y una brillaba más que las otras y titilaba como si me hablase, pero agachaba la cabeza porque no me atrevía a contemplarla. Me parecía que la noche nunca dormía y siempre había algo que se movía en su oscuridad: ojos que me observaban o manos que se alargaban para atraparme El mayor monstruo para mí era la enorme luna de octubre. Y me acuerdo que era octubre por coincidir con mi cumpleaños. La luna carirredonda clareaba la higuera que estaba enfrente de mi casa, se colaba por la ventana de mi habitación y proyectaba

Un abecedario de 1898

El abecedario que estaba haciendo la abuela de la entrada que colgué:  “Ocurrió en el año 1898” ,es auténtico. Yo lo descubrí 100 años después. Seguramente fue algo que se valoró en su momento y por eso se conservó. Posteriormente, su dueña sería costurera y lo enrolló para utilizarlo como acerico. Pero un día, con el descuido con el que se pierden las cosas más normales, desaparecería de su sitio sin dejar rastro; o la que desapareció fue la dueña y el acerico se quedó en el fondo del costurero cuando ya nadie lo usaba. Así, los alfileres pudieron dejar su huella oxidada que hoy nos muestra.  Años más tarde, alguien hizo grandes cambios en la casa y volvió a abrir ese costurero. Salvó lo que era salvable y tiró o fue quemando lo inservible. Este abecedario, de color indefinido cuando yo lo encontré, lleno de manchas y hecho un rebujo, fue a parar, junto a troncos y otros papeles, a un cesto que había en la pequeña cocina de la casa vieja para calentar la estufa. Por suerte, los du

Calle del Obispo Almaraz

“Al instante se propagó la trágica noticia del desastre y las primeras autoridades de la provincia se personaron en Villamediana […] El Sr. Obispo de la Diócesis D. Enrique Almaraz y Santos, que en el mismo día primero había salido para Asturias, comunicó por medio de una sentida carta la amargura de que se hallaba poseído por tan grande calamidad […] Se abrió una suscripción nacional y toda la prensa hizo un llamamiento para allegar recursos” (D. Valentín Alonso en el Libro de Difuntos nº 7 de la Parroquia) ¿Llegó esa ayuda? La conflictividad social en el país era un hecho generalizado con el lema de “Trabajo y Pan”. Toda España se enfrentaba esos días a la subida del precio del trigo y al hambre. Además, la recaudación de impuestos especiales para mantener la guerra de Cuba —El Gobierno envió ese año a la isla 200.000 hombres en armas— gravaba sobre todo a las clases más bajas. No era posible que saliera una ayuda de donde no había. Fue el 18 de agosto de 1898 cuando el Obisp

La comida del Obispo

Acabada la ceremonia religiosa, se dirigieron al banquete con el que los del pueblo le agradecían su presencia y él gustoso se dejaba agasajar. Al entrar, los envolvió un aroma cálido mezcla de los ramos de romero y flores silvestres estratégicamente colocados y de las abundantes viandas que tan apetecibles lucían en la mesa con sus manteles de lino bordados. Las autoridades del pueblo, con la inseguridad que les daba el no saber de protocolo, estaban pendientes de la actitud del Sr. Obispo con los jugos gástricos alterados ante la visión de tan apetitosos manjares. Campechano y con la tez tersa de los que disfrutan de una abundante alimentación diaria, se sentó en la presidencia haciéndoles un gesto amistoso para que lo acompañaran. Bendijo la mesa y poniéndose la servilleta al cuello sobre la que flotaba su abundante papada, echó mano de un cangrejo tan sudoroso y rojo como él y, dejando un reguero sobre el mantel, lo sorbió ruidosamente para que ni una gota de la salsa se le

Saludando al 2011

Quiero escribir esto al ritmo del poema de A. Machado interpretado por Joan Manuel Serrat, porque las grandes oportunidades, las decisiones importantes, los momentos más emocionantes de la vida, son fugaces como una canción. Los momentos más tristes esos que se agarran al alma y se resisten a abandonarte, también pasan como las páginas de un libro y tienen su final como el 2010 que nos acaba de dejar. Todo pasa y todo queda Pero lo nuestro es pasar, Pasar haciendo caminos, Y ya se ve en el horizonte un nuevo resurgir, un volver a levantarse, volver a soñar; saber que contamos con una nueva oportunidad y que esta vez sí que la vamos a aprovechar. Veo a la gente que me rodea con esa actitud firme y segura, a pesar de los agoreros, levantar el ánimo, tirar “pa lante”, tiempo habrá de recomponer los platos rotos si en el intento los hubiera. Ahora es el momento de los anhelos e ilusiones. Yo amo los mundos sutiles, Ingrávidos y gentiles Como pompas de jabón. ... Camin