#CuentosdeNavidad
Una mañana de frío invierno, durante el tiempo que tardó en hacer la ronda, el soldado descubrió que la lavandera había desaparecido. Sí, la joven de ojos negros de mirar profundo y pómulos arrebolados. A la que un mechón de pelo se le salía del pañuelo y le caía en un lado de la cara. La que no quería vivir la vida de las princesas de los cuentos porque le gustaba comer las manzanas a mordiscos, dormir a pierna suelta y mirarse cada mañana en el espejo claro de las aguas del río que le susurraban un futuro que ella iría construyendo día a día.
«¡Qué extraño!», pensó el soldado confuso. No podía haberse ido por su propia voluntad porque ella nunca dejaría la ropa allí tirada. El barreño estaba volcado y las prendas recién lavadas se mezclaban entre el barro de la orilla.
Dejó la vigilancia a un compañero, bajó corriendo del torreón, cruzó el puente y se acercó al río. Revisó con detenimiento el lugar. Severas arrugas de preocupación le surcaban la frente. Había sido arrancada con violencia. Con la mandíbula en tensión, apretó los labios, miró al cielo y se tragó el grito de rabia e impotencia que quería salir de su garganta. Una babucha de las que calzaba la joven había quedado allí abandonada. La recogió con sumo cuidado y la metió en la bolsa de cuero que siempre llevaba con él.
Recorrió el laberinto de callejuelas del pueblo hasta llegar al mercado de la plaza. Dio la voz de alarma y muchos partieron con él a buscarla. Atrás dejaron gemidos y llantos de los que tanto la querían; otros, los menos, aseguraban que se había ido con algún juglar de los que habían llegado como avanzadilla de la cabalgata de los Reyes Magos.
Se adentraron río arriba, donde el terreno se hacía más empinado y difícil de transitar. El viento frío que les daba de cara parecía anunciarles que la tragedia ya se había consumado. Encajonados, habían perdido la vista del pueblo. Las torres del palacio ya apenas despuntaban cuando se encontraron con un hundimiento del terreno de algunos metros de profundidad. Hasta el sol temía pasar por aquel lugar dejándolo en penumbra.
Allí la habían arrojado precipitadamente, con las ropas arrancadas, ensangrentadas, golpeada con brutalidad hasta quedar desfigurada.
Todo enmudeció a su alrededor. El soldado se quitó la capa para cubrirla.
—Nadie nos moverá de aquí, hasta que se recupere y la podamos trasladar en unas angarillas. Y que no se le ocurra al causante de esto asomarse por estas tierras. Es más, nosotros lo sacaremos, como la sabandija que es, de la grieta en la que se esconda. No pararemos hasta que pague por lo que ha hecho.
Habían pasado varias lunas. Un día que lucía un sol espléndido primaveral, la lavandera echó mano a la daga que llevaba en la cintura ante el ruido de unas pisadas que se acercaban. Al mirar de refilón vio las botas ajadas de un hombre. Quizá fuera un aldeano que venía a refrescarse la cara y las manos en el río. El hecho la sobresaltó, dejó su faena, e, instintivamente, metió bajo el pañuelo la guedeja de pelo que le caía por la cara.
—Deberías dejarlo suelto.
Ella se estremeció al conocer la voz.
Él no le dijo si tú quieres ser mi mujer, yo seré tu marido para siempre. No, no habló de mío y tuyo. Simplemente, la abrazó y abrazados se fundieron en uno los dos.
¡Felices fiestas! ¡Feliz Navidad! Gracias un año más por vuestro apoyo, visitas y comentarios. Que sean días plenos para todos. Con mis mejores deseos.
ResponderEliminarNunca dejes de escribir
ResponderEliminarun beso
Gracias, recomenzar. Un beso.
EliminarQué bonito, María Pilar.
ResponderEliminar¡Feliz Navidad!
Me alegra que te guste, Chema. ¡Feliz Navidad!
EliminarUn relato tierno con ese toque tan actual- Feliz Navidad!!
ResponderEliminarGracias, Ester. ¡Feliz Navidad!
EliminarTriste historia con un futuro alentador.
ResponderEliminarBesos.
Feliz Navidad!!!
Gracias, Alfred. ¡Feliz Navidad!
EliminarBonito cuento.
ResponderEliminarFelices Fiestas.
Gracias, Tracy. ¡Felices fiestas!
EliminarBella historia me conmovió. Te deseo una feliz navidad para ti y tu familia. Te mando un beso.
ResponderEliminarGracias, Citu. Un beso. ¡Feliz Navidad!
ResponderEliminarHermosísima historia María Pilar, Feliz Navidad!!!!!, un abrazo grande
ResponderEliminarGracias por dejarme tu comentario. ¡Feliz Navidad! Un abrazo.
EliminarY al lado del rio surgió lo que tenía que surgir. Me encantó. Un abrazo y Felices Fiestas.
ResponderEliminarHabló más el silencio que las palabras.
ResponderEliminarME GUSTO TU RELATO!! gracias por compartir.
ResponderEliminarApoyame por favor con una visita y un comentario en mi agradable blog o síguenos en nuestras redes sociales , te lo agradeceria infinitamente apoyémonos entre nosotros gracias,: https://koarpy.com/errores-arquitectonicos-famosos-mundo/ o https://www.facebook.com/koarpy.CO https://www.instagram.com/koar.py/
Hermoso relato, Pilar! Que tengas muy Felices Fiestas junto a los tuyos y que el nuevo año que ya casi se inicia, te traiga todo lo que deseás!! Cariños a montones para vos!
ResponderEliminarLau.
Lo mismo, Lau. Que disfrutes de esta fiestas junto a tus familiares y que el nuevo año cumpla con todo lo que de él esperas. Un abrazo inmenso con todo mi cariño.
EliminarGran historia, con tu estilo que es tan especial.
ResponderEliminarPasa muy feliz las fiestas.
Un fuerte abrazo.
¡Felices fiestas, Sara! Un fuerte abrazo.
EliminarUna joven valiente que tenía las cosas bien claras, como su forma de vivir. Y el amor triunfó, como de debe ser.
ResponderEliminarMagnífico relato, María Pilar, te felicito por la creatividad del mismo, no hubiera podido dejarlo a medias.
Feliz navidad, y que el 2023 te sea favorable en todo.
Un abrazo :)
¡Feliz Navidad, Mila! Y te deseo lo mejor para el nuevo año 2023. Un abrazo!
Eliminar¡Hola, María Pilar! Me ha parecido muy buena historia y me han encantado los personajes. Tanto la lavandera como el soldado son muy carismáticos. Se me ha pasado volando la lectura, estaba completamente metida en la historia.
ResponderEliminarAprovecho para desearte ¡¡Felices Fiestas!!
Un abrazo.
¡Gracias, M.A. Álvarez! ¡Felices fiestas, preciosa! Un abrazo.
Eliminar¡Hola, Mª Pilar! Tras la forma de un Cuento de Navidad, tras la ambientación de otra época, narras la esencia del amor y la relación de pareja. Donde uno más uno siempre es más que dos y por supuesto jamás debe ser uno o cero.
ResponderEliminarBueno, me salió muy matemático el comentario, ja, ja, ja... Aprovecho para desearte unas navidades maravillosas. Un abrazo!
¡Gracias, David! Felices y emotivas fiestas con los tuyos. Un abrazo enorme!
Eliminarbonita dama bonito cuento
ResponderEliminarUn cuento muy bonito a pesar del hecho brutal que narras de inicio. De alguna forma siempre nos levantamos de donde caemos y más si contamos con la ayuda de otros. Hermosa forma de narrar que nos transporta a tu historia. Enhorabuena, un gran mensaje para estas fechas.
ResponderEliminarGracias, Ana. Que sigamos compartiendo. ¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!
EliminarBuen articulo
ResponderEliminarUn relato corto y bien desarrollado donde impera el amor de dos. Felicidades para ti.
ResponderEliminarGracias, Pablo, por pasarte por aquí y dejar tu comentario.
EliminarPilar, no sé porqué tu cuento me ha llevado a Ucranía, he visto al soldado, que amaba a la joven lavandera herida por el enemigo...Ufff, me alegra que todo acabara bien, amiga...Se agradece mucho.
ResponderEliminarGracias por tus buenos deseos, también yo espero que estés pasando unos días entrañables y que el año nuevo te deje lo mejor para que seas feliz con los tuyos.
Mi abrazo entrañable y mi cariño, Pilar.
Gracias, Mª Jesús, por esos buenos deseos que espero sean recíprocos.
EliminarUn abrazo con todo mi cariño.