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Mostrando entradas de 2016

Entre amigas

—¡No te lo vas a creer, María! —Pero, ¿qué te ha pasado? —Pues la caldera de la calefacción. Esa que puse tan moderna, carísima, último modelo de una marca extranjera famosísima, pues que ha dejado de funcionar, justo un día después de acabarse la garantía. —Ya te digo, que nos las venden programadas, las meten un chip o algo y en cuanto se acaba la garantía, a gastar en arreglos. —Calla, que he llamado al técnico y cuando ha venido, ha aflojado un tornillo, ha soplado, lo ha vuelto a apretar y me ha dicho: "esto ya está señora, son 150 euros". —¿150 euros? —Eso le he dicho yo: "150 euros por soplar, caros vende usted sus soplidos." Y me contesta: "Oiga señora, que hay que saber donde se sopla y para eso hay que ser un buen técnico del sector y además, mire usted la factura. Por ser la primera vez le cobro solo la salida, la mano de obra se la dejo gratis." —¿La primera vez? ¿Entonces piensa que vas a tener que llamarle más veces? Si te digo yo

Lita Cabellut

La lluvia cae sin cesar desde hace días en la ciudad de Barcelona y los pies descalzos de Lita se hunden en el lodo. El humo de las chimeneas que calientan los hogares se mezcla con la llovizna haciendo más negra la triste vida de la pequeña. La gente va y viene malhumorada bajo el paraguas sin fijarse en sus pequeñas manos amoratadas por el frío que extendidas han de seguir mendigando por las Ramblas y en el mercado de la Boquería. Es un ser invisible para los que pasan, alguien que pertenece al mundo de los olvidados. Niebla sucia y húmeda que le hace toser y se le incrusta en el alma. Niebla que envuelve la mirada de la abuela con un corazón de hielo, la codicia le corroe por dentro y desconfiada le arranca hasta el último céntimo. ¡Ay el día que regrese sin el jornal completo! Y no es fácil conseguirlo, nunca ha sido fácil la vida de Lita desde que su madre, prostituta, la abandonó al nacer para dejarla con una abuela que la utiliza como moneda de cambio. No conoce el calor de un

Fin de Año

La noticia ha aparecido hoy en todos los medios de comunicación. A pesar de que tenía días negros y días rojos en su haber, él todos los había vivido con el mismo afán hasta el último segundo de sus 24 horas, era lo único que verdaderamente se había tomado en serio. Podía decirse que había merecido la pena.  Mientras los días se le pasaban asumiendo horarios que otros habrían rechazado, las actividades siempre le estaban esperando y tenía que darse prisa para que no se le acumulasen. No se dio cuenta que el tren de la vida se le escapaba como un suspiro volando entre las muchas hojas del calendario, y ahora sus manos le temblaban mientras sujetaba la última, la que le avisaba de su cese. Un sudor frío le cubrió el rostro. No había disfrutado. ¡No sabía hacer otra cosa! Era tarde, tarde para empezar una nueva vida, tarde para aprender a vivir la vida de forma diferente, tarde porque hasta su neurona más profunda estaba entrenada en una sola dirección, era tarde para rebobinar y cam

La sombra del maltratador es alargada

Era joven y bella, de piel delicada y grácil figura; con apellidos importantes de Bilbao y mejores genes. En ellos llevaba la herencia de esas familias que han sido bien alimentadas incluso en épocas de necesidad y que generación tras generación han disfrutado de un estatus que otros no han podido ni soñar. Se la veía tan necesitada de cariño que te daban ganas de envolverla con un abrazo. Resaltaba en aquel ambiente sórdido del psiquiátrico de las Nieves de Vitoria de largos pasillos y camarillas corridas, como la pequeña flor del Guernica de Picasso. Sus finas manos enrojecidas y las uñas partidas delataban el duro trabajo que le habían adjudicado desde su llegada en las cocinas. El resto del tiempo canalizaba su tensión pintando. Su mundo coloreado era un misterioso espacio con figuras inconexas, desprotegidas y desamparadas. Expresionismo puro cargado de ira, miedo y desamor. Sus pinturas merecían estar en una exposición a la vista de los amantes del arte, le decían. Con una s

¡Feliz Navidad 2016! Zorionak!

