22 marzo 2023

La fuente que nunca se secaba (Día mundial del agua)

"Olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo". 
 Jacques Cousteau #DíaMundialdelAgua 

La escasez del agua en esa zona de cerros y terreno de secano era algo habitual, sobre todo en los meses de verano, pero el año de «la gran sequía» con toda la tierra agrietada no tuvo parangón. El sol asomaba todos los días tras El Cerrillo como un globo incandescente flotando en un mar azul del que no caía ni una gota. Los habitantes del lugar, se protegían de los rayos abrasadores escondidos en la oscuridad de sus casas de adobe que se mezclaban con el color de la tierra. La fuente del pueblo empezó a manar gota a gota, las mujeres hacían enormes colas con sus cántaros a lo largo del día intentando no desperdiciar ni una sola, hasta que un día se agotó. El arroyo hacía tiempo que era un camino pedregoso, los pozos también se secaron, empezó una sangría migratoria entre los habitantes y los pocos que quedaron clamaban al cielo. Para atraer la lluvia, las rogativas, con todo el pueblo rezando, no tuvieron el efecto esperado, y renegaron del santo al que encerraron en su urna para siempre, por impostor.   

Una vez a la semana, el señor Anastasio enganchaba la mula al carro y, con parsimonia, recorría los seis kilómetros de distancia hasta el río Pisuerga. Era un día de algarabía en el que las jóvenes aprovechaban para meterse en el agua y disfrutar de la vida. Al atardecer, todas volvían con los baldes de ropa lavada a la vez que traían los cántaros llenos para racionar hasta la última gota.  

El joven Antonio, de pelo alborotado, desaliñado y sucio, pero de confiado mirar, trajo la noticia de que en la finca del marqués, que lindaba con el peñascoso monte del pueblo, el agua corría a borbotones porque él los había escuchado tras la tapia. Subido a la misma había visto, a lo lejos, el inmenso jardín del caserón del señor marqués con los rosales florecidos y las casitas de los peones con geranios en las ventanas. Tan lejos como su vista alcanzaba se extendían los trigales salpicados de amapolas. 

Con barba crecida, boinas raídas y terrosos pantalones de pana, algunos descalzos y otros con alpargatas agujereadas, se reunieron en torno a la fuente seca de la plaza. El tío Anastasio, el más anciano de todos, comentó que recordaba de niño haber oído durante la guerra, que el señor marqués de entonces incorporó la fuente que nunca se secaba del pueblo, a su terreno. Lo hacía  ̶̶̶̶ dijo ̶  para que el agua nunca nos faltara, que los tiempos eran muy convulsos y así la fuente estaría mejor cuidada. 

A la finca del señor marqués se acercaron para tratar con el capataz, pero este, negándose a hablar con palurdos y muertos de hambre, envió a sus vigilantes que, con látigo en mano y seguidos de sus perros, los cosieron a latigazos y mordidas hasta bien entrados en el pueblo. 

Cuando un grupo apesadumbrado, con las garras del hambre royéndoles las entrañas, bajaba del cementerio en el que habían enterrado al pequeño de Manuela, Teresa, enérgica y voluntariosa, con lágrimas contenidas, les espetó:

 ̶ ¿No viene el marqués todos los veranos al terminar de recoger la cosecha para ajustar las cuentas de su finca con el capataz? 

Por la polvareda del camino supieron que el marqués con su séquito se acercaba, intentaron detener la comitiva. Los caballeros que la guiaban hicieron restallar sus látigos. Ellos soportaron los golpes cerrando el paso. Al oír los gritos de sus hombres, el marqués asomó la cabeza por la ventanilla de su carruaje y al ver que el grupo estaba formado por mujeres y hombres maltrechos y sin armas, con su voz aflautada dio a los suyos la orden de alto. Teresa, con la cara rasgada por un latigazo, se dirigió a él pidiendo ser escuchados. El joven señor marqués, que no podía soportar la severidad de los rayos del sol cayendo en vertical sobre su sombrero de ala ancha, le dijo, sin ocultar su impaciencia, que no era lugar ni momento, que a tres de ellos los esperaba al día siguiente en la sala de recepción del marquesado. 
 
