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Mostrando entradas de abril, 2012

Día del libro

Leer, leer, leer, vivir la vida Leer, leer, leer, vivir la vida que otros soñaron. Leer, leer, leer, el alma olvida las cosas que pasaron. Se quedan las que quedan, las ficciones, las flores de la pluma, las solas, las humanas creaciones, el poso de la espuma. Leer, leer, leer; ¿seré lectura mañana también yo? ¿Seré mi creador, mi criatura, seré lo que pasó? Miguel de Unamuno  (1864–1936)

El efecto de una llamada

Absorbida por la realidad inmediata, la rutina de cada día me parece un terreno liso y llano, sin cortes ni fisuras. Tu llamada por inesperada me produjo el efecto balsámico del viento cuando suavemente levanta las hojas y revoloteando a mi alrededor me muestra una de esas ranuras imperceptibles de las que está poblada la cotidianidad. A través de ella me encontré con una chica de pelo rizado, pantalón vaquero y calzado deportivo; de apariencia frágil, pero que se convierte en una fortaleza en cuanto habla, tenaz y enérgica en la defensa de sus convicciones, cargaba una mochila de ilusiones ante el nuevo proyecto que nos deparaba el porvenir. ¿Cómo decirle que no? Se acabó mi rutina placentera.

La Semana Santa de mi pueblo

Juan de Balmaseda Madera policromada Iglesia de Santa Columba, Villamediana (Palencia) El Miércoles Santo nos daban las vacaciones escolares que a mí más me entristecían. Aunque comenzaba la primavera y se oía ya cantar a los pájaros en sus nidos, esos días de Semana Santa todo se paralizaba y se teñía de gris: la plaza del pueblo se quedaba sin las habituales risas y jolgorio de los niños, el pueblo parecía inactivo y las personas de negro que andaban por la calle lo hacían sumisas y silenciosas en una sola dirección, la de la iglesia, para cumplir con las obligaciones religiosas. Vestida de domingo, con el olor de la ropa planchada con la plancha de hierro metida en la lumbre, entraba en la inmensidad de la iglesia con apenas un palmo de altura. Era para echarse a temblar, grandes telas moradas cubrían los santos y la iluminación de la velas por doquier creaba unas sombras chinescas en movimiento espeluznantes que me hacían contener la respiración y mirar para abajo. Esta actit