Niños de la llave

Papa, sigo llevando la llave colgada al cuello como me enseñaste. Desde que te fuiste se acabaron las caricias, los juegos en los que tanto peleábamos por ganar, las risas, los cuentos... Mamá miraba como ida, sin palabras y sin lágrimas. Parecía una estatua de piedra. Un día se acostó y no se ha vuelto a levantar. Todos las tardes le leo la nota del colegio y se la dejo en la mesilla por si la quiere repasar cuando yo me voy, pero nada. La profesora dice que si no voy más aseado no podré entrar en la escuela. Toda mi ropa está sucia, papá, y nadie quiere ponerse a mi lado.  ¿Por qué no vuelves? Recuerdo lo divertido que era cuando estabas aquí, y, como un cascabeleo, me llega el alboroto de los tres cuando no había riñas en casa ni mandaba el silencio. Por la noche cuando me entra el miedo, abro tu armario, cierro los ojos y te respiro por dentro. Pienso si tú te acordarás también de mí. En el polvo del mueble de la entrada te he dejado escrito con el dedo: “Papá, si pasas por a

La santa compaña

La inesperada visita de sus padres dejó atónita a Deseada. Si se movía la seguían, si se paraba se paraban. Quiso hablar con ellos y se marcharon sin dirigirle la palabra. Se dejó caer en un sillón y lloró con desconsuelo. Los vecinos comentaban asombrados: “Sus padres la tuvieron pasados los cuarenta. ¡Qué contentos estaban! Y ahora... le niegan la palabra ¿Quién puede entenderlo?” La noche de los difuntos, al escuchar las doce campanadas, las amigas se deslizaron de sus camas y descalzas se encontraron camino del cementerio. Con las velas encendidas, avanzaron en procesión impregnando el aire de cera y misterio. Al frente iba Deseada con su preciado violín en las manos. Entre parpadeos de velas que atemorizaban y sombras terroríficas que estremecían, iban recitando las “Coplas de Manrique a la muerte de su padre”. Los gatos huían despavoridos y el viento expandía el resonar de las palabras. Deseada interpretó la “Danse Macabre” de Saint-Saëns con tanta pasión que sintió lib

Mi esperanza

Quién me iba a decir a mí que con mis manos encallecidas de tanto limpiar casas escribiría en el ordenador. Fue cosa de mi hija Esperanza, me matriculó en Educación de Adultos para que hiciera un curso de informática. Ir yo a estudiar con la vergüenza que me daba, si apenas fui a la escuela. Me convenció porque así podríamos hablar por el Skype. ¡Cielo santo qué palabra! Fue cuando se iba a ir a Alemania a hacer el máster en Ciencias Medioambientales con una beca por sus buenas notas universitarias. No es porque sea mi hija pero es listísima, aunque muy callada, en esto sale a su padre. Su padre y yo fuimos a verla a Gotinga, nunca habíamos salido al extranjero y estábamos nerviosos, pero teníais que ver cómo se desenvolvía en alemán, se nos caía la baba. Con la crisis en España tuve que buscar más casas porque me bajaron la hora el 50% y su padre metió horas extras de carga y descarga en un supermercado antes de ir a la calderería donde trabajaba. Orgullosos lo hacíamos para pagarle

Llueve sobre los puentes de Madison

Nunca más por muchos días que vivamos Temblarán los cabellos de tu nuca Por el inmenso amor tocados. Nunca más en la larga noche que nos espera Hablarán tus silencios Con la vibración del grito apasionado. Nunca más habrá un futuro de amor soñado Solo un cerrar de ojos Para que los recuerdos nos sigan abrasando Un sentir tu piel sobre mi piel Y susurros apasionados ¡Qué será de nuestras vidas! Seguirás sola cargando con tu angustia Y yo espectro bajo la lluvia esperando © María Pilar

El fantasma del palacio de Villa Suso

Se celebraba un Congreso sobre Lenguas Minoritarias en el Palacio de Villa Suso. En un receso, el representante chileno preguntó a una de las azafatas por los servicios. Giramos la cabeza para ver cómo su espalda se iba empequeñeciendo a medida que bajaba la escalinata para adentrarse en el antiguo sótano donde están los modernos baños. Se dice que son los más limpios de la ciudad porque los visitantes huyen de esta zona. El miedo al fantasma de la emparedada sigue atenazando. Su leyenda, bien conocida en la ciudad, obliga a los que tienen que bajar del Casco Viejo a la zona del ensanche a apresurar el paso o dar un largo rodeo para evitar el palacio. Corría el 1982 cuando las Instituciones de Vitoria decidieron rehabilitar el abandonado Palacio Renacentista de Villa Suso para transformarlo en un ambicioso centro de congresos dotado con los más modernos equipamientos técnicos. Era un día huracanado y gélido cuando el grupo de técnicos en restauración de edificios antiguos se a