Allí se presentaron Teresa, Antonio y el tío Anastasio. Con la austeridad de palabra que le caracterizaba, Anastasio le expuso al señor marqués que tenía dentro de su finca una fuente que no le pertenecía. El bisabuelo del marqués había comprometido su palabra de mantener saneada dicha fuente del pueblo para que a los ciudadanos no les faltara el agua. El joven marqués, cansado de tanta habladuría que no le interesaba, manifestó que pediría a su abogado que lo consultara. 

El viejo abogado de la familia no tuvo nada que consultar porque bien sabía de la existencia de documentos sellados y firmados que confirmaban todo lo que el viejo del pueblo había hablado. La fuente era del pueblo, pero era la mejor en todo el marquesado y si la perdían saldrían muy perjudicados. Propuso que la fuente quedara en terreno neutral y que el agua fuera compartida, era lo más razonable por los muchos años que la habían cuidado. 
 
Los del pueblo lo celebraron con la dignidad y ese espíritu del compartir que los caracterizaba, porque sabiéndose dueños de todo nada tenían y ahora compartiéndola, podrían disponer de la mitad. Esa noche nadie del pueblo durmió o si lo hicieron fue para soñar con fuentes donde apagar la sed que los secaba, y su mente dio paso al ciclo de la vida y del agua.   

20 marzo 2023

La ventana indiscreta

Me pide que le cuente lo que vi, Sr. juez. 
Pues verá, para mí no era más que otra noche de insomnio. Sentada ante la ventana de mi habitación, veía el rótulo luminoso del Hotel Bates que tenía enfrente. Ese motel de aspecto decadente, regentado por un joven tímido, de mirada triste. Sentía pena por él, ¿sabe? Cuidaba a su madre anciana, lo tenía atrapado y no podía librarse de ella. Estaba loca. 
Esa noche, la ventana del baño, con la luz encendida, mostraba a una joven encantadora, duchándose. El chorro de agua caliente que salía del cabezal de la ducha le daba de lleno en la cara, parecía muy feliz. Me emocionaba ver cómo se acariciaba el cuerpo desnudo mientras se dejaba empapar por el agua que la envolvía con el vaho. Pero algo rompió aquella magia de manera inesperada. Una sombra apareció tras las cortinas. Las abrió de golpe y un cuchillo se abalanzó sobre la víctima. Un grito aterrador rompió el silencio de la noche. A través del vapor que empañaba la ducha, pude ver la figura de la madre vestida de negro. Una maniaca, una demente furiosa. Mientras movía el cuchillo de un lado a otro, la apuñalaba con rapidez endiablada. ¡Fue terrorífico! La joven trató de protegerse con las manos hasta que cayó al suelo, y el agua lavó las cuchilladas, arrastrando la sangre por el desagüe. De repente, los gritos ahogados de la chica se convirtieron en graznidos de pájaros enloquecidos, rápidos, violentos, obsesivos.

He elegido "la escena de la ducha" de la película Psicosis de Alfred Hitchcock, 1960. A la vez he utilizado el título de otra película de Hitchcock: "La ventana indiscreta", porque la testigo que cuenta al juez la escena en este micro la ve desde la ventana de su casa. Las notas punzantes y discordantes, que suenan al final de la escena, recuerdan alaridos de animales, lo que me llevó a la película "Los pájaros" del mismo autor.

11 marzo 2023

Reseña de Rebelión en la granja


Una fábula satírica ingeniosamente construida por George Orwell y publicada en 1945.  Muy polémica en su momento por la crítica que contiene sobre la degeneración del régimen soviético de Stalin, su carácter universal la convierte en una obra imprescindible para comprender la corrupción que engendra el poder absoluto. 

En Rebelión en la granja, los animales, hartos de ser explotados, se rebelan contra los humanos y fundan el sistema Animalista, basado en la igualdad y la libertad. Muy pronto los cerdos, encabezados por el tiránico Napoleón, rompen esos principios y de forma totalitaria dirigen el destino de los animales.    

La estructura de la novela es cíclica, comienza con el Sr. Jones como tirano de la granja y termina con Napoleón como tirano de la granja, vestido como el Sr. Jones.  En la escena final del libro: “Doce voces gritaban de ira, y todas eran iguales. No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos.  Los animales del exterior miraban de cerdo a hombre y de hombre a cerdo, pero era imposible decir cuál era cuál” (p. 139). El abuso de poder y la facilidad con que todo lo corrompe impiden al lector pensar un futuro mejor para la granja. Si se produjera otra rebelión, sus líderes llegarían a emular a Napoleón.   

