Imagen de internet |
Le di una bofetada a mi hija. El que me contestara de tan malas maneras hizo que me encolerizara. Mis dedos habían quedado tatuados enrojeciendo su cara. Me quemaba la mano. Me pesaba en el alma. Rompí el silencio con palabras imprecisas de perdón y arrepentimiento. Quise cobijarla, abrazarla, como cuando era pequeña y que tanto le gustaba. "Déjalo ya, mamá", me dijo con los ojos húmedos sin derramar una lágrima. Lloraba hacia dentro y mi alma de madre se quebró al ver el dolor de la decepción en su mirada. Se dio media vuelta y, se alejó de mí. En mi interior la frustración aullaba.
De puntillas y con el corazón encogido me acerqué a su habitación. Escuché un silencio tenso. No me atreví a rozar la puerta, a pedirle: "hablemos", por no enojarla más, por lo mucho que la quiero.
Sigo disimulando el dolor que me quema por dentro porque sin ella mi vida ya no es mi vida y empiezo cada mañana con esa esperanza inconformista de que se vuelvan a encontrar nuestras miradas de madre e hija.
Sé que no me lo perdona. Y yo tampoco.
De puntillas y con el corazón encogido me acerqué a su habitación. Escuché un silencio tenso. No me atreví a rozar la puerta, a pedirle: "hablemos", por no enojarla más, por lo mucho que la quiero.
Sigo disimulando el dolor que me quema por dentro porque sin ella mi vida ya no es mi vida y empiezo cada mañana con esa esperanza inconformista de que se vuelvan a encontrar nuestras miradas de madre e hija.
Sé que no me lo perdona. Y yo tampoco.
Tremendo!!
ResponderEliminarA quién no le ha sucedido?
Darnos cuenta es el comienzo de un cambio.
mariarosa
La educación de los hijos no es tarea fácil y más cuando son adolescentes. Y ahí están un montón de madres responsables cuestionándose sus actuaciones.
EliminarBesos, Rosa
Son gestos abruptos que terminan doliendo a ambas partes.
ResponderEliminarMuy bien expresado María Pilar.
Besos.
Gracias, Mirella. Una gran alegría ver por aquí a una escritora con tanta sensibilidad y dominio del arte de escribir.
EliminarUn abrazo grande.
Vuelven las miradas, el dolor se va.
ResponderEliminarAlgo muy normal, muy cotidiano, muy bien contado.
Besos, María Pilar.
Agradecida por el precioso mensaje que me dejas.
EliminarBesos.
No se si es mi blog o son las fechas las que se han vuelto locas, en fin. Creo que son cosas que pueden suceder y con unos días se pasa, en la tele lo arreglan con una pizza. Un abrazo
ResponderEliminarSon cosos que pasan en un segundo y cuánto cuesta derribar los muros que se levantan y deshacer los posos que se empeñan en contaminarlo todo. La tele es tan superficial que no me extraña que con una pizza hagan un zurcido.
EliminarUn abrazo, Ester
Faltaba más. Si la enojada es la madre, porque la hija la ha sacado de quicio. No hay que pedir perdón por educar. Que como madre se siente feo dar una bofetada. Sí, se siente horrible, pero a veces es la única opción y hay que hacérselo ver detalladamente. No permitir que la hija haga chantaje, porque si fue mala táctica optar por la bofetada, pésimo será aceptar que fue un error. Allí se le cede todo el mando a la hija. Ahora que si fue neurosis de la madre, entonces sí, pedir perdón y no volver a hacerlo, resarcir.
ResponderEliminarBesos.
¡Ay la adolescencia y la rebeldía! Seguramente la hija un día reconocerá lo que tuvo que provocar a su madre para que llegara a darle ese bofetada... Los relatos abiertos siempre nos llevan a distintas interpretaciones.
EliminarMi cariñoso abrazo, Sara y gracias por pasarte por aquí.
A veces las bofetadas, que siempre duelen más al que las da, al menos con eso se justifican, son el certificado de una desunión.
ResponderEliminarBesos.
Certificado de una desunión, tú lo has dicho y eso es precisamente lo que le duele a la madre.
EliminarBesos y feliz fin de semana.
Lo has expresado tan bien... ese dolor que se siente, de ambos lados...
ResponderEliminarUn saludín.
Gracias, Xurxo. Qué alegría encontrarte por aquí. El tiempo no es un chicle que podamos estirar a capricho. Al menos, es lo que me pasa a mí. Qué bien has centrado el tema que he querido transmitir en un conflicto materno filial. Un abrazo grande.
EliminarBueno pienso que hay que educar a mi me pasó también,abrazo cosas de la vida.
ResponderEliminarSon esas cosas del día a día que te hacen pasarlo mal porque la vida la vida no es un camino de rosas.
Eliminara veces suele pasar que una situación se sale de control y los sentimientos se desbordan de no tan buena manera :(
ResponderEliminarNo solo has pasado por mi blog Blanca, si no que te has tomado tu tiempo para dejarme tus interesantes impresiones. Un placer que agradezco sinceramente.
EliminarHola María Pilar:
ResponderEliminarComo muestra de admiración y de afecto te he nominado para el premio Blogger Recognition Award. Si quieres aceptarlo, puedes recogerlo en “Hasta que el esplendor se marchite”:
https://hastaqueelesplendorsemarchite.blogspot.com/p/nominaciones.html
Un afectuoso saludo.
Ariel
¡Qué alegría y qué sorpresa! Gracias, Ariel.
EliminarUn abrazo.
Preciosísimo!
ResponderEliminarGracias, Tracy. Me alegra que te haya gustado. Lo escribí con todo el sentimiento y a la vez la preocupación de una madre y no sabía si llegaba a captarse.
EliminarBesos