Reloj roto por amor (Acróstico)

(Reto escrito a dos manos por Ina Molina desde Canarias y María Pilar desde Vitoria.)  R ompió la hora todos sus segundos.  E l tiempo se detuvo en un suspiro.  L igeros ascendieron mis pies al otro mundo.  O bstinados en colarse por algún resquicio.  J uzgada por contradecir a mi destino:  R eina destronada en ese Paraíso.  O caso de tantos amaneceres destruidos.  T ornose todo en blanco y negro, grises.  O céano sin agua y sin tierra mis raíces.  (Ina Molina)  P or tu querer que encadenó mi alma. O leadas de viento golpearon como piedras.  R ocío de fuego sobre sauces amarillos.  A mándote el rescoldo de mi corazón herido  M ientras corrías tras mil quimeras.  O lvido fue tu diosa de la fortuna pasajera  R ecuerdos que agrandan tu sombría estrella.   (María Pilar)

Un gorro de colores

Mis ojos temerosos de niña no veían otro cielo que el gris húmedo en los de mamá, a la que últimamente le afectaba tanto lo que se le metía en ellos. Para papá eran días sin tiempo, tal vez porque en casa el tiempo se había roto como se rompen los juguetes viejos. La abuela siempre se sentaba en su silla baja, junto al ventanal de la sala. Un cestillo de mimbre colocado a sus pies estaba lleno de ovillos de lana de diferentes colores. Ella entre tejer y devanar pasaba el tiempo, aunque más de una vez la había sorprendido con la mirada extraviada en un punto incierto, como si hilase pensamientos para construir un futuro más alegre que nos sacara del empantanado negro. —Mantén los brazos así, sin perder la tensión de la lana, no los cierres. Pronto cogí el ritmo de girar un poco una mano y luego la otra. Ella, con la destreza de su muñeca iba ovillando a la par que desenredaba la madeja de los recuerdos y me los iba contando, como siempre, sentada en su silla baja de esparto. Así

Un paseo por Villamediana

Me han bastado dos días de paso por mi pueblo para constatar que sigue meciéndose entre amplios campos de trigo que le susurran nanas ante la caricia del viento. Es el lugar que, aunque yo tarde en volver, siempre sintoniza con mi presencia. El viento me acoge con un cálido abrazo y me cuenta tantas y tantas historias acaecidas en mi ausencia.  De mañana salgo a dar una vuelta. Mis sentidos se agudizan con la curiosidad de la que está fuera de su rutina y quiere tomar el pulso al paraje en el que se encuentra. Se respira sano, aire limpio bajo un cielo azul y una luz brillante perfila los contornos. Me pregunto si el carácter de las personas que lo habitan participará de esa transparencia sin dobleces como la del cielo que los cobija. Me llega el olor natural del espliego. Inspiro la sonoridad de esta palabra que relaja a la vez que refresca. El rojo intenso de las picotas tiñe los cerezos y su carne apetitosa hace que las papilas gustativas entren en funcionamiento. Los frondosos p

La casa de ladrillos rojos

En aquel pueblo el vivir era lento y desesperado, hierbas altas, cardos secos y al fondo el soto de chopos que impedía ver más allá de la carretera bordeada de olmos. De ese más allá surgían de vez en cuando los carruajes para ser cargados: harina de trigo, corderos y cerdos eran los alimentos más preciados, los caballos de más valía quedaban confiscados y los mozos más fuertes eran llevados al servicio. Con la modernidad se talaron los chopos, se entubó el arroyo, se convirtieron las altas hierbas en césped y se abrieron nuevas vías por las que las cigüeñas se desvían para dejar los niños en lugares lejanos. Hoy no esperes escuchar el croar de las ranas porque todas han emigrado. Hasta el perro tiene chip a diferencia del peludo guardián de antaño. ¿Qué ven las pupilas de los ojos del abuelo casi ciego tras los visillos de la ventana si ya no hay geranios? Tal vez se adentran en los bodegones de sus recuerdos y allí se detienen ante una casa de ladrillos rojos con dobles techos y mur