La fábula recurre a los animales para representar personajes históricos. ¿Por qué eligió a los cerdos para dirigir la granja? “Se me ocurrió que si esos animales cobraran conciencia de su fuerza, no tendríamos poder sobre ellos”, dijo George Orwell. El cuento de hadas, como él lo llamó, está lleno de situaciones y personajes que nos permiten hacer un recorrido ágil y divertido por la compleja situación social y política del siglo XX.

El Viejo Mayor simboliza a Karl Marx y Lenin; Napoleón  a Stalin; Snowball a Trotsky; Squealer, la propaganda del gobierno y un agente de miedo y terror; Moses, la religión frente a “la religión es el opio del pueblo” de Karl Marx. Bóxer, a los campesinos; el Sr. Jones, a Nicolás II; Mollie, a la élite; ovejas y gallinas, al pueblo analfabeto; Clover, a los que se dan cuenta de que el gobierno miente, pero que no pueden hacer nada; Frederick, a Hitler; Pilkington, a los aliados. El juego de póker de Napoleón y Pilkington, al final del libro, sugiere una lucha de poder que se convertiría en la Guerra Fría.  

Benjamín, el burro, es el alter ego de Orwell. Inteligente, sabe leer con fluidez. Es la tendencia humana a la apatía. Se aferra a la idea de que la vida es intrínsecamente difícil y los esfuerzos para mejorarla son inútiles. 

El narrador está al margen del mundo de los animales, es un observador silencioso. Describe las cosas tal como las perciben los animales, sin opinar. Sin embargo, podemos darnos cuenta de que lo hace desde la perspectiva de los animales que no sean los cerdos. Orwell se representa a sí mismo en el narrador. Sabemos que se sentía parte de la clase trabajadora y nunca le gustó ejercer el poder sobre la gente. Deja que el lector haga su propia interpretación de la historia. 

Además de los personajes, toda la fábula está llena de simbolismos con los que Orwell pone de manifiesto la manera como los regímenes autoritarios fomentan la sumisión, se mantienen sobre la ignorancia de sus súbditos, prohíben la libertad de prensa, y practican la corrupción, la propaganda engañosa y el terror. En la primera ejecución pública, los perros adiestrados por Napoleón desgarran las gargantas de los cuatro cerdos que habían sido considerados traidores. Y continúa una serie de confesiones y ejecuciones. 
 
La Batalla del Molino de Viento simboliza la Segunda Guerra Mundial. La tecnología como fuente de progreso depende de las manos que las utilicen. El significado simbólico del molino de viento varía a lo largo de la novela. Una relación clara con la Torre de Babel.   

La alfabetización es un instrumento de poder y un medio para la propaganda. Los otros animales no saben leer, por eso los animales que controlan el poder, revisan los siete mandamientos del Animalismo cuando quieren. Al final, vemos cómo Napoleón se prepara para educar a los treinta y un cerdos jóvenes que ha engendrado y adoctrinarlos en el código de la opresión. Una referencia a los “Treinta Tiranos” de la antigua Grecia.   

Orwell también utiliza símbolos vacíos de contenido para mostrar cómo se han ido cambiando los principios de la Revolución de Viejo Mayor. 
La calavera del viejo comandante, ahora limpia de carne, había sido desenterrada del huerto y colocada en un tocón al pie del asta de bandera, detrás del arma. Después de izar la bandera, se les exigió a los animales que pasaran por el cráneo de manera reverente antes de entrar al granero” (P. 46-47). Los animales adoran un cráneo vacío sin percatarse de que el cráneo se ha movido de posición, al igual que los ideales revolucionarios.  
Lo mismo ocurre con el significado de la bandera verde sin el símbolo de la pezuña y el nuevo himno de la granja: “Granja de animales, Granja de animales / Nunca a través de mí te hará daño” (p. 73). Nos muestra la caída de la Granja Animal mientras los animales celebran su propia tragedia sin saberlo.   

