Había una vez un personaje llamado Bernardo Gocho que vivía en un palacete en lo alto de una colina. Sus antepasados solo merodeaban el lugar en busca de comida, sin levantar la mirada del suelo. Él, en cambio, abandonó a su familia porcina y subió a lo más alto. Llegó a ser el rey. Orondo, con su jeta de cerdo y barriga de cerdo, vestía frac, con abertura en los faldones para mostrar el rabo que, aunque corto, era auténtico. Los demás lo imitaban llevando copias baratas, porque querían ser como él. Todo lo que hacía el Sr. Gocho se ponía de moda y en eso tenía muchos seguidores.
Calzaba unos botines acharolados de fina piel de cabra elaborados en exclusiva por el artesano Comadreja y fumaba en pipa como un gran señor. Rodeado de hienas amaestradas que defendían sus posesiones, vivía la mar de tranquilo.
Bernardo era un glotón, engullía grandes cantidades de exquisiteces lujosas y lo hacía con fruición, disfrutando de la textura y sabores jugosos. Después, echado en la cama, mientras se atiborraba de gruesas bellotas garrapiñadas, sonreía feliz desparramando tripa, que en esos momentos no estaba en actos oficiales. También le gustaba chapotear en charcas embarradas, al igual que a otros darse un baño de chocolate.
De hechura robusta, con los años fue perdiendo fuelle y empezó a mostrar dificultades en sus movimientos. Un día, apoyado en su bastón y seguido por los tres perros guardianes, caminaba despacio y vacilante hasta la salida de la mansión para ajustar las cuentas a un aparcero. La claridad de la mañana dejaba ver los contornos de su inmensa finca; él respiraba hondo, disfrutando del casi olvidado roce del viento. Fue entonces cuando, torpe, pisó a la hiena que vigilaba la puerta. Esta lanzó un terrible chillido y las demás abandonaron sus puestos para venir a auxiliar a la compañera.
El Sr. Gocho acertó a ver unas figuras manchadas arrastrándose muy deprisa hacia él. Frente a la evidencia, ni se imaginó que aquello iba en su contra. A pesar de que los gritos, como una risa macabra, lo estremecieron de horror, se sentía tan seguro en su propia casa que no podía comprender la gravedad de la situación. Simplemente, pensaba que algo no marchaba bien. Antes de que pudiera reaccionar, la realidad superó con creces lo que se había imaginado. Los desgarros, chasquidos y gruñidos llenaron el aire y después, los estertores de una víctima.
Las ratas hambrientas corrieron al lugar en el que había caído y los perros desorientados las dejaron pasar.
Moraleja:
El que cree estar de pie, tenga cuidado, no sea que caiga.
¡Qué bueno! Qué buena descripción y con tan buen vocabulario. Me ha gustado mucho. Un abrazo. :)
ResponderEliminarGracias, Merche. Un abrazo.
EliminarQue bonita historia, muy original y muy bien dibujada. Preciosa, me ha encantado. Los perros dejaron pasar a las ratas, ufff, no quiero imaginar. Feliz semana María Pilar. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Carmen. Un abrazo.
EliminarAhora sí, ya se actualiza. Graciassss!!!
ResponderEliminar¡Me alegro!
Eliminar¡Triste final para ese Tycoon-cerdo de frack!. Muy original el relato, Gracias María Pilar. Beso grande.
ResponderEliminarGracias, Myriam. Un beso!
EliminarQué imaginación tienes, María Pilar. Soberbio relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Otro abrazo para ti.
EliminarHola Maria Pilar, una muy buena fábula con su mensaje muy claro. Me gustaron tus personajes y como pintas al protagonista, nos lo imaginamos perfectamente. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Ana. Saludos.
EliminarUn tema original al que le has dedicado un lenguaje apropiado y esa redacción que te caracteriza, felicidades y un abrazo
ResponderEliminarGracias, Ester. Saludos.
EliminarUna crónica de la vida en "Rebelión en la Granja" ;)
ResponderEliminarBesos.
Cierto, Alfred, hemos trabajado en un taller "Rebelión en la granja" y teníamos que escribir una fábula inspirados en ella.
EliminarBesos.
