Hoy hace un año que te fuiste…
Digo a gritos que no te necesito, que ojalá no vuelvas.
Miente mi orgullo para cubrir el dolor de mi impotencia. Ya sabes que mi cabeza es un cóctel de ideas encontradas, letras sueltas y sensaciones indefinidas. Qué diferencia con las composiciones escritas a golpe de vértigo, las notas de recuerdos con ilusión vividos, la actividad nerviosa, el febril pensamiento desbocado, todo un mundo que se diluía en la página en blanco.
Mi imaginación no se resigna a esta inactividad actual y sigue alimentándome: me trae el choque de olas acunando a otros muchos en sus aguas, el espectáculo de un gnomo sibilino junto a una princesa destronada, un bello alfiler ensangrentado en el escenario de una explosión en Yakarta, hasta me tienta con el aroma de la riquísima sopa de la abuela.
Miro tu hermética bola de cristal donde encierras la energía en un tiempo y un espacio diferente al que reclama el reloj para sí mismo. Te miro y tu fulgor me deslumbra y pienso si será hoy el día de tu regreso para que diluyas la gama de grises dominantes con tu soplo de aire fresco.
Mientras te espero, me siento perdida en un laberinto sin fin ni comienzo. Veo tus destellos y deseo que alguno se detenga en mí e ilumine esas huellas que marcaron en mi mente tu presencia en otros tiempos.
A ti, que bulles en ideas, que llevas el ritmo de las emociones y fabulaciones, que alimentas a tantos con tu magia, te espero vigilante calzada con los zapatos de la imaginación sin dar pábulo a otras voces que, cuando estás en horas bajas. te prometen cómodos puentes para aligerar la travesía del desierto.
Digo a gritos que no te necesito, que ojalá no vuelvas.
Miente mi orgullo para cubrir el dolor de mi impotencia. Ya sabes que mi cabeza es un cóctel de ideas encontradas, letras sueltas y sensaciones indefinidas. Qué diferencia con las composiciones escritas a golpe de vértigo, las notas de recuerdos con ilusión vividos, la actividad nerviosa, el febril pensamiento desbocado, todo un mundo que se diluía en la página en blanco.
Mi imaginación no se resigna a esta inactividad actual y sigue alimentándome: me trae el choque de olas acunando a otros muchos en sus aguas, el espectáculo de un gnomo sibilino junto a una princesa destronada, un bello alfiler ensangrentado en el escenario de una explosión en Yakarta, hasta me tienta con el aroma de la riquísima sopa de la abuela.
Miro tu hermética bola de cristal donde encierras la energía en un tiempo y un espacio diferente al que reclama el reloj para sí mismo. Te miro y tu fulgor me deslumbra y pienso si será hoy el día de tu regreso para que diluyas la gama de grises dominantes con tu soplo de aire fresco.
Mientras te espero, me siento perdida en un laberinto sin fin ni comienzo. Veo tus destellos y deseo que alguno se detenga en mí e ilumine esas huellas que marcaron en mi mente tu presencia en otros tiempos.
A ti, que bulles en ideas, que llevas el ritmo de las emociones y fabulaciones, que alimentas a tantos con tu magia, te espero vigilante calzada con los zapatos de la imaginación sin dar pábulo a otras voces que, cuando estás en horas bajas. te prometen cómodos puentes para aligerar la travesía del desierto.
Precioso texto para convocar a aquella que cuántas veces se hace desear.
ResponderEliminarMe uno al llamado.
Besos, María Pilar.
Siempre vienen cuando estamos ocupados...
ResponderEliminarBesos.
Muchas felicidades y muchas gracias por esos catorce años de bien escribir que nos has regalado.
ResponderEliminarUn abrazo, María Pilar.