08 marzo 2023

Mujer fenomenal

Las mujeres hermosas se preguntan 
dónde radica mi secreto. 
No soy linda o nacida 
para vestir una talla de modelo. 
Mas cuando empiezo a decirlo 
todos piensan que miento 
y digo: 
está en el largo de mis brazos, 
en el espacio de mis caderas, 
en la cadencia de mi paso, 
en la curva de mis labios. 
Soy una mujer. 
Mujer fenomenal, 
esa soy yo. 

Ingreso a cualquier ambiente 
tan calma como a ti te gusta, 
y en cuanto al hombre 
los tipos se ponen de pie 
o caen de rodillas. 
Luego revolotean a mi alrededor, 
una colmena de abejas melíferas. 
Y digo: 
es el fuego de mis ojos, 
y el brillo de mis dientes, 
el movimiento de mi cadera, 
y la alegría de mis pies. 
Soy una mujer. 
Mujer fenomenal, 
esa soy yo. 

Los mismos hombres 
se preguntan qué ven en mí. 
Se esfuerzan mucho 
pero no pueden tocar 
mi misterio interior. 
Cuando intento mostrárselo, 
dicen que no logran verlo. 
Y digo: 
está en la curvatura de mi espalda, 
en el sol de mi sonrisa, 
en el porte de mis pechos, 
en la gracia de mi estilo. 
Soy una mujer. 
Mujer fenomenal, 
esa soy yo. 

Ahora comprendes 
por qué mi cabeza no se inclina. 
No grito ni ando a saltos, 
no tengo que hablar muy alto. 
Cuando me veas pasar 
deberías sentirte orgullosa. 
Y digo: 
está en el sonido de mis talones, 
en la onda de mi cabello, 
en la palma de mi mano, 
en la necesidad de mi cariño. 
Porque soy una mujer. 
Mujer fenomenal, 
esa soy yo. 

Maya Angelou (1928-2004)

01 marzo 2023

El fantasma de Julián

El Julián estaba muerto y bien muerto. ¿Qué cómo lo sé?, me pregunta usted, Sr. juez. Llevo años acompañando a D. Gregorio a dar la extremaunción y sé bien si están con los estertores o ya fallecidos. Cuando ya nos íbamos, una de las plañideras me agarró del roquete y me puso un velón encendido en las manos. «Tú aquí, a velar al difunto junto al sarcófago». 

Hacía mucho calor en aquella sala llena de gente rezando el rosario. Se respiraba un aire rancio, como si rara vez se ventilase. La penumbra de la luz de las velas resultaba impresionante. El Julián todavía estaba arriba, tendido en la cama, solo. Las campanas tocaban a muerto. De repente, empezaron a oírse unos pasos por el techo. La muerte se enseñoreaba por la casa. Recuerdo muy bien el olor de la cera mezclado con el miedo. Alguien bajaba las escaleras. 

Entonces se abrió la puerta de la sala con el crujir de los goznes oxidados y allí estaba el Julián. Sentí que se me erizaban los pelos de la nuca, y un escalofrío me recorrió por todo el cuerpo. Usted no vio la cara de su mujer bañada en lágrimas, suplicando. En los ojos de él, que buscaban los de su mujer, solo había frío, el frío de la muerte o del desprecio. Después, dio media vuelta y desapareció. 

Los hombres que lo siguieron, lo vieron abriéndose paso entre la maleza, junto al arroyo que corre al pie del monte El Calvario. Atraparlo parecía fácil, pero fueron hacia él y como por arte de magia se esfumó. En ese momento, Fermín, el hijo de la Luisa, gritó: «¡Es un fantasma!». Todos se amedrentaron, tiraron las piedras y palos que llevaban y huyeron despavoridos. 

El viejo Anastasio, cuando estaba cogiendo berros por la zona del arroyo, abandonó la cesta y regresó al pueblo todo asustado. Dijo que el Julián, aún con el sudario puesto, lo miraba fijamente sin decir una palabra, estaba demacrado y muy pálido. Más tarde se supo que esto no podía ser porque a esa hora unas señoras se lo encontraron en la fuente La Legaña, de donde volvieron jadeando por el susto y sin los cántaros en la mano. 

¿Que dónde está el Julián ahora?, yo no lo sé. Por si acaso, damos un rodeo para no pasar por esas zonas, aunque tengamos que andar el doble. 

 Relato de mi libro "La casa de Arena"