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Mostrando entradas de abril, 2023

Ella

Escribir un micro de 150 palabras con las palabras en negrita. Hace ya algún tiempo que vivimos entre dos mundos. Uno en el que la recupero y volvemos a soñar con un futuro juntas. El otro, en el que la pizpireta María, se pone tiquismiquis , empieza a refunfuñar por unos cachivaches, y yo, farruca , le digo que los voy a tirar. Y se arma tremendo zafarrancho . Casi me da un patatús cuando dice sanseacabó , me despide con la mano y se va de farra . Es una botarate , pura zozobra.  “A mí ni fu ni fa ”, digo bien alto para que me oiga. En vano recojo las piezas de los sueños rotos para intentar recomponerlos, me falta ella.  Una noche llama a la puerta.  —Tal vez podamos seguir donde lo dejamos o sencillamente que puedas perdonarme.  Es intensa pero dulce, cañera pero sensible. Su sola presencia pone color a mi vida. No importa si por unas horas, unos días o algunas semanas. 

El hombre en busca de sentido. Reseña

Título: El hombre en busca de sentido  Autor: Viktor Frankl  (1905-1997) Editorial: Herder Editorial  Edición 2015 Género: Ensayo  Páginas: 160 “ El hombre es quien ha inventado las cámaras de gas, pero también el que ha entrado en ellas con paso firme, musitando una oración” . (p. 115). ¿Qué sentido tiene la vida para el ser humano?   Viktor Frankl dice que no hay respuesta posible a esta pregunta porque no hay un sentido de la vida, sino muchos, tantos como personas. El sentido de la vida no se crea, se descubre. Por tanto, no se trata de buscar un sentido abstracto, sino el que cada uno de nosotros le demos a la vida en cada etapa de nuestro desarrollo personal.  Es más, el ser humano no debería preguntarse sobre el sentido de la vida porque es la vida la que lo cuestiona y él contesta con sus actos. De hecho, sin ser conscientes, es lo que estamos haciendo cada día.  Esas respuestas lo abarcan todo: experiencias, pensamientos, sufrimientos…  Nada se pierde, porque haber sido

La mansión del Sr. Pata Negra. (Fábula satírica)

Había una vez un personaje llamado Bernardo Gocho que vivía en un palacete en lo alto de una colina. Sus antepasados solo merodeaban el lugar en busca de comida, sin levantar la mirada del suelo. Él, en cambio, abandonó a su familia porcina y subió a lo más alto. Llegó a ser el rey. Orondo, con su jeta de cerdo y barriga de cerdo, vestía frac, con abertura en los faldones para mostrar el rabo que, aunque corto, era auténtico. Los demás lo imitaban llevando copias baratas, porque querían ser como él. Todo lo que hacía el Sr. Gocho se ponía de moda y en eso tenía muchos seguidores.   Calzaba unos botines acharolados de fina piel de cabra elaborados en exclusiva por el artesano Comadreja y fumaba en pipa como un gran señor. Rodeado de hienas amaestradas que defendían sus posesiones, vivía la mar de tranquilo.   Bernardo era un glotón, engullía grandes cantidades de exquisiteces lujosas y lo hacía con fruición, disfrutando de la textura y sabores jugosos. Después, echado en la cama, mientr