Una fábula genial, unos personajes maravillosos y un gran mensaje. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Mar. Un abrazo 🤗
EliminarMaría, linda fábula, grande tu imaginación y tu habilidad para hilvanar los hechos. Una vez más, me has transportado. Gracias mil, muchos abrazos. 🌹❤️🌹
ResponderEliminarGracias a ti Maty por leerme y dejarme estos mensajes que te animan a seguir escribiendo. Abrazos 🤗🤗
Eliminarjaja Leía tu frase refiriéndote a un "palacete" en le montículo, veía la imagen y me decía.. "algo aquí no casa" ; ) Claro, Bernardo Gocho es un cerdo jaja uno de tanto credos que en vez de cuatro patas y rabo tienen dos jaja tal cual lo dibujas debe haber tantísimos por el mundo que... así nos va. Estupenda tu interpretación de esta sociedad que cada día da más asco...Una pena pero es tal cual.
ResponderEliminarUn beso grandísimo súper escritora. Mil gracias!
Sí, María, es uno de tantos de nuestra sociedad que se van multiplicando como los hongos.
EliminarOtro beso para ti.
Genial relato me gusto mucho. Te mando un beso.
ResponderEliminarGracias, Citu. Otro beso va para allá 😘
EliminarGran fábula, se puede extrapolar fácilmente al mundo real. Enhorabuena por hacernos leer hasta el final, ya que engancha tu manera de escribir. Un saludo de ANTIGÜEDADES DEL MUNDO
ResponderEliminarDe eso se trata, de poderlo extrapolar a la realidad. Gracias. Un saludo.
EliminarHay que tener cuidado con las torpezas y equivocaciones, ahí es donde te das cuenta quiern de verdad está a tu lado. Tal vez no se había ganado de buena manera la lealtad de los que le rodeaban.
ResponderEliminarMe ha parecido muy bien construido este personaje tuyo, este cerdo señorial. Igual que todos esos personajes secundarios. Al acecho.
Saludos
Hola, Jose, es una fábula y cómo tú bien dices lleva una moraleja incluida.
EliminarSaludos.
Un cuento en la mejor tradición, con moraleja y todo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Rosa, qué buena definición me dejas con tan pocas palabras.
EliminarUn abrazo.
Impresionantes las metáforas de una historia que la imaginación eleva la parte «cuentista» a casi, casi, realidad. Alegoría del ser. Es muy potente tu forma de escribir. ¡Abrazos!
ResponderEliminarGracias, Consuelo. ¡Abrazos!
EliminarSiguiendo el refrán de "a todo cerdo le llega su San Martín" tu protagonista fue pasto de las ratas, que dieron buena cuenta de su desparramada tripa ,eso sí, hecho un pincel. Muy buena fábula, compañera.
ResponderEliminarGracias, Matilde. Un abrazo.
EliminarA todos llega la vejez y con ella la pérdida del poder...
ResponderEliminarUn saludillo :)
¡Qué alegría verte de nuevo por aquí, Xurxo! Me encanta ese saludillo que te caracteriza.
EliminarEsto lo firmaría hasta el mismísimo señor Orwell. Sobre todo por cómo acaba el cerdo.;)
ResponderEliminarNo sé si Orwell, pero a mí me dejó con las ganas cuando acabé el libro.
Eliminar¡Hola, Pilar! Si es que ya lo dicen los refranes: Dime con quién andas y te diré quién eres o Dios los cría y ellos solos se juntan. Como comentó Cabrónidas, me vino a la mente Rebelión en la granja del que tu relato perfectamente podría ser un spin off que se dice ahora. El poder es un lugar de hienas esperando el mínimo tropiezo par hincar el diente. Aún así qué tendrá para aceptar ello de tan buen agrado para algunos. Estupenda fábula. Un abrazo!
ResponderEliminarAsí es, David, las lealtades en el poder. El entorno que rodea al gobernante tiende a la adulación, se sentirá el más necesario del mundo en su burbuja, hasta que… Y vuelta a empezar.
EliminarUn abrazo!
Muy buena enseñanza, para tenerla en cuenta y meditar sobre ella, gracias, abrazo grande
ResponderEliminarGracias. Un abrazo!
EliminarEn esta Rebelión a la Granja tuya, sustituyes el poder dogmático de los elegidos por el poder absoluto de aquel que erigido en líder absoluto cree que no tiene nada que temer, pensando que a él no le alcanza la inevitable decadencia. Otro incauto más para los libros de historia.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué buen comentario, Doctor Krapp. Un abrazo!
EliminarPara pensar,abrazos.
ResponderEliminarGracias, Fiaris. Abrazos!
EliminarExcelente trabajo, impactante. Satira en toda regla. Y con toques de humor muy buenos, como esa cola que se pone de moda o las bellotas garrapiñadas, ja, ja.
ResponderEliminarUn abrazo y hasta pronto!
Gracias, Volarela. Una abrazo y hasta pronto!
EliminarGenial que la hayas añadido al concurso. Cuando la leí lo pensé, que era ideal para incluirla.
EliminarToda una "delicatessen".
Besos y suerte!
Felicitaciones Lo has logrado cuanta gente te comenta
ResponderEliminarBravo!!!!!
Gracias por pasarte por aquí, Recomenzar. ¡Un saludo!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Hola, María Pilar! Una fábula muy interesante. Si te apetece añadirle una moraleja final, podrías compartirla en la edición del concurso del Tintero de Oro de este mes de abril que estoy organizando, con homenaje a Basile y su obra el Pentamerón. La edición trata sobre cuentos (para audiencia adulta) y podría encajar muy bien con la temática en la modalidad concurso o fuera de concurso, la que prefieras. Te lo comento por su quieres echarle un vistazo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, M.A. Álvarez, gracias por la sugerencia que me haces. No lo había pensado. Lo tendré en cuenta.
EliminarUn abrazo.
Love you
ResponderEliminar¡Qué relato, María Pilar!
ResponderEliminarEl equilibrio entre fondo y forma, el lenguaje que dibuja trazos e insinúa y lo que dejas en el aire hacen una fábula delirante.
Un fuerte abrazo :-)
Gracias, Miguel. Un abrazo!
EliminarInquietante el relato y más contundente la moraleja! Me ha gustado que los protagonistas sean animales, porque sin describir demasiado a los personajes, ayuda a hacerse una idea de como son y que papel tienen. Es curioso las asociaciones que hacemos con cada animal! Un abrazo y mucha suerte en el concurso!
ResponderEliminaruy buena fábula, perfecta moraleja. Raro que las hienas le dejaran algo a las ratas, ja,ja. Un abrazo
ResponderEliminarBonita moraleja!
ResponderEliminarEstupendo, Mª Pilar. Una fábula en tono de sátira con metáforas muy logradas y una gran moraleja. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBuena historia con aires de fabula sin duda es mejor no fiarse como dices de estar de pie suerte María Pilar. Un abrazo.
ResponderEliminarA don Gocho le llegó su san Martín. Muy bueno.
ResponderEliminar¡Qué bueno tu cuento no tan cuento, Pilar! Anda que conozco a cada uno que ha llegado alto y a sus seguidores imitadores. Bravo por haber escogido al gorrino para el personaje del orondo Gocho con su jeta de cerdo. Aunque la verdad es que el jamón pata negra es tan bueno que se le perdona todo o casi todo 😉
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la representación de los animales y el final demoledor.
Te felicito.
Un cuento muy original, me ha gustado, saludos.
ResponderEliminarPATRICIA F.
Las hienas fueron a cuidar a la que el rey había pisado.
ResponderEliminarDe haberle prestado atención, preocupado por esa hiena, tal vez hubiera seguido protegido por esa manada. Sin ser atacado por las ratas,
Un abrazo.
Magnífica fábula, María Pilar. Muy divertida y con una moraleja que da mucho que pensar.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Un fuerte abrazo.
Hola Maria Pilar, sin duda una moraleja final muy acertada. El cuento me ha gustado mucho y te aplaudo. Un abrazo y suerte
ResponderEliminar!Magnifico, M. Pilar! Fiel retrato has hecho de quién piensa que siempre estará arriba y los demás abajo. Por mucho "pata negra" que uno sea, o se crea... Siempre llega el momento de la caída, y esta suele llegar cuanto menos se espera, más aún, si también se está rodeado de "hienas". Que geniales personajes, que imaginación y descripciones tan fabulosas.
ResponderEliminarAplausos, para tu fabula sátira, y a esa moraleja que le va como anillo al dedo.
Un abrazo!
Hola, María. Muy seguro se creía nuestro porcino protagonista para ver el peligro que se le avecinaba. Pobre diablo.
ResponderEliminarUn fábula magnífica. Muy buen narrada. Felicidades.
Tiene un punto de justicia poética que alguien que se escuda tras las hienas acabe devorado por las ratas, y puede que ahí se encuentre otra enseñanza que nos deja esta fábula: A quien, y a quien no, debes dar tu confianza.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las Hienas.... si son personajes muy malvados junto con las ratas. El pobre cerdo aunque de frac no tenia oportunidad
ResponderEliminaraparte de la decadencia fisica, la decadencia intelectual le venia de lejos. poner de guardianes a las hienas, escomo poner al lobo a vigilar el gallinero.
ResponderEliminarY ahora en el titulo he visto que era de pata negra... no creo qu elas hienas y las ratas lo aprecien.
me ha gustado mucho , lo encuentro gamberro y descarado
abrazo y sueret
Hola, Pilar. Tu rebelión en la granja tiene todos los ingredientes, el poder decadente y malvado, la traición. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Pilar. Un relato que entiendo que esconde una crítica al poder y a sus abusos. No es casualidad que el protagonista sea un cerdo, igual que como bien han apuntado ocurre en la novela de Orwell, y que sus guardaespaldas sean hienas sin escrúpulos dispuestas a todo con tal de que el amo les llene el estómago. Pero el poder es efímero y quien hoy lo ostenta corre el riesgo de ser traicionado por los mismos que le dan coba, cuando ya no pueden beneficiarse de su protección, otro aspecto que refleja tu micro haciendo hincapié en la soledad del poderoso, rodeado de riquezas y aduladores pero sin nadie que lo aprecie por quien es. Un abrazo.
ResponderEliminarCuanta soledad la de esos poderosos que se solazan tan solo en sus placeres y posesiones. Crítica velada a los muchos gochos que ejercen el poder con desmesura ególatra y que desconocen, que como a buenos cerdos también les llega su San Martín. Tiempo de matanza.
ResponderEliminarAbrazo.
Hola, María Pilar!! Qué historia tan dura has escrito y que bien has personificado a Bernardo Gocho, el cerdito. Este se cree seguro con las hienas y precisamente son esas hienas quienes se vuelven en su contra. La enseñanza que extraigo de tu cuento es que no debes confiar (El que cree estar de pie) en seres agresivos (tenga cuidado), pues estos pueden volverse en tu contra (no sea que caiga). Y otra enseñanza: no quieras llegar muy alto y estar por encima de los demás porque la caída puede ser muy dura. Me gusta tu cuento porque me hizo reflexionar. Un abrazo!!
ResponderEliminarHola, Pilar, una original historia , narrada con mucha ironía. ¡Qué difícil es mantener el poder cuando llega la debilidad! Ha sido un placer leerte, un abrazo.
ResponderEliminarHola, Pilar. Se me ha venido más de uno a la cabeza mientras te leía. Un excelente cuento el que nos has regalado. Y fantásticamente escrito.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Un abrazo.
Un cuento diferente con ese protagonista tan inusual y con toda la corte de animalitos que le rodean.
ResponderEliminarTe felicito me atrapó hasta el final
Un abrazo
Puri
¡Hola María Pilar! Que gran enseñanza nos deja tu fabula. Un día puedes estar arriba y al otro abajo. Por eso es tan importante mantener los pies en la tierra y la humildad, sin caer en la trampa de creerse por encima del resto. Un cuento muy bien narrado que me ha gustado mucho. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarHola María Pilar, he disfrutado mucho de tu fábula y de la crítica de su trasfondo, muy buen cuento. Muchas suerte y saludos
ResponderEliminarHola, Pilar, un cuento a lo 1984, con un cerdo que más que cerdo era una rata que murió como tal y a manos de sus compatriotas ratunas, jajaj. Más que cuento fábula con ese tono juguetón y mucha retranca que te va llevando en volandas hasta una moraleja fantástica.
ResponderEliminarFelicidades, me encantó.
Un abrazo!
Hola Pilar, un cuento fábula que encierra más fondo humano que del mundo animalia, pobres ellos que son como son. Y su moraleja es genial. "Tiemble el poder crédulo puerco que las hienas que te aguardan están a la que salta y las ratas rematan". Me viene a la cabeza algún político decapitado por su propio grupo, como causa más reciente. Un abrazote
ResponderEliminarHola, María Pilar. Da igual cuál sea la temática del desafío porque tu firma es escribir bien el relato. En esta ocasión a tu orondo personaje, satisfecho hasta de sí mismo, no se percató que el día de San Martín mejor no asomar por la puerta. Al menos en esa ocasión las ratas se dieron un buen festín y los perros también tuvieron algún hueso que roer de su avariento dueño.
ResponderEliminarSaludos y suerte.