Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como #Navidad

No me cuentes cuentos

#CuentosdeNavidad Una mañana de frío invierno, durante el tiempo que tardó en hacer la ronda, el soldado descubrió que la lavandera había desaparecido. Sí, la joven de ojos negros de mirar profundo y pómulos arrebolados. A la que un mechón de pelo se le salía del pañuelo y le caía en un lado de la cara. La que no quería vivir la vida de las princesas de los cuentos porque le gustaba comer las manzanas a mordiscos, dormir a pierna suelta y mirarse cada mañana en el espejo claro de las aguas del río que le susurraban un futuro que ella iría construyendo día a día.  «¡Qué extraño!», pensó el soldado confuso. No podía haberse ido por su propia voluntad porque ella nunca dejaría la ropa allí tirada. El barreño estaba volcado y las prendas recién lavadas se mezclaban entre el barro de la orilla. Dejó la vigilancia a un compañero, bajó corriendo del torreón, cruzó el puente y se acercó al río. Revisó con detenimiento el lugar. Severas arrugas de preocupación le surcaban la frente. Había sid

¡Feliz Navidad! Zorionak eta Urte Berri On!

Ya llega la Navidad

Se dice que las Navidades eran las de antes, que hoy se ha perdido su espíritu. Que ahora solo hay jolgorio, luces y colores en las grandes superficies que atraen a los consumidores. Todo se reduce a comilonas y botellas de champán con la consiguiente resaca del día después.  Tal vez es que los que pensamos así nos hemos hecho mayores y hablamos desde la nostalgia de lo que vivimos. Sabemos que ese tiempo no volverá. Tal vez los niños de hoy sigan esperando la Navidad con toda la ilusión que para ellos encierra la magia de esa palabra. Ni mejores ni peores, las suyas, porque este es su tiempo y han de disfrutarlo.  Para mí las mejores Navidades fueron cuando la niña era pequeña. Empezaban a primeros de diciembre, en concreto el fin de semana del 8 que siempre es fiesta en España. Enfundados en abrigos, con guantes, gorros y bufandas para protegernos del frío que hace en Vitoria esos días (algunos grados bajo cero), nos íbamos al monte a buscar musgo, piñas, ramas de abeto y rocas.

Saludando al 2011

Quiero escribir esto al ritmo del poema de A. Machado interpretado por Joan Manuel Serrat, porque las grandes oportunidades, las decisiones importantes, los momentos más emocionantes de la vida, son fugaces como una canción. Los momentos más tristes esos que se agarran al alma y se resisten a abandonarte, también pasan como las páginas de un libro y tienen su final como el 2010 que nos acaba de dejar. Todo pasa y todo queda Pero lo nuestro es pasar, Pasar haciendo caminos, Y ya se ve en el horizonte un nuevo resurgir, un volver a levantarse, volver a soñar; saber que contamos con una nueva oportunidad y que esta vez sí que la vamos a aprovechar. Veo a la gente que me rodea con esa actitud firme y segura, a pesar de los agoreros, levantar el ánimo, tirar “pa lante”, tiempo habrá de recomponer los platos rotos si en el intento los hubiera. Ahora es el momento de los anhelos e ilusiones. Yo amo los mundos sutiles, Ingrávidos y gentiles Como pompas de jabón. ... Camin

¡Feliz Navidad, amiga invisible!

Para Meii Vazquez que, como amiga invisible, me ha tocado en este concurso bloguero.  Un Villancico más para tu colección y no es uno cualquiera. Estos días los niños en los colegios, los grupos de amigos, los padres con sus hijos, abuelos y demás familia, todos cantamos y a la vez oímos hasta el infinito este Ator, Ator que es como un aldabonazo en la puerta anunciando que las fiestas de Navidad están entre nosotros. Por eso lo he escogido porque, a la vez de mi felicitación navideña, quiero enviarte un trocito de cómo lo vivimos por aquí. (En Español: Ven muchacho a casa, ven, a comer castañas asadas, a celebrar la Nochebuena junto al padre y la madre. Verás al padre reír con la alegría y dicha de la madre. Muchacho toca ese tamboril mientras asan las castañas, mientras asan las castañas, ¡txipli txapla pun! Que pasemos una feliz Nochebuena

El Olentzero no está solo

Días antes de Navidad, de paseo por el parque de Salburúa nos lo encontramos. Estaba sentado en el tronco de un chopo, reponiendo fuerzas para la tarea que le esperaba en el reparto de los regalos la noche del 24 de diciembre. Era el Olentzero, figura inconfundible por estas fechas, con su pipa, su boina y su saco repleto de carbón, castañas y regalos. Hombre grueso que vive aislado de la sociedad, dedicado a hacer carbón vegetal en el bosque y cada invierno baja de las montañas a los pueblos. Se cuela por la chimenea de las casas la noche del 24 de diciembre para dejar, junto al abeto iluminado, los regalos que los niños le han pedido. Otros niños vascos, vecinos de los anteriores, reciben regalos esa misma noche de Papá Noel, regordete e histriónico, vestido de rojo, con barba blanca, botas altas y gorro de armiño. Días más tarde, el cinco de enero, les toca el turno a los Reyes Magos, con sus carrozas, pajes, brillo y fantasía, no hay niño que se les resista. Vienen cargados de r