Edgar Degas |
Por la oscura y crujiente escalera se extiende el fuerte olor a pintura. Al empujar la puerta de madera produce un chirrido que rasga el silencio del ático parisino. Antes de entrar, mis ojos escudriñan al hombre que busco, coincide con el nombre escrito en la placa de la puerta. Edgar Degas no se inmuta, hurga en una caja que tiene bajo el caballete, elige el pincel adecuado y se concentra en su obra. La luz de la única ventana ilumina una estela de polvo hasta detenerse en el lienzo que está pintando. Es esa luz la que colorea el cuadro dejando el resto del estudio en penumbra.
Con mano diestra el artista maneja pinceles, mezcla colores, traza líneas, cuida el claro oscuro y la perspectiva. Emborrona y empieza de nuevo. Las figuras de dos jóvenes van cobrando forma, su pelo recogido y sus vestidos negros son manchas que resaltan sobre el fondo. El pintor lo mira detenidamente, se acerca y se aleja sosteniendo el pincel entre los dedos, duda. Por fin la inspiración irrumpe con fuerza y trabaja con frenesí. El taller de costura, que es el tema de la pintura, desborda los perfiles del cuadro para solapar por completo al propio taller de pintura.
Dos jovencísimas costureras que trabajan en el atelier con el pelo recogido y vestido oscuro entallado, son sorprendidas en un gesto espontáneo cuando dan con suma delicadeza los últimos retoques a unos elegantísimos sombreros, piezas exclusivas para ser lucidas por damas de lo más selecto de la aristocracia y de la alta burguesía. Señoras que saben desenvolverse entre el glamour de las grandes fiestas en palacios y mansiones. El sombrero es la pieza clave, puede engrandecerlas o por el contrario estropear toda su indumentaria.
No basta contar con los materiales más exquisitos, la seda más cara, el terciopelo más fino o el raso más brillante. Hace falta creatividad, originalidad, técnica, mezclar colores, formas, puntadas invisibles, paciencia y mucho trabajo. Y estas dos humildes costureras, obligadas a trabajar durante horas y horas sin descanso para poder mantenerse en la gran ciudad, poseen todo eso. Las telas, los pespuntes, los patrones, se convierten en sus manos en una obra de arte digna de La Dama de las Camelias.
Su trabajo es la imagen visible de la actividad en el taller de escritura. Una puntada, una palabra; un pespunte, una frase; un botón, el punto; un boceto, el esquema y el sombrero... ¡un bello relato!
Con mano diestra el artista maneja pinceles, mezcla colores, traza líneas, cuida el claro oscuro y la perspectiva. Emborrona y empieza de nuevo. Las figuras de dos jóvenes van cobrando forma, su pelo recogido y sus vestidos negros son manchas que resaltan sobre el fondo. El pintor lo mira detenidamente, se acerca y se aleja sosteniendo el pincel entre los dedos, duda. Por fin la inspiración irrumpe con fuerza y trabaja con frenesí. El taller de costura, que es el tema de la pintura, desborda los perfiles del cuadro para solapar por completo al propio taller de pintura.
Dos jovencísimas costureras que trabajan en el atelier con el pelo recogido y vestido oscuro entallado, son sorprendidas en un gesto espontáneo cuando dan con suma delicadeza los últimos retoques a unos elegantísimos sombreros, piezas exclusivas para ser lucidas por damas de lo más selecto de la aristocracia y de la alta burguesía. Señoras que saben desenvolverse entre el glamour de las grandes fiestas en palacios y mansiones. El sombrero es la pieza clave, puede engrandecerlas o por el contrario estropear toda su indumentaria.
No basta contar con los materiales más exquisitos, la seda más cara, el terciopelo más fino o el raso más brillante. Hace falta creatividad, originalidad, técnica, mezclar colores, formas, puntadas invisibles, paciencia y mucho trabajo. Y estas dos humildes costureras, obligadas a trabajar durante horas y horas sin descanso para poder mantenerse en la gran ciudad, poseen todo eso. Las telas, los pespuntes, los patrones, se convierten en sus manos en una obra de arte digna de La Dama de las Camelias.
Su trabajo es la imagen visible de la actividad en el taller de escritura. Una puntada, una palabra; un pespunte, una frase; un botón, el punto; un boceto, el esquema y el sombrero... ¡un bello relato!
¡¡¡Qué preciosa manera de introducirnos en este cuadro!!!
ResponderEliminarEs una delicia leerte.
Saludos desde El Terrao.
Una alegría es para mi encontrarte por aquí.
EliminarBesos
Muy lindo relato. Me recordó a un relato de Tolkien, Hoja de Niggle, en la que se describe a un pintor y la manera en la que concebía la creatividad.
ResponderEliminarNo lo conozco, pero lo buscaré. Gracias por tu aporte elfoerrante.
EliminarSaludos
Una metáfora espléndida, con sutileza y dulzura. Me gustó. Con tu permiso voy a compartirlo por las redes. Saludos!!
ResponderEliminarEncantada Sonia Le Lo. Todo turyo.
EliminarBesos :)
Pintura y literatura de la mano, enriqueciéndose mutuamente. Interesante relato.
ResponderEliminarUn abrazo, María Pilar.
Guau, con que bellas puntadas has creado este texto, amiga...
ResponderEliminarBellisimo
Un abrazo fuerte
DOS ARTES QUE MARCHAN DE LA MANO EN ESTE DELICIOSO POST.
ResponderEliminarENHORABUENA
ABRAZOS
CARLOS
Bello relato nos dejas y pensándolo bien a qué palacio puedo ir con la gorrilla y las canillas al aire? me tendré que quedar en la aldea con mi fiel Stradivarius, más listo que el hambre.
ResponderEliminarBesos.
Cuando se hace con amor y conocimiento, todo es arte. Y en este caso tres artes: el tuyo de bien contar y unir el tres en uno. Precioso sombrero.
ResponderEliminarUn encaje precioso, una metáfora sutil y un cuadro magnifico. Escribes como los ángeles porque ellos te copian, Abrazos
ResponderEliminarCrear es un acto que, al margen de los materiales, las técnicas y el resultado, reúne al talento, al oficio y a la musa. Muy bueno.
ResponderEliminarUn saludo
JM
el sombrero es Funda Mental
ResponderEliminargracias por compartir,abrazos
ResponderEliminarMe encata Degas y también los otros dos oficios, la "costureada" y la "escribidera". Yo crecí entre hilvanes, alfileres, géneros (como les decían antes a las telas) y generos literarios, que era casi obligado leer en mi casa. Y lo agradezco mucho. Es la mejor manera de viajar, a través de la imaginación y resulta mucho más barato.
ResponderEliminar¡Te dejo un fuerte abrazo!
Ains!!!! sabes que la pintura y los impresionistas son mis favoritos. Degas no era mucho de pintar en exteriores, le interesaba más la realidad de la vida urbana, de su entorno... Me ha gustado mucho tu particular visión del cuadro, has hecho de un trabajo (la costura) poesía. A Degas le encantaría lo bien que has interpretado su pintura; él en realidad, quería pintar personas en movimiento más que objetos inanimados y, aunque los sombreros adquieren un gran protagonismo, las dos mujeres del cuadro, sus gestos y actitudes, centran toda su atención.
ResponderEliminarEscribes con una varita mágica pero hoy especialmente lo has bordado.
Un abrazo
Pilar, es increible y admirable a la vez, cómo has unido tres talleres artesanos en un sólo trabajo...De la mano de Degás has ido perfilando figuras, hilvanando sombreros y construyendo frases armónicas y expresivas...La confección de sombreros, la pintura y la escritura se han unido en un mismo taller, que tu has elaborado a las mil maravillas...Tres circunstancias distintas y distintos tiempos has unido en un mismo presente...Haciéndonos reflexionar sobre el arte en el tiempo y sobre el tiempo en el arte...La belleza no tiene tiempo, es eterna, como el amor y es una gozada poder sentirla en tu bello y magnífico trabajo, Pilar...Mi felicitación y mi abrazo inmenso por tu buen hacer y tu cercanía.
ResponderEliminarFeliz domingo, amiga.
M.Jesús
Acabo de visitar el interior de un cuadro de Degas. Las costureritas son unas verdaderas artistas, qué pena su cara descolorida, su aspecto fatigado. El maestro mezcla colores, qué olor a pintura, qué sensibilidad la suya ante el mundo del trabajo agotador. Los sombreros lucirán en otras mujeres más afortunadas.
ResponderEliminar¡Feliz día de tu santo! Pilar.
Un abrazo
Pues ya se ha dicho, un buen resultado no consiste en tener un montón de palabras que usar, sino elegirlas bien y ponerlas en el orden oporturno. Así da gusto ver un cuadro, un sombrero o un texto. ¡Ah! y creatividad.
ResponderEliminarUn saludo.
Chapeau!!! a tu creatividad.
ResponderEliminarBesos y besos.
Me ha gustado mucho Pilar, me has hecho oler con tu escrito a oleo, a aceite de linaza, a taller de artista, y me has hecho ver al Degas en plena creatividad. Que más pedir en un post? Estupendo Pilar!
ResponderEliminarUn beso!
Arte, y como siempre arte él tuyo.
ResponderEliminarBesos.
Muy creativo, sinceramente.
ResponderEliminarUn beso grande.
HD
Tu si que haces una obra de arte de cada relato Pilar.Siempre te digo lo mismo pero, me encanta como escribes.Todo un placer leerte.
ResponderEliminarBeso grande.
Tan artista es Degas como las costureras como tú querida Pilar, porque todos acabais proporcionando placer. Yo a eso le llamo, arte.
ResponderEliminarBesarkada bat, maitia.
Tenemos suerte de que estuvieses presente en esta reunión de artistas, María Pilar, nos has ido contando todo lo que viste con tus ojos del alma, en preciosas palabras que transportan al momento y de qué manera.
ResponderEliminarMuchos apretaos.
La introducción en la imaginación del pintor.
ResponderEliminarTodo un lujo de detalles que asiste a la gran creación del arte.
Tu entiendes de ello y lo demuestras.
Besos muchos
tRamos
Un diez, María Pilar. Un lujo leer tus relatos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso es lo que nos has regalado: una perfecta obra de arte.
ResponderEliminarSímplemente maravilloso.
Besitos.
No he podido contestarte antes, por que desde el Viernes pasado he estado ingresado en el Hospital de Oviedo a causa de un amago leve de Infarto que me ha dado. Las Defensas, después de la Quimioterapia, quedan debilitadas y surgió este inesperado percance. Hoy me han dado el Alta y g.a.D Todo ha quedado en un susto, sin dejar lesiones ni secuelas de ningún Tipo, afortunadamente.
ResponderEliminar¡¡¡Cuanto echaba de menos tus hermosos Relatos!!!
Es una maravilla poder otra vez leer estas maravillas.
Abrazos y Besines.
Hola Pedro Luis, deseo que te mejores. Disculpas por leer los mensajes.
EliminarSaludos y que te pongas pronto bueno.
¡¡¡Gracias por ser como eres...Una mujer maravillosa!!!
ResponderEliminarYo estoy bien y siempre con ganas de luchar y salir para adelante.
Con Amigas como Tu, sé que lo conseguiré.
Abrazos y Besines.
Hola María Pilar, un texto muy original. Por como lo escribes se aprecia que el Pintor no pierde detalle y no se distrae con nada. Unas costureras que si no fuera por su dedicación a la costura, las damas de la alta alcurnia no lucirían en sus cabezas esos sombreros que cosen con tanta creatividad las costureras. Tres personajes con creatividad, el pintor, las costureras y tú al escribir este relato que nos hace sentir que formamos parte de alguna de las escenas.
ResponderEliminarMuy original bien elaborado.
Saludos y un abrazo
Magnífico encaje el tuyo, delicado paralelismo entre la costura en las manos de las costureras y el de las letras en el de un escritor visto desde la perspectiva inquieta de Edgar Degas..Lo hilaste con ingenio y perfección; una obra de arte digna de la más fina sensibilidad..Mis saludos y admiración, María Pilar
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