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Mostrando entradas de octubre, 2015

La vigía

En tu casa que es mi casa Sigo tras la ventana Recojo miedos en el aire incierto Viento de agosto que el pan amasa Qué lentas pasan las horas Sobre la tierra seca y espigada El parpadeo del sueño Me alarma Esperar que se rompa el silencio Y anunciar el alba Dan vida a las sombras Jirones de fantasmas Un carro toma la calle De madrugada Su traqueteo noctámbulo Me acerca a tu cama Y al oído te digo El vecino ya toma ventaja Despiertas del sueño Te levantas Te vas al amanecer Queda en reposo la casa © María Pilar

El mejor cazador puede ser cazado

La loba esteparia Cuando los inviernos venían muy fríos el temor crecía en todo el vecindario. Parapetados en la oscuridad de la noche, los lobos con astucia y sigilo bajaban al pueblo y cometían sus atropellos: los corrales eran asaltados, los rebaños de ovejas despedazados y los perros más valientes caían bajo sus garras. Los hombres maldecían su suerte a la vez que se sentían subyugados por esa fuerza bruta que, como si de una inteligencia superior se tratase, les ponía en jaque esquivando sus trampas. A juicio de los entendidos, ese año los estaba atacando la loba más grande que se había visto en la zona desde tiempos inmemoriales. De madrugada se adentraron en el monte en el más absoluto silencio, tapaban la boca con pañuelos o bufandas para que las bocanadas de aliento ante el frío exterior no los delatasen. Solo la nieve al caer de las ramas de las encinas, entre las que iban alineados, llenaba las sombras con un ¡plaf! húmedo al chocar contra el suelo. Desde la ladera

Tu inesperada llamada

El otoño vitoriano despliega su abanico de colores en las amplias zonas ajardinadas que inundan la ciudad. Respiro profundamente ese aire no contaminado y disfruto del placer de lo inmediato. Voy al hospital a recoger los resultados de unos análisis rutinarios.  A la salida de la consulta los violetas de la puesta de sol envuelven la ciudad cerrando un ciclo que en mi vida ya es pasado. Las sombras empiezan a enredarse en mi pelo. "¡Ojalá los días estén nublados y con tormenta!", me digo. Haga lo que haga o esté donde esté siempre mi cabeza está dando vueltas a lo mismo, me siento atrapada y la bola se va acrecentando. Tanta habladuría interna me deja hecha un lío, tantas preguntas sin respuestas. Paso como flotando por los asuntos de mi vida diaria, me siento agotada y sin poder dormir. Quiero salir de ese momento rumiante, pero vuelvo al punto de partida una y otra vez. De momento no lo comento con nadie, les haría sufrir y el torrente de lágrimas llegaría a inunda

Lo que esconde mi nombre

Tengo los ojos color avellana y mido 1,68. De pequeña tenía el pelo negro y la piel muy blanca, como Morticia, la de la familia Adams. ¿Una gótica macabra? Ni yo sabía entonces de su existencia. En casa me contaban que me había dejado una valenciana que pasó por el pueblo vendiendo cerámicas de Lladró. Una historia para soñar y dejar volar la imaginación. La de las cigüeñas estaba muy vista.  Es fácil creer que la razón de llamarme María Pilar se deba al espíritu religioso que dominaba por entonces en España. Había nacido el 21 de octubre, el 12 es capicúa, el día de la virgen del Pilar, no hace falta ser muy avispado, ¿verdad? Conclusión, que esa sería la causa para ponerme Pilar, con María por delante, era el top ten de los nombres en el momento. Lo curioso es que en mi familia nunca se celebraba el día del Pilar, ni se mencionaba siquiera. Tanto es así que yo lo mimeticé y nunca relacioné mi nombre con el de la Virgen. Lo que me hizo caer en la cuenta de tal incongruencia fue la c

La noticia: Crónica de un olvidado

  Noticia de última hora: La policía italiana ha encontrado muerto en la Piazza di Spagna a un joven indigente español. Portaba este escrito. Se pide colaboración.  Estaba feliz. Por fin entraba en la Escuela de Ingenieros de Bilbao con la que tanto había soñado. Al regresar a casa, me moría de ganas por contárselo. De repente, al abrir la puerta, aparecieron todos felicitándome y emocionado no pude pronunciar palabra. La casa se llenó de globos, de risas, de abrazos. ¡Eres el primero que lo consigue!, me dijo el monitor Alberto dándome unas palmadas en la espalda. Los más pequeños me miraban admirados. Me había convertido en su líder.   En clase, fuiste tú, Pablo, el que te acercaste a mí y me pediste, con ese aire de despreocupación de los que lo tienen todo en la vida, que hiciéramos juntos el trabajo de final de curso. Te propuse elaborar un diseño de un alambique solar para destilar agua. Al principio fuiste reacio, me decías que eso era una locura, pero como tú no tenías ningu

Caprichos del destino

Siento que el corazón me falla, me empiezan a faltar las fuerzas, yo que he vivido una vida alegre y regalada en una de las mejores casas. Al impulso de mis pies volaba independiente y libre cuando otros querían hacerme suya, manos largas como telarañas. Sorteé peligros, salí ilesa y zumbona batía mis alas. Cuántas veces la mano del abuelo se me acercó rozándome. Él presumía de que nunca fallaba, pero yo más lista lo esquivaba y burlona desde la distancia le sacaba la lengua. ̶ ¡Bah! Se me ha escapado ̶ decía con fastidio. Todas las mañanas se repetía el tintineo metálico del vaso de agua con azúcar que me atraía. Al acercarme, mis antenas se ponían en alerta y me avisaban del peligro: era su mano la que lo agitaba. Con mi alegría natural lo rodeaba y a modo de saludo le zumbaba al oído. Él, zalamero me susurraba: ̶ Ya sé, ya sé que eres la más lista y la más rápida. Durante minutos daba vueltas al agua con la cucharilla y aun sabiendo que el azúcar ya estaba disuelta, se queda