Carpe Diem

Ya lo dijo John Lennon: La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes . Pues esa no quiero ser yo. Idealista por naturaleza me levanto por las mañanas como si tuviese en mis manos la eternidad y disfruto pensando en todas las cosas que voy a hacer, es mi tónico para empezar el día con alegría; después, todo se me cruza y el mundo se pone al revés, y tengo que nadar a contracorriente para poder sobrevivir. Qué le voy a hacer, me ilusiono con una vida auténtica en un mundo contradictorio, con el encanto de vivir en plenitud el ahora, ese estar consciente en el ser de cada momento. En realidad mi vida es caótica, no hay charco en mi entorno en el que yo no me meta; el problema es cómo salir y eso me produce más de un sinvivir. Si ya me lo dice mi santo ¿por qué ese gusto por los problemas? Vives la vida como un torbellino, ¿por qué no haces como los demás que pasamos de largo? ¿Pasar de largo yo que soy la abogada de las causas perdidas? No busco los pro

A mi amigo invisible

Ahora tengo tantos amigos invisibles en las redes sociales que no los podría contar ni juntando los dedos de mis pies aunque fuera un ciempiés. Me acuerdo cuando solamente tenía uno. Entonces tenía seis años y era un niño soñador y solitario. Por eso te elegí a ti, Mario, para compartir contigo mis aventuras. Tú sí que eras de verdad un auténtico amigo, el cómplice perfecto, el que me mostró tantos mundos que yo no sabía que llevaba dentro. ̶ ¿Crees que tengo mucha imaginación como dicen los mayores?̶ te pregunté un día. ̶ Pues, con la imaginación puedes… hasta cambiar de mundo si quieres. En cambio ellos, los adultos, no tienen ninguna imaginación, así les va ̶ me contestaste. Esto solo lo hablaba contigo, Mario. Tú conocías mis problemas y mis alegrías. ¡Qué divertido era tener un amigo especial como tú! A los seis años nos encontramos en el colegio. Cuando otros niños estaban conmigo, tú no te acercabas, pero nos mirábamos. ¿Recuerdas? En casa me prohibían hablar contigo por

La luna herida

Con una mirada el embeleso Con el embeleso un romántico beso Con el beso llega el amor Con el amor se enredan los celos Con los celos sangran los corazones Con los corazones asolados, el dolor Con el dolor se eclipsa la luna herida Con la luna herida los sueños rotos Con los sueños rotos la decepción  Con la decepción estalla la furia Con la furia deseo de venganza Con la venganza la absurda agresión  Con la agresión se alzan murallas Con las murallas el distanciamiento  Con el distanciamiento el rencor © María Pilar

Menos banqueros y más poetas

En la hora de la luz Sobre el regazo de la palabra Un verso libre llamado Verdú Sin ataduras ni componendas Se niega a los renglones torcidos Entre tejemanejes y corruptelas. En un país de mangantes Y tarjetas back en tinieblas La luz que alienta las palabras Del poeta enciende la hoguera Los más emponzoñan la vida Él con bellos versos sueña. Entre ataduras y componendas Desnuda y libre la poesía rueda Con diamantes engarzados Librará la voz de sus cadenas Porque muy alto ha de gritar Menos banqueros y más poetas © María Pilar

La niña del tren

La adolescencia de María es un tren con el traqueteo de los del pasado. Un tren que con sus silbidos envueltos en hollín deja atrás los ondulados campos de cereal mecidos por el viento y serpentea montañas inabarcables que le descubren las grandes dimensiones del mundo ante las que ella, como una papanatas, abre la boca admirada. De mañana, su padre la lleva a la estación, le coloca la maleta de remaches en el portaequipajes y, mirando el billete, le indica el sitio donde tiene que acomodarse; junto a la ventana y frente a un señor mayor con la cabeza caída sobre el pecho, parece dormido. Con lo que le gusta a ella ver pasar trenes, ahora que, por fin, está dentro de uno siente una punzada en el estómago. La gente se arremolina en el andén para despedir a los que se van; raudos cargan bultos y maletas, los últimos abrazos y besos, otros dicen adiós con la mano. El tren en marcha va empequeñeciendo la figura del padre hasta reducirlo a un punto inexistente y a ella le invade una sensa

Las mujeres guerreras

Cuenta la leyenda que las amazonas yacían con hombres extranjeros para engendrar. Si eran varones, los debían matar en el momento de su nacimiento. El pequeño Tanais con sus rizos negros y ojos azules como el mar debía abandonar el lugar refugiándose en la noche.  « Ha llegado el momento, mi niño, el tatuaje de tu hombro te protegerá como un talismán », le había dicho su madre.  Encontraría el camino bordeando el bosque según las indicaciones que le dio, pero antes, quería verla por última vez. Solapándose en la oscuridad, se introdujo en la cripta prohibida. Nueve guerreras dirigidas por la gran reina Hipólita formaban el consejo en torno a la piedra sagrada iluminada por la vasija del fuego. Sus siluetas se agrandaban a la luz de las antorchas con un aspecto salvaje que le infundían temor al ver cómo acorralaban a su madre. Sus ojos expectantes se emocionaron al descubrir en Aella el gesto valiente de la gran amazona a pesar de haber sido despojada de sus emblemas como la mejor l

Hagamos un trato

Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific

Los tentáculos de la corrupción

El niño que jugaba con un balón en el patio del colegio soñaba con ser deportista de élite y se esforzaba sacrificando el tiempo de los recreos para conseguir su objetivo. A cambio, la vida le dio prestigio como deportista y empezó a mirar de frente a los que estaban en la cima de la escala social. Se casó con una princesa de las de verdad, tuvo hijos guapos y todos juntos vivían en un inmenso palacio de cristal. Y colorín, colorado. ¡No!, no se ha acabado. En el palacio había una puerta giratoria que llevaba por un pasadizo secreto a la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones y allí entró a participar del reparto de todo lo robado, simplemente por su cara bonita y por posar los veranos en Marivent. Es verdad que al principio sintió un cierto olor a podrido en aquella cueva, pero su fina pituitaria se fue acostumbrando, al fin y al cabo actuar al margen de la ley no era tan complicado y le ofrecía todas las satisfacciones que un hombre como él podía soñar. ¡Qué papanatas los que

Bajo las alfombras del Congreso

Mi plan de vida era seguir el consejo de mi abuela, una matrona gordezuela que siempre me decía: “Mejor que aquí en ningún sitio, mi niña”. Lo suyo eran las alfombras del Congreso y esa fue mi escuela. “Tendrás que aprender de tus experiencias y elegir lo que te haga feliz. Esa ha sido mi trayectoria y así he conseguido la PAZ: de vida, de mente y de espíritu”. Tenía razón, si había un lugar con el aire rancio, el olor a abrillantamiento de madera y la transpiración humana que tanto nos deleitaba, era este; pero… ¡Ay si mi abuela levantara la cabeza! Se abren las puertas del Congreso de una manera tan brusca que una corriente fría me encrespa los segmentos ¡Qué jauría tan variopinta! Empiezan a confirmarse mis peores pensamientos. ̶ Ya están aquí, ­̶ anuncio a los míos ̶ rápido, actuad como el gran ejército que somos con nuestra afilada uña de garfio, sus ojos son demasiado simples para vernos. Dejad que entre ellos se peleen, pero que no toquen ni a uno de los nuestros. Las f

El prestidigitador

Con más años vividos que los que le quedaban por vivir, los misterios se le desvelaron . Al principio, Nerea no entendía nada. ¿Qué hacía ella en el camerino del gran ilusionista Cardini en el Madison Square Garden? ¿Y las joyas? Lo del viaje a Nueva York fue cosa de su hijo Aitor. ¡Cómo se arrepentía! Fijó su vista en la puerta en ademán de espera. Al verlo entrar, ya sin maquillaje tuvo que ahogar un grito. Llevó las manos a la cabeza como si no pudiera creerlo. Pronto se rehízo y lo asaeteó a preguntas. Él hablaba amontonando las palabras como si temiera ser rechazado. —Al verte sentada en las gradas del pabellón he experimentado tal sacudida que me habría abalanzado para atraparte. En los metros que nos separaban estaban todos los kilómetros recorridos durante estos años. Me pareció que el tiempo daba marcha atrás. Tenía que retenerte. Por eso el truco de hacer desaparecer tus joyas. Aquí están, en mi maletín, como entonces. "Esmeraldas con brillantes", decían los p