RABELADAS
CON ORUJO DE VILLAMEDIANA
(Vida y milagros de la Pili con motivo de su jubilación)
En un pueblo del Cerrato
nace una chiguita maja,
la quinta
de diez hermanos,
dicen que no hay quinta mala.
Va corriendo por las eras
o a la escuela de la plaza.
Si toca comer garbanzos,
a por agua a la Legaña.
Como era tan traviesa
a los altos se subía,
en sus piernas cicatrices
si hablaran lo dirían.
Ya se sabe la doctrina,
la llevan a comulgar,
solo tiene 5 años,
el traje hay que rellenar.
Hasta el pueblo han llegado
unas monjas de Arceniega,
las tiramos 4 piedras,
pero a ella se la llevan.
Con acento alemán
y rezos en la capilla,
se examina en Amurrio,
tres nueves en la cartilla.
Por las calles de Vitoria
van los grises dando estopa,
entre otros estudiantes
iba corriendo una monja.
Y después de noviciado
la tocaba profesar,
pero más que con las monjas
le gustaba estar con Juan.
Y mientras el aludido
pensaba con desconsuelo:
«A esta novicia ¡ahivá, hostia!».
Yo me la llevaba al huerto.
Los Moreno van de boda
a la ciudad de Vitoria,
se nos casaba con Juan
la prota de esta historia.
Su marido es un Sánchez
de tierras de Salamanca,
que un vasco como se sabe
nace andé le da la gana.
Al poco nos llega Leire
y más tarde la Maitechu.
Entonces el vasco dice
el trabajo ya está hechu.
En el curro con adultos
le tocaba trabajar
con moritos, rusos, chinos
y alguno de Senegal.
Sus hijas ya han volado
y le sobran unos ratos,
mientras «observa la vida»
va escribiendo sus relatos.
Han pasado muchos años
y se quiere jubilar,
pero el alcalde la manda
al balcón a pregonar.
Si otra vez que te jubiles
no quieres escuchar esto,
no te vayas de la Viga
con prisas y antes de tiempo.
Fdo. Entre pocha y pocha